Don Zatti, el enfermero santo: una vida de misericordia con los más débiles. Recursos para trabajar las obras de misericordia.
¿Quiénes eran los privilegiados de Zatti? Un muchacho macrocéfalo, y una muda, que le hacen la vida casi imposible. Cuando alguien propone mandarlos a otro lugar él se opone: “Estos dos —decía— atraen las bendiciones de Dios sobre el hospital”. A un médico que le objeta que recibe lo peor, enfermos que otro hospital no habría aceptado, contesta: “Para mí es lo mejor…”.
El hospital es la casa de la pobreza. Se ayuda, se cura, se consuela a todos desde la escasez, desde la nada. Todo es pobreza pero también todo es fe, confianza y amor. Con el hospital a veces colmado de pacientes, Zatti cede su propia cama para recibir a algún enfermo grave y él descansa sobre una manta en el suelo.
Zatti se hace salesiano para servir a los pobres y enfermos. Sin ellos no se puede pensar su vida. Zatti halla su razón de ser y de vivir, en un lugar y en un tiempo determinado. Viedma es su patria. El pueblo se acerca a este hombre humilde que irradia sinceridad y verdad, y Zatti se empeña por complacer a todos. En contacto directo con la gente, Zatti crece como persona, se amplía su fe y su corazón; se hace cada vez más libre.
Zatti ve e interpreta la realidad dura del pueblo pobre, sobre todo aborígenes e inmigrantes, desde los ojos de Dios, viviendo él también en la pobreza. Un día es llamado para atender a un enfermo. Muy pobre la casita. Varios chicos. Atiende al enfermo, le deja los remedios y, casi distraídamente, le deja unos pesos sobre la mesita de luz. Se cuida de no humillar la pobreza.
De toda la Patagonia le llegan enfermos que él recibe gratuitamente. Cada enfermo es Jesús, y así es recibido. Cuando ingresan al hospital, pregunta a las enfermeras: “¿No tienen una ropa para un Jesús viejito?”. Su concepción del otro como reflejo de Dios e imagen de Cristo no permite actitudes reñidas con el respeto y la delicadeza.
Hay que reconocer en Zatti una intensa vivencia de la concepción salesiana de la santidad, que transforma la vida ordinaria en vivencia evangélica y crece en la continua unión con Dios. Todas las mañanas y todas las noches, cuando recorre en bicicleta las calles de Viedma y Patagones para asistir a los enfermos más pobres en sus casas, Zatti pedalea y reza. •
Señor Jesús, tú llamaste a Don Zatti, salesiano coadjutor,
para servirte en los pobres y necesitados.Tú le diste la fuerza para entregarse
con alegría y sin descanso,
a sus hermanos enfermos.Tú lo hiciste un hombre bueno,
que supo vivir fielmente tu Evangelio
en el trabajo cotidiano y en el sacrificio escondido.Ahora que lo vemos brillar en el cielo de tus santos,
te pedimos dar también nosotros testimonio de tu Luz.Te pedimos, por su intercesión, la gracia que más necesitamos,
para gloria tuya y de tu fiel siervo, Don Zatti.
Extraído del libro Estuve enfermo y me visitaste.
Ediciones Don Bosco Argentina.
Boletín Salesiano, octubre 2016