Amigos de Don Bosco en todo el mundo: los saludo deseándoles lo mejor en este año 2017. Fieles a la tradición, el Rector Mayor ofrece un “Aguinaldo”, un lema, para el año que se inaugura. Este 2017, en sintonía con la exhortación apostólica Amoris Laetitia del papa Francisco, el tema es la familia, bajo la consigna: “¡Somos familia! Cada hogar, escuela de vida y de amor”.
Las familias nunca pasan de moda, siempre son actuales, vitales y esenciales en la vida de las personas. Hemos de reconocer que, más allá de los límites, por lo general son de lo más valioso que tenemos en la vida, y lo que ha llevado a muchos a formar la propia. Son verdadera “cuna de vida” donde nos sentimos amados, cuidados y acompañados hasta poder valernos por nosotros mismos.
El mismo Jesús no sólo tuvo una madre elegida por Dios, sino una familia en la que vivió y fue aprendiendo. También Don Bosco nos contó lo que fue vivir sin padre desde los dos años, pero con el don de una madre excepcional como Margarita. María Mazzarello vivió en un contexto religioso y campesino muy similar, pero su juventud transcurrió en el seno de una familia numerosa con la protección de un padre y una madre. Los viajes por el mundo me han ayudado a ver qué importantes son las familias, en su diversidad cultural y étnica, como primera y común escuela de humanidad.
Al igual que lo ha hecho el Papa, propongo tomarnos muy en serio la cercanía a las familias. Es en ellas donde se enseña y aprende el arte del diálogo, de la comunicación y de la comprensión. Es también donde se hace experiencia de los límites, pero donde los valores más esenciales como el amor, la fe, la libertad, el respeto, la justicia, el trabajo y la honestidad echan sus raíces en la vida de cada persona. Incluso cosas que hoy están “menos de moda” tienen su razón de ser en las familias: deben ser las que eduquen en la sobriedad; las que enseñen que la palabra dada tiene un gran valor. Debería ser la familia la que ofrezca también el gran regalo de la fe.
¿Qué podríamos hacer en favor de las familias y sus hijos e hijas, con quienes nos encontramos en nuestras presencias educativas de todo el mundo? Se me ocurren cosas como éstas:
- Apostemos por acompañar el camino que hacen muchas de las familias que nos son conocidas. Seamos casa abierta donde sientan que siempre serán bien recibidos.
- No tengamos miedo de ofrecer valores humanos, morales y espirituales a nuestros jóvenes y sus familias, puesto que seguramente lo desean y necesitan más de lo que pueden expresarlo.
- Acompañemos a los jóvenes que sueñan con un proyecto de vida en el matrimonio.
- Ayudemos a erradicar toda discriminación hacia las niñas y mujeres allí donde nos encontremos.
- Mantengamos siempre una actitud de empatía para ser capaces de comprender las situaciones, a veces difíciles, que viven muchas familias cercanas.
- Volvamos, una y otra vez, al auténtico clima de familia de Valdocco querido por Don Bosco.
Espero que podamos ir haciendo realidad alguna de estas ideas. Que la familia de Jesús nos ayude, tal como lo rezaba Francisco: “Santa Familia de Nazaret, haz que todos nos demos cuenta del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios”.
Por Don Ángel Fernández Artime, sdb • Rector Mayor de los Salesianos
Boletín Salesiano, marzo 2017