Ayudar a que otros ayuden

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Cuando en marzo las puertas se cerraron, se abrieron los corazones. Miles y miles de colaboradores se organizaron para tender una mano en la emergencia. Ayudar a otros es una forma de ser agradecidos.

Este año, la obra de Don Bosco dio positivo. ¿Cuál fue el “test”? Una compleja prueba de solidaridad, servicio y acción por el otro desplegada desde el 20 de marzo que permitió llegar durante estos meses a cientos de miles de personas en todo el país. 

Cuando a principios de año las puertas se cerraron, se abrieron los corazones y las ganas de ayudar. Mientras docentes, educadores y estudiantes buscaban la mejor forma de trasladar sus tareas a la “virtualidad”, a la par de ellos se organizaron miles y miles de voluntarios para tender una mano en los distintos desafíos que presentó esta emergencia. El agradecimiento es doble: no sólo por salir a auxiliar a quienes más sufren la pandemia, sino también por darle la posibilidad a otras tantas miles de personas de poder ayudar aún desde sus casas.

La pandemia agravó la situación especialmente frágil en que viven amplios sectores de nuestra sociedad. En numerosas obras salesianas se organizaron entregas de bolsones de alimentos; se abrieron comedores, y se cocinaron y distribuyeron viandas entre personas en situación de calle. 

También se llevaron adelante iniciativas de apoyo al sistema sanitario. Estudiantes de escuelas técnicas diseñaron y produjeron mascarillas para el personal de salud; alumnos de los centros de formación profesional confeccionaron barbijos y se pusieron a disposición muchas casas de encuentro y retiro para alojar a enfermos leves y adultos mayores.

Pero la ayuda no quedó ahí. La pandemia agravó la situación de aislamiento, por ejemplo, de los habitantes de los parajes y caseríos de la zona patagónica. Hacia allí fueron los misioneros salesianos llevando leña, alimentos y la escucha atenta a sus necesidades. En muchos barrios, los jóvenes se organizaron para acompañar a los chicos y chicas en edad escolar, ya sea por WhatsApp, videollamada o haciendo llegar cuadernillos y materiales. Y en numerosos barrios, a las familias se les hizo llegar elementos de limpieza para mantener la higiene de su hogar.


Los jóvenes fueron los protagonistas de muchos de los proyectos realizados este año para hacer frente a la emergencia.
Conocé las historias de algunos de ellos en esta entrevista en vivo:


Hay historias y testimonios realmente impactantes en todas partes del país. Allí donde está presente la Familia Salesiana, no faltó la caridad con aquellos que más sufren la pandemia. 

En el Litoral, a la pandemia y a la emergencia económica se sumaron durante algunas semanas los incendios en las islas: hacia allá fueron los jóvenes de la obra salesiana; “los únicos que se aprestaron a venir”, como dijo una vecina de un barrio ribereño.

En la Patagonia, en medio de una ola polar que hizo que el termómetro llegara a los veinte grados bajo cero, hermanas, laicos y salesianos estaban preparando alimentos para entregar en los asentamientos donde no hay gas natural y el frío reventó las cañerías de agua corriente.

En en el conurbano bonaerense, los mismos jóvenes que todos los sábados preparaban actividades recreativas para los chicos y chicas de su barrio se pusieron el barbijo y se sumaron a las madres para cocinar viandas y meriendas. Como dijo uno de los voluntarios, recordando una frase de Don Bosco: “Es que Dios nos puso en el mundo para los demás”.

Estos son sólo algunos ejemplos. Podríamos seguir escribiendo durante horas y todavía faltaría mencionar a todas las personas que con su aporte y colaboración ayudaron a que otros puedan ayudar: aquí las que no alcanzan son las palabras de agradecimiento.

Seguramente la pandemia pasará, pero sus consecuencias perdurarán largo tiempo en la sociedad. Incluso algunas de ellas ya las podemos percibir: aumento de la pobreza, sobre todo entre niños y jóvenes, y mayores dificultades para conseguir empleo. Por eso seguir ayudando, hoy más que nunca, sigue siendo una urgencia.

Podés encontrar muchas de las acciones desarrolladas este año en cada casa de la obra de Don Bosco en el “mapa de la esperanza”.

Y a través de la plataforma Por los Jóvenes podés hacer llegar tu colaboración de una manera fácil y segura: ingresá aquí para hacer tu aporte.

