“Dios existe y puede llenar una vida”: las búsquedas y certezas de doce jóvenes en el camino de formación a la vida religiosa salesiana.
Alta Gracia, Córdoba. Para quien pasa por la puerta y no conoceel edificio, puede confundirlo con una vieja casona de veraneo de comienzos del siglo veinte. Sin embargo, como muchas otras instituciones, el noviciado salesiano San Francisco de Sales no puede explicarse desde afuera, sino teniendo en cuenta la historia de las personas que lo habitan.
El primero que recibe es el sacerdote Manuel Cayo, quien durante el 2016 se desempeñó como maestro de novicios.A pesar de las múltiples tareas que le tocó desarrollar a lo largo de su vida como salesiano,afirma que ese año ha sido uno de los más lindos que ha vivido: “La tarea del maestro de novicios es compartir no solamente las certezas, sino las dudas, incertidumbres y búsquedas sobre la vida consagrada, sobre lavocación.Siento que me he enriquecido muchísimo acompañando a estos chicos”.
“Los chicos” son un grupo de doce jóvenes: Emiliano, Mauricio y Lucas de Argentina; Eduardo, Andrés y Benjamín de Chile; Pablo, Mathias y David de Paraguay; y Bernabé, Wilson y Santiago de Uruguay; que desde hace tiempo vienen trabajando el proceso de su discernimiento vocacional.
“Buscamos ser felices”
El origen y los caminos de estas búsquedas son diversos, aunque en este momento se cruzan. Algunos comenzaron a partir de alguna tarea o encuentro pastoral, otros desde su desarrollo laboral; también están quienes desde hace algunos años arrastraban la inquietud por la vida consagrada y finalmente decidieron enfrentarla. Sin embargo los jóvenes coinciden en que una de las motivaciones principales pasa por ver a los salesianos en el patio, y verlos felices.
Y a partir de ello se desprende otra de las coincidencias que Santiago, de Uruguay, resume de manera muy contundente: “Lo que busco yo, y lo que todos buscamos, es ser felices; en eso se nos va la vida”.
Emiliano, de La Plata, coincide con esta afirmación, pero además agrega:“Más que mi felicidad, voy buscando mi plenitud, el sentido de mi vida”.A esta afirmación sencilla y contundente la completa Mauricio, de Chaco, cuando dice: “Me entusiasma cambiar el mundo, ver que con lo poco o mucho que uno va haciendo el mundo va cambiando. Sueño con un futuro mejor, con pibes que tengan lo mejor, que puedan vivir en serio”.
“Esta entrega es total”
Este es un deseo que los doce jóvenes parecen tener muy en claro. Sin embargo, hay algo que diferencia a estos salesianos —todos hicieron su profesión como religiosos a comienzos del presente año—de otros jóvenes, y es el deseo de una entrega total de su vida a los otros y a Jesús. “Lo que me motiva a hacer esta opción es entregarle el cien por cien de mi vida a los jóvenes, especialmente a aquellos que están más abandonados”, explica Emiliano. “Esta entrega es total. Es para todos.Buscamos ser salesianos para el mundo”, completa Eduardo, oriundo de Talca, Chile. Por su parte Wilson, de Uruguay, afirma con mucha calma y contundencia:“Elijo quedarme acá porque encuentro la oportunidad de ayudar a los demás, de acompañar a los chicos y chicas, de estar con los jóvenes y de hacer con mi vida algo mucho más grande de lo que tenía pensado”.
“El encuentro es con el verdadero Maestro”
La jornada de estos doce jóvenes se reparte entre el estudio, las tareas domésticas, el tiempo libre y la oración. Los fines de semana colaboran con las actividades juveniles en los diversos centros de apostolado. Y cualquiera que comparta con ellos algún momento del día nota que lo que expresan con sus palabras realmente es así; se los ve felices, compartiendo, buscando y pensando en otros.
Sin embargo, ellos son los primeros que reconocen que el camino no siempre es claro y que desde el comienzo no fue fácil tomar la decisión de profundizar en la búsqueda vocacional.
Las búsquedas continúan, y seguramente continuarán. El padre Manuel también lo sabe y puede dar fe de ello: “Uno es el ‘maestro de novicios’, pero al mismo tiempo es un aprendiz que quiere acompañar el encuentro con el verdadero Maestro, Jesús”.
Hoy, algunos meses después de haber compartido esta visita del Boletín Salesiano, los doce jóvenes ya profesaron como salesianos en sus respectivos países. Algunos lo hicieron como candidatos al sacerdocio otros como hermanos, dando comienzo a un largo camino de formación para la vida religiosa: ellos quieren vivir plenamente su bautismo, esto es, seguir a Jesús al estilo de Don Bosco.
Ante ellos se abre un enorme horizonte de tiempo, que supondrá avanzar por nuevas etapas, contando con el acompañamiento de diversos formadores que serán también mediaciones por las que Dios les haga comprender mejor lo que espera de ellos.
Por Ezequiel Herrero y Santiago Valdemoros • redaccion@boletinsalesiano.com.ar
Boletin Salesiano, marzo 2017