Un sueño que sigue vivo

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«Pocos años pasaron desde la fundación de la pequeña y frágil Sociedad de San Francisco de Sales, hasta que Don Bosco envió a los primeros misioneros a la Argentina con la intención de atender a los inmigrantes italianos, y con el deseo profundo de que, en cuanto fuese posible, fueran a evangelizar a los pueblos de la Patagonia.

Don Bosco, hombre de grandes sueños, vio en uno de ellos el desarrollo misionero de la Congregación que se extendía desde Valparaíso, Chile, hasta Pekín, China.

Ese sueño sigue vivo, muy vivo. Y sin duda, si Don Bosco estuviera físicamente presente entre nosotros, se sentiría muy feliz al ver cómo sus dos grandes congregaciones siguen enviando misioneros cada año, sin interrupción desde la primera expedición que él preparó, hasta llegar este año a la número ciento cincuenta.

El 29 de septiembre, desde la Basílica de María Auxiliadora de Valdocco, en una hermosa Eucarístía de envío se ha impuesto el crucifijo a treinta y seis salesianos y a doce Hijas de María Auxiliadora, destinados a cuatro continentes. La alegría era inmensa, y el sentido de fiesta y de familia se podían tocar.

En la homilía pude compartir un dato que tiene mucho de curiosidad, pero mucho más de valor carismático y de identidad. Manifesté que los salesianos tenemos un libro en el que están registrados los nombres de los misioneros enviados en las ciento cincuenta expediciones, desde el primero: Juan Cagliero.

El número total de salesianos en ese registro hasta el día de hoy es de 9.542 misioneros. Pero sabemos que otros mil más han sido enviados sin haber recibido la cruz misionera en Valdocco. Desconozco el número de nuestras hermanas misioneras, pero sin duda son varios miles.

¿Cabe alguna duda respecto del carisma misionero de las dos Congregaciones queridas por Don Bosco…? Hemos nacido como religiosas y religiosos para los jóvenes, chicos y chicas del mundo, y entre ellos los más pobres y necesitados, pero también para ser evangelizadores y misioneros allí donde se nos necesite.

Esta certeza trae a mi corazón rostros y nombres de hermanas y hermanos misioneros que me he encontrado por el mundo en estos casi seis años. Siempre en medio de los más pobres y humildes en los cinco continentes. Anunciando a Jesús con la Palabra y con la vida, con el testimonio ejemplar, con el Evangelio sencillo y callado vivido en lo cotidiano.

Me he encontrado con hermanas y hermanos que han estado en la cárcel por más de treinta o cuarenta años por motivos de fe; que llevan toda su vida compartiendo lo que son con los pueblos originarios; hermanos que después han sido mártires de la fe en una muerte sin sentido e injusta.

Todas estas hermanas y hermanos de hoy son los misioneros que han hecho y siguen haciendo realidad el gran sueño misionero de Don Bosco.

Y soy consciente de que este sueño no termina. Nos sigue llegando peticiones para que los hijos e hijas de Don Bosco se hagan presentes. Casi me atrevería a decir que, si somos fieles a Jesús y su Evangelio, este sueño no habrá hecho más que empezar.  »

Don Ángel Fernández Artime

El mensaje del Rector Mayor

BOLETÍN SALESIANO – NOVIEMBRE 2019

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