Esto suena a Don Bosco

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Cuando la música lo cambia todo y a todos.

Algunos de los sesenta integrantes de la banda del Batallón de Exploradores de San Justo en uno de sus ensayos semanales.

Por Juan José Chiappetti y Valentina Costantino
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

En el predio de la parroquia San Juan Bautista de Villa Luzuriaga se encuentra un amplio galpón con grandes ventanas. Desde allí, suenan todo tipo de instrumentos musicales: clarinete, flauta traversa, trompeta, trombón, barítono, tuba, violín, viola, violonchelo, piano, guitarra y percusión.

Las Memorias Biográficas cuentan que Don Bosco era un excelente músico. No solo tocaba el violín, el órgano y el piano; sino que también estudió métodos para tocar y cantar. Además, dirigía coros y organizaba bandas musicales con sus jóvenes.

La música es uno de los legados más bellos de Don Bosco; y en Villa Luzuriaga, la orquesta del Batallón de Exploradores n° 50, lo celebra cada semana en el encuentro, el ensayo y en el compartir de sesenta chicos y chicas.

Escucharnos mutuamente

Nueve años atrás, el Batallón recibió la donación de una trompeta. Y a Nicolás, quien llevaba casi quince años en la movida exploradoril, se le ocurrió fundar una orquesta. A partir de allí se fueron sumando jóvenes del barrio a la propuesta y fueron llegando nuevos instrumentos al galpón.

Para formar parte de la banda no es necesario tener conocimiento previo de un instrumento. La intención de aprender, y de ser parte de algo “más grande”, son suficientes para animarse. “Lo fundamental es que los chicos se diviertan, compartan y, principalmente, que se escuchen entre ellos, afirma Nicolás y le agradece a su papá por haberle transmitido su pasión por la música, y algunos de los valores que la acompañan como la humildad y el respeto. La música es una forma de hablar, de demostrar cómo te sentís. Hay muchos chicos que, como Lauti, no se podían expresar y a través de la música lo lograron”.

¿Quién es Lauti? Lautaro tiene diez años, toca la trompeta y todos lo conocen por su alegría, sensibilidad y predisposición. Llegó a la banda a principios del 2022, acompañado de sus papás, María y Rubén, quienes ya conocían el ambiente salesiano. Eso les ayudó a vencer el miedo a que su hijo no sea aceptado en el grupo a causa de su trastorno mixto del lenguaje. Sabían que su hijo sería recibido de aquella manera que tanto caracteriza a la obra de Don Bosco: como en una familia. «Lautaro cambió mucho desde que llegó a la orquesta, se integró enseguida con otros niños y adultos”, explica María destacando el compañerismo que se vive en el día a día del Batallón. Acá hay mucho amor desde que llegás hasta que te vas, se percibe la unión entre los niños, jóvenes y adultos. Junto a Rubén, desean que su hijo crezca feliz, con muchos amigos y que “incorpore todo lo que recibe del Batallón en su vida: el amor, la solidaridad y la alegría.

Pero la familia de Lauti no es la única que encontró un segundo hogar en la “banda de Don Bosco”. Shirley y Marcelo son los papás de Pablo, un adolescente de catorce años, muy buen percusionista y músico nato.
Cuando era chico notaron que presentaba algunas dificultades en el lenguaje. Sin embargo, cuando se trataba de música tenía mucha facilidad para cantar, para acompañar a su papá en las misas con la pandereta y para buscar el ritmo en la batería que con mucho cariño le habían armado en su casa.

“Una casa salesiana sin música es como un cuerpo sin alma”.

“Pablo se comunica y se expresa a través de la música”, cuenta Shirley y destaca la forma en la que marca el ritmo con la percusión, fundamental para cualquier banda. Él espera los días de ensayo con sus compañeros y practica diversas melodías de rock nacional y canciones que seguramente muchos hemos escuchado en las introducciones de nuestras series favoritas. Además, al igual que Lautaro, fue recibido con los brazos abiertos por los animadores, y en la obra salesiana, “encontró un lugar donde puede correr, jugar y ser el mismo”.

Marcelo comparte la misma pasión que su hijo, y en su hogar, la música es una forma de conectar y compartir entre todos: “Para nosotros es parte de nuestra vida”.

Hay actividades o hobbies que forman un vínculo entre familias. Un claro ejemplo es el de Pedro, docente de música jubilado que llevó a su sobrino a estudiar trompeta a la orquesta, y cuando conoció la propuesta, decidió quedarse: “Vi que se podía colaborar y me sumé”. Ahora, no solamente toca la trompeta, y otros instrumentos, con su sobrino, sino que también enseña guitarra y se alegra de “compartir el conocimiento y aprender en comunión”.

Cuando el día termina, todos guardan los instrumentos, se despiden con un abrazo y regresan a sus hogares con la certeza de que en la orquesta siempre hay alguien esperándote, listo para darte una mano y coincidir en un lenguaje que no deja a nadie afuera. “Una casa salesiana sin música es como un cuerpo sin alma”, solía decir Don Bosco. Y siguiendo su enseñanza se puede afirmar que en San Justo, el alma desborda de alegría cuando suena la banda.


Unas semanas atrás, luego de realizada esta nota y mientras el Batallón 50 se encontraba de campamento, sufrieron el robo de inodoros, vanitorys y grifería. “Solicitamos cualquier tipo de ayuda que nos permita afrontar esta pérdida y poder tener los baños listos para el comienzo de actividades”, publicaron en su Instagram @batallon50

Podés ayudar realizando tu donación a la siguiente cuenta:
Alias: BATA50
Titular: Genesis Iriel Plaza

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