Siempre es hoy

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Después de tu risa tierna, desparramando color
hasta las hojas de hierba, danzan alegres al sol.
Después del verde paisaje que pintaste en mi corazón.
Siempre es hoy, siempre es hoy.

Después de verte en la piedra, en el tallo y en la flor
se me arrimó la simpleza de amarme tal como voy.
Después que diste belleza a cada paso que doy.
Siempre es hoy, siempre es hoy.

Y estas ganas que siento hoy de ser
fue en tu espejito que las pude ver.
Y esta semilla que hoy va a florecer
fue con tu agüita que pudo crecer.

Después de andar tus arenas y de oler tu inmensidad
fueron aves migratorias, mis ganas de irte a buscar.
Después de que a tu montaña compartí mi soledad.
Siempre es hoy (siempre es hoy), siempre es hoy.

Después de sentir tu pecho, me aventuré a galopar
por tus valles, tus aldeas, por tu estrellada oscuridad.
Después de haberte buceado y de abrazar tu coral.
Siempre es hoy, siempre es hoy.

Artista: El árbol de diego
Álbum: Doy fe (2019)

Por Micaela Perez Ghío
micaperezghio@gmail.com

“El ayer es historia, el mañana es un misterio, el hoy es un regalo, por eso se llama presente.” (E. Roosevelt) El regalo más grande de Dios es nuestro presente: ocasión y desafío para ser quienes estamos llamados a ser. Momento de realizarnos, de ser plenamente felices.

La semilla que hoy va a florecer, a la que hace referencia la canción, somos nosotros, nuestros dones y sueños. Y la tierra en la que esa semilla echará raíces fuertes, es nuestro hoy. Entonces, si “siempre es hoy”, siempre es tiempo de florecer, de buscar esa agüita que nos ayude a crecer.

“Se me arrimó la simpleza de amarme tal como voy…” qué difícil se nos hace a veces amarnos así como somos, en cada una de nuestras decisiones. Muchas veces nos rodean dudas, reclamos, piedras en medio de nuestra tierra fértil. Ahí está el otro desafío: amarnos tal como somos, reconociendo lo que podemos y lo que no. Eso es la humildad. Y humildad nace de humus, que significa tierra. Podemos decir, entonces, que la simpleza de la que habla la canción es la de vivir con nuestras manos, con nuestro corazón, en nuestra tierra: conociéndola, trabajándola. Dedicándonos a ella. Siendo verdaderamente humildes. 

El regalo más grande de Dios es nuestro presente.

“Después que diste belleza a cada paso que doy”, lo primero que tenemos que hacer es dar el paso que podemos dar, no el que otros quieren o nosotros nos exigimos, sino el que podemos. Dios le va a dar belleza a lo que crezca después. Eso sí, no podemos desentendernos de la tarea de cuidar nuestra planta y la de quienes nos rodean.

Que esta nueva primavera sea primavera también en cada uno de nosotros y Dios nos ayude a hacer brotar todo lo bueno y bello que nuestro corazón guarda.

Para seguir reflexionando

¿Qué necesitás que florezca en este tiempo?

¿Dónde, en quiénes, encontrás el agüita que te ayuda a crecer?

¿Qué querés agradecerle a Dios? ¿A tu familia? ¿A tus amigos? ¿Y a vos mismo?

BOLETIN SALESIANO – OCTUBRE 2022

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