El milagro de coincidir

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coincidir by alberto escobar on Grooveshark

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AUTOR
Alberto Escobar
DISCO
Coincidir
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Coincidir

Soy vecino de este mundo por un rato,
y hoy coincide que también tú estás aquí.
Coincidencias tan extrañas de la vida,
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir.
Si navego con la mente en los espacios,
o si quiero a mis ancestros retornar.
Agobiado me detengo y no imagino,
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir.
Si en la noche me entretengo en las estrellas,
y capturo la que empieza a florecer.
La sostengo entre las manos más me alarma,
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir.
Si la vida se sostiene por instantes,
y un instante es el momento de existir.
Si tu vida es otro instante... no comprendo,
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir.



“Soy vecino de este mundo por un rato, y hoy coincide que también tú estás aquí…”. Somos vecinos y compañeros de camino, soñadores de pasiones compartidas que, hoy, nos encontramos en el patio, en las calles, en las aulas. Y coincidimos. Porque aunque muchas veces nos parezca extraño, hasta imposible, nuestros caminos van a cruzarse, una y otra vez. Y coincidir en ellos, encontrarnos con el cuerpo pero sobre todo con el alma, con las miradas, con ese palpitar que nos hermana, renueva las energías para seguir andando y nos permite crecer.

“Si navego con la mente en los espacios…”. Si recordamos uno y miles de esos espacios de encuentro que sorprenden y alegran por su frescura, por su coincidencia, estaremos navegando seguramente entre lágrimas y sonrisas a la vez.

“Retornar a mis ancestros”, volver a un pasado que nunca se desdibuja del todo, estando presente en cada paso andado aún sin darnos cuenta… Y, entonces, encontrarnos con un Don Bosco y una Maín que han sabido mirarse en ese cruce de caminos. Personajes que nos invitan a seguir a Aquél que sabe encontrarse con la samaritana, con el ciego, con el que necesitaba mirarlo, tocarlo, escucharlo. Retroceder aún más para reconocer en Él que somos con otros, en cada encuentro humano —y tan sagrado.

“Agobiados”, muchas veces. Necesitando un descanso, sabemos que podemos detenernos en otros, incluso en esos silencios compartidos, en ese grito sordo que atraviesa almas. Y sabemos también que aprender a sostenernos entre nosotros, es un desafío tanto para quien se deja acompañar como para quien acompaña. Quizás nos alarme el coincidir, el encontrarnos, el enfrentarnos y mirarnos… sin embargo, este coincidir nos recuerda que no estamos solos andando ese mismo camino de tantas luces y sombras.

“Si la vida se sostiene por instantes y un instante es el momento de existir, si tu vida es otro instante, no comprendo tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio… y coincidir”. Tal vez, la invitación no sea hoy a comprender lo incomprensible, a analizar tanta coincidencia, sino, simplemente, a vivirla. Hace pocos días una de mis alumnas, viajera como tantos de esta América Latina, me compartió que algo en ella me reconocía, que por alguna razón sabía que teníamos que encontrarnos. Quién sabe porqué… ¡y qué más da! Fue un pasillo el que cobijó aquellas palabras y fue ese mismo pasillo el que nos despidió un miércoles, sin previo aviso, porque las relaciones humanas, la economía… y tantas otras razones, por lo mismo que nos acercan, nos distancian.

Nos queda, imagino, agradecer esta bendita coincidencia que nos encuentra; este tiempo y espacio que confabulan para vernos juntos, andando el mismo mundo…

¿Y si nos animamos a tomarnos un tiempito para pensarnos y traer el rostro de tantos otros que ayer y hoy abrazaron rumbos compartidos? ¿Y si festejamos esos encuentros que hoy son cercanías y distancias, olvidos y recuerdos, sonrisas y misterios?

Para seguir compartiendo, otra melodía que también entona este encuentro: Bendita tu luz, de Maná

 

 

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