Buscando conexión

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Para pensar el vínculo entre las escuelas, las familias y las nuevas tecnologías

En nuevo libro de Ediciones Don Bosco Argentina se pueden conseguir en la biblioteca digital: https://edicionesdonboscoarg.publica.la/

Por Ezequiel Herrero y Santiago Valdemoros
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

La crisis del coronavirus obligó a trasladar a todo el sistema educativo a un entorno virtual; con grandes dificultades y desigualdades, y con un resultado incierto. Las tecnologías de la información y la comunicación, las “TIC”, pasaron a jugar un papel central. 

Ellas también son las protagonistas de un nuevo libro de Ediciones Don Bosco Argentina: Buscando conexión, disponible en versión digital. Sus autoras son docentes de nivel medio y superior especializadas en Gestión educativa: Dolores Marino, con foco en las Ciencias Naturales; y Mariana Montaña, en el área de la Comunicación.

Frente a la generación más fotografiada y fotógrafa de la historia, hay que pedir por favor que “prendan la cámara” en clase. ¿Por qué esa negativa, y por qué la insistencia por parte de escuelas o docentes? ¿Necesitamos “vernos”?

Mariana: Lo gestual es muy importante, nos dice mucho de la comunicación. Hay un juego entre realidad y ficción: yo estoy sola en casa, hablando con ustedes a través de la pantalla. Pero es una ilusión. Siempre el canal de comunicación genera un ruido en el envío del mensaje, nunca es igual que el cara a cara, pero tampoco es imposible.

Dolores: El problema es “qué muestro” y en dónde. ¿Qué pasa mientras me comunico en casa? Estoy en un lugar con ciertas condiciones, hay gente que convive conmigo. Encender la cámara implica todo eso. Hay algo que uno debe respetar de la intimidad. Pero también es difícil ver sólo un “cuadradito” con una foto y un nombre.

¿Tiene que ver con el concepto de “netiqueta”, que mencionan en el libro? Cierto código que es esperable que tengamos en los ámbitos virtuales…

Mariana: Sí. Y hay una cuestión de intimidad. Yo moví los muebles para tener de fondo una pared lisa, pero no sé si mucha gente puede hacer eso. Además, los estudiantes están en el curso con otras treinta personas, de las que cinco o seis son sus amigos. Nunca fueron a la casa de los otros ni saben nada de ellos, ¿por qué les tienen que mostrar su intimidad?

Dolores: Y lo inverso es cierto también. La escuela es un espacio donde los padres no están todo el tiempo. La libertad de compartir lo que puedo y lo que quiero, para el estudiante, está mediada ahora por un adulto monitoreando todo el tiempo. Eso muchas veces no favorece los procesos de aprendizaje y las libertades.

Pero esa presencia adulta, en otros espacios donde quizás podría ser más deseable, como en los juegos online, no está.

Dolores: Quizás esa forma de acompañar me excede como adulto, porque no la viví de chico. Tuve experiencia de escuela, entonces pienso que puedo acompañar a mi hijo, pero no tuve esa experiencia con los juegos o las redes sociales.

Mariana: Aquí entra el diálogo, algo que trabajamos mucho en los encuentros que proponemos al final de cada eje del libro. Tiene que ser un ejercicio continuo para que ellos se sientan cómodos de contar estas cosas. Si no hay un trabajo previo, es más difícil.

“La libertad de compartir lo que puedo y lo que quiero, para el estudiante, está mediada ahora por un adulto monitoreando todo el tiempo”.

El riesgo es pensar que porque el joven sabe manejar la tecnología, no hay nada para enseñarle: ¿qué aporta el docente ahí?

Mariana: Hay un prejuicio en pensar que los chicos, por ser jóvenes, “saben” de tecnología. Al igual que pensar que los adultos, sólo por serlo, no saben nada. Y si bien en las redes todo es automático, y la escuela va demasiado “lento”, todavía no hay estudios que puedan medir si se ha aprendido más o menos gracias a la tecnología. Además, no todos sabemos de todo. Ahí está el “sentido compartido”: hay cosas que vamos a aprender en conjunto.

Dolores: El docente facilita qué buscar, dónde buscar, qué hacer con lo que encuentro. Hay que ayudarlos a ser “curadores” de contenido. Si tengo que enseñar estructura atómica, es una representación de algo que nunca van a “ver” realmente. Las TIC en eso ayudan, los chicos pueden hacer modelos 3D… pero tengo que enseñarles justamente que eso es un modelo, que no es la realidad. En otras palabras, la epistemología de ese contenido en la ciencia escolar. 

Y los estudiantes se transforman en “co constructores” de la propuesta pedagógica. Uno propone algo, y ellos aportan enlaces, videos, memes… recursos que amplifican el aprendizaje. Son como colaboradores.

“Los estudiantes se transforman en ‘co constructores’ de la propuesta pedagógica. Uno propone algo y ellos aportan enlaces, videos, memes… recursos que amplifican el aprendizaje.”

Muchos dicen que, con la pandemia, “se avanzó en meses lo que iba a llevar años”, en relación al uso de la tecnología. ¿Pasó lo mismo en la escuela con las TIC?

Dolores: Es difícil generalizar, porque esta es una educación en estado de emergencia, no es educación a distancia. Pero el docente que aprendió a utilizar las TIC y generó su material, es probable que lo incorpore y lo reutilice a futuro. Y en algunos casos, la autonomía de los estudiantes con acompañamiento docente fue muy valiosa.

Mariana: Incorporar las TIC implica hacer un diagnóstico de la comunidad educativa. Si repetís la misma didáctica, usar un PDF en vez de un libro en papel no es incorporar las TIC. Cada disciplina tiene su didáctica específica, e incorporar las TIC depende de este “triángulo” entre la pedagogía, el contenido y la tecnología.

En la presentación del libro, les llamaba la atención la vigencia de muchas de las cosas que habían escrito, porque lo hicieron antes del aislamiento

Mariana: Y hay cosas que faltarían. En el libro no hablamos de las plataformas educativas, al estilo de Classroom o EdModo, porque nos parecía que faltaban años para que se pueda incorporar. Pero sí de ese “código compartido” entre el educador y el estudiante, entre la familia y la escuela, necesario para una buena comunicación. Se está perdiendo ese código, pero no solo por la virtualidad, sino por la interferencia de los canales de la opinión pública, que permanentemente están denostando la educación, el trabajo de los educadores, el trabajo de los propios pibes. Ese código compartido se logra mucho más en la escuela, en el patio, o en la puerta del aula, que en una videollamada.

Buscando conexión ya está disponible en la biblioteca digital de Ediciones Don Bosco Argentina: https://edicionesdonboscoarg.publica.la/

BOLETÍN SALESIANO – SEPTIEMBRE 2020

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