Misioneras de la esperanza

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Hijas de María Auxiliadora en Argentina: hacia nuevos desafíos y oportunidades

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Hermanas y vecinos reviven las estaciones del Via Crucis en el barrio El Frutillar, en Bariloche (Río Negro)

Los desafíos que se presentan hoy en el mundo, y por lo tanto también en nuestro país, son muchos y complejos: las migraciones, la desocupación de los jóvenes, el aumento de la violencia, la creciente pobreza, la fragilidad del núcleo familiar, el alejamiento de jóvenes y adultos de la fe y de los valores fundamentales de la existencia.

Todas estas problemáticas, sumadas a la falta de vocaciones religiosas y a la edad avanzada de muchas hermanas, interpelan fuertemente a las Hijas de María Auxiliadora y exigen darle un nuevo sentido a la vida y la misión en Argentina.

Al respecto, la Madre Yvonne Reungoat, Superiora General del Instituto, durante un encuentro con las inspectoras de América en octubre de 2017, expresaba que este proceso necesita “un corazón capaz de dejarse tocar por las situaciones de pobreza y de marginación, capaz de amor y por lo tanto de seguir adelante sin miedo ni timidez. Exige un corazón libre que se deja interpelar por los desafíos del mundo actual —y en particular, por la realidad juvenil— y por aquellos propios a la vida religiosa en nuestro tiempo, teniendo presente la tarea que Francisco confía a la vida consagrada: ‘despertar el mundo’”.

Las Hijas de María Auxiliadora sienten la importancia de enfrentar los nuevos desafíos siendo, con el testimonio de su vida, fieles al carisma y a la misión educativa

Junto a los laicos y los jóvenes

Para profundizar la reflexión sobre su misión, las Hijas de María Auxiliadora han elegido un modelo a seguir: María. Como ella, quieren ser transformadas por el encuentro con Jesús y convertirse en misioneras de la esperanza en el mundo actual.

Esta opción “mariana” exige salir de las seguridades actuales, para estar presentes desde la preventividad sobre todo en los contextos de pobreza educativa. Se trata de resignificar las presencias para comprometerse en la promoción de la dignidad de la persona humana, la justicia, la paz y la integridad de la Creación.

¿Cómo lograrlo? Caminando junto con los laicos y los jóvenes, compartiendo sus sueños y esperanzas, siempre con un espíritu de familia, siendo corresponsables en la gestión y animación de las obras. Las Hijas de María Auxiliadora sienten la importancia de enfrentar los nuevos desafíos siendo, con el testimonio de su vida, fieles al carisma y a la misión educativa, y no en conservar a todo precio las estructuras existentes.

Sin dudas, para afrontar este proceso es fundamental tener presente la realidad del Instituto y las exigencias de las diferentes obras que se animan. Por ello se vuelve necesario pensar una reestructuración: es decir, unificar las fuerzas y ser corresponsables —hermanas, laicos adultos y jóvenes—.

Un testimonio necesario

La vida religiosa está viva y Dios continúa llamando a los jóvenes a seguirlo —asegura la Madre Yvonne—, y las Hijas de María Auxiliadora están viviendo una experiencia de conversión y crecimiento que Dios hará fecunda. Por ello se vuelve necesario encomendar todo este proceso de revitalización a la acción transformadora del Espíritu, para que sea Él quien ayude principalmente a los jóvenes a seguir encontrando orientaciones y sentido a la vida.

“Resignificar, reestructurar, revitalizar, son el signo más evidente de la presencia de Dios en medio de su pueblo, al que induce a salir de su propia tierra e ir a lugares desconocidos”, concluye en su carta la Madre Yvonne. Como Abraham en el desierto, también las Hijas de María Auxiliadora siguen su camino fuertemente convencidas de que la vida consagrada no ha concluido su misión; por el contrario, es más necesaria que nunca, frente a la gran demanda de orientación, sentido y esperanza en el mundo de hoy que expresan los jóvenes.

Como aseguraba Don Bosco: “María Auxiliadora lo hará todo”. Solo se trata de ponerlo en sus manos y confiar que ella continuará paseando por las casas, colegios y obras oratorianas y misioneras.

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El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, familia religiosa nacida del corazón de San Juan Bosco y de la fidelidad creativa de Santa María Dominga Mazzarello, transita, desde hace unos años en la Argentina, un proceso de resignificación, reestructuración y revitalización, en el marco de la celebración de los 140 años de la llegada de las seis primeras hermanas al puerto de Buenos Aires en enero de 1879.

Resignificación, lo que implica estudiar la realidad, evaluar las necesidades y el tipo de respuesta que se está dando.

Reestructuración, que indica cómo resignificar: expansión, reducción o unificación.

Revitalización, que expresa la finalidad del proceso hacia donde convergen los diferentes momentos, con plena consciencia de que el carisma, en cuanto don del Espíritu Santo, no puede morir, sino expresarse con modalidades diversas en el “hoy” de la historia.

 

Con la colaboración de Ivana Barrios • comunicacionabb@gmail.com

BOLETÍN SALESIANO – SEPTIEMBRE 2019

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