BOLETÍN SALESIANO – DICIEMBRE 2020

Ayudar a que otros ayuden

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Cuando en marzo las puertas se cerraron, se abrieron los corazones. Miles y miles de colaboradores se organizaron para tender una mano en la emergencia. Ayudar a otros es una forma de ser agradecidos.

Este año, la obra de Don Bosco dio positivo. ¿Cuál fue el “test”? Una compleja prueba de solidaridad, servicio y acción por el otro desplegada desde el 20 de marzo que permitió llegar durante estos meses a cientos de miles de personas en todo el país. 

Cuando a principios de año las puertas se cerraron, se abrieron los corazones y las ganas de ayudar. Mientras docentes, educadores y estudiantes buscaban la mejor forma de trasladar sus tareas a la “virtualidad”, a la par de ellos se organizaron miles y miles de voluntarios para tender una mano en los distintos desafíos que presentó esta emergencia. El agradecimiento es doble: no sólo por salir a auxiliar a quienes más sufren la pandemia, sino también por darle la posibilidad a otras tantas miles de personas de poder ayudar aún desde sus casas.

La pandemia agravó la situación especialmente frágil en que viven amplios sectores de nuestra sociedad. En numerosas obras salesianas se organizaron entregas de bolsones de alimentos; se abrieron comedores, y se cocinaron y distribuyeron viandas entre personas en situación de calle. 

También se llevaron adelante iniciativas de apoyo al sistema sanitario. Estudiantes de escuelas técnicas diseñaron y produjeron mascarillas para el personal de salud; alumnos de los centros de formación profesional confeccionaron barbijos y se pusieron a disposición muchas casas de encuentro y retiro para alojar a enfermos leves y adultos mayores.

Pero la ayuda no quedó ahí. La pandemia agravó la situación de aislamiento, por ejemplo, de los habitantes de los parajes y caseríos de la zona patagónica. Hacia allí fueron los misioneros salesianos llevando leña, alimentos y la escucha atenta a sus necesidades. En muchos barrios, los jóvenes se organizaron para acompañar a los chicos y chicas en edad escolar, ya sea por WhatsApp, videollamada o haciendo llegar cuadernillos y materiales. Y en numerosos barrios, a las familias se les hizo llegar elementos de limpieza para mantener la higiene de su hogar.


Los jóvenes fueron los protagonistas de muchos de los proyectos realizados este año para hacer frente a la emergencia.
Conocé las historias de algunos de ellos en esta entrevista en vivo:


Hay historias y testimonios realmente impactantes en todas partes del país. Allí donde está presente la Familia Salesiana, no faltó la caridad con aquellos que más sufren la pandemia. 

En el Litoral, a la pandemia y a la emergencia económica se sumaron durante algunas semanas los incendios en las islas: hacia allá fueron los jóvenes de la obra salesiana; “los únicos que se aprestaron a venir”, como dijo una vecina de un barrio ribereño.

En la Patagonia, en medio de una ola polar que hizo que el termómetro llegara a los veinte grados bajo cero, hermanas, laicos y salesianos estaban preparando alimentos para entregar en los asentamientos donde no hay gas natural y el frío reventó las cañerías de agua corriente.

En en el conurbano bonaerense, los mismos jóvenes que todos los sábados preparaban actividades recreativas para los chicos y chicas de su barrio se pusieron el barbijo y se sumaron a las madres para cocinar viandas y meriendas. Como dijo uno de los voluntarios, recordando una frase de Don Bosco: “Es que Dios nos puso en el mundo para los demás”.

Estos son sólo algunos ejemplos. Podríamos seguir escribiendo durante horas y todavía faltaría mencionar a todas las personas que con su aporte y colaboración ayudaron a que otros puedan ayudar: aquí las que no alcanzan son las palabras de agradecimiento.

Seguramente la pandemia pasará, pero sus consecuencias perdurarán largo tiempo en la sociedad. Incluso algunas de ellas ya las podemos percibir: aumento de la pobreza, sobre todo entre niños y jóvenes, y mayores dificultades para conseguir empleo. Por eso seguir ayudando, hoy más que nunca, sigue siendo una urgencia.

Podés encontrar muchas de las acciones desarrolladas este año en cada casa de la obra de Don Bosco en el “mapa de la esperanza”.

Y a través de la plataforma Por los Jóvenes podés hacer llegar tu colaboración de una manera fácil y segura: ingresá aquí para hacer tu aporte.

BOLETÍN SALESIANO – DICIEMBRE 2020

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