Podemos decir que “no”

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La educación salesiana permite adquirir “habilidades para la vida” para prevenir el consumo de sustancias.

Por el Equipo Nacional Salesiano de Prevención de Adicciones
prevencionadicciones@donbosco.org.ar

“¿Querés?”

Un número significativo de jóvenes se inician en el uso de drogas en la etapa escolar. Este es para muchos el primer paso a una implicación más seria con el consumo. Por distanciamiento,  desconocimiento, o negación de algunas realidades que viven, muchos de los adultos que compartimos tiempo con ellos advertimos algo más tarde esta situación. 

Hoy esto puede verse acentuado por el aislamiento, el cual procura evitar el contagio del COVID-19, pero a la vez invita a nuevos aislamientos. En este contexto, algunos jóvenes con la problemática adquirida quedan prácticamente invisibilizados. “Las redes sociales no llegan a mostrarnos del todo sus emociones”. Debemos reinventarnos en este nuevo espacio: la proximidad y la presencia certera deben ser el camino para que no queden vacíos.

Difícilmente esté dentro de nuestras posibilidades disminuir la oferta de sustancias o combatir el narcotráfico, pero sí lo está el ofrecer la mayor cantidad de herramientas para educar en la libertad a los jóvenes y fortalecerlos desde la creatividad y criticidad ante tales ofertas. 

“¡No, gracias!”

Desde los espacios que construimos con ellos es fundamental que nos ayudemos a desarrollar “habilidades para la vida”, permitiéndonos adquirir aptitudes necesarias para el enriquecimiento personal y poder enfrentar juntos de una forma efectiva situaciones cotidianas de la vida. 

Algunas “habilidades para la vida” basadas en la teoría del aprendizaje social —formuladas por el doctor Gilbert Botvin— son:

  • Habilidades sociales e interpersonales: poder decir lo que sentimos, manifestar lo que pensamos, decir lo que queremos que suceda. Sin imposición o postergaciones excesivas.
  • Habilidades cognitivas: tomar decisiones adecuadas, desarrollar pensamiento crítico y autoevaluación. 
  • Habilidades para el entendimiento de las emociones: reconocer y expresar que los sentimientos que experimentamos nos regalan mensajes de libertad que debemos interpretar.

Ofrecer estas habilidades como recurso a los jóvenes los preparará para reconocer las presiones de pares o de la sociedad de consumo en la que estamos expuestos.

Ayudarnos a construir estas habilidades y ofrecerlas como recurso a los jóvenes los preparará para reconocer anticipadamente las fuerzas coercitivas de las presiones, ya sea de pares o de la sociedad de consumo en la que estamos expuestos. Los ayudará a tomar decisiones con “conocimiento de causa” para adquirir patrones de comportamiento y valores positivos; por ejemplo, decidir no fumar o no tomar alcohol, o no hacerlo en exceso.

“Don Bosco, aquí tiene un lugar para montar su ‘laboratorio’”

El diálogo entre Don Bosco y Pancracio Soave arreglando los términos del contrato de alquiler para alojar el oratorio nos deja esta bella anécdota. Don Bosco no tenía en sus planes hacer un “laboratorio”; sin embargo, el ambiente educativo desarrollado por medio del oratorio se convirtió en uno, y muy eficaz.

La educación sustentada en el amor, la razón y la religión impulsa y potencia el crecimiento  humano en una doble perspectiva de desarrollo personal y social. En el oratorio los muchachos  empleaban el tiempo en cosas útiles a la vida personal y comunitaria de forma sana, educativa y creativa. El ambiente animaba a la superación mediante el estudio, la lectura, la música, el teatro, el juego, el trabajo, el amor a los otros y a Dios.

El “laboratorio” de Don Bosco desarrollaba en los jóvenes su mejor versión, los formaba en el coraje y la determinación más allá de los temores.

Este “laboratorio” desarrollaba en los jóvenes su mejor versión, los invitaba a desplegar lo mejor de cada uno, los formaba en el coraje y la determinación más allá de los temores. Les ofrecía valores sólidos y convicciones fuertes. Buscaba que estén dispuestos a cambiar la realidad que los rodeaba de manera comprometida, siendo capaces de decir muchos “sí” y muchos “no” con total libertad y consciencia. Esta escuela moldeaba no sólo los corazones y la personalidad de los jóvenes, sino que moldeaba además educadores íntegros.

“Ya no estás solo”

Esta pedagogía aprendida en este “laboratorio” y en tantos otros en tantos tiempos y lugares genera  de manera cotidiana y progresiva criterios de formación integral. Así, el sistema preventivo de Don Bosco… —y del “campito”, de la “Casita del niño”, del “Hogar de Laura”, del “Ora”, del “Bata”…—  se convierte en un facilitador para desarrollar estas “habilidades para la vida”, para alcanzar la plenitud personal y comunitaria. 

Así, sostenidos y acompañados por estos criterios que nos ofrecen seguridad, los adultos y especialmente los jóvenes no nos sentiremos tan solos ante las amenazas y ofertas de un contexto desfavorable.

BOLETÍN SALESIANO – JULIO 2020