Un estilo de acción misionera

Compartir

La dinámica misionera en la Patagonia y sus inconvenientes.

Don Bosco partió de un diseño de misiones fronterizas, su idea era evangelizar niños indígenas para multiplicar la fe entre sus padres y propiciar vocaciones autóctonas.
Imágen: Archivo Salesiano Argentina Sur, sede Bahía Blanca.

Por María Andrea Nicoletti e Iván Ariel Fresia, sdb1 //
mariaandreanicoletti@gmail.com y afresia@donbosco.org.ar

La acción misionera salesiana en la Patagonia se desarrolló a partir de dos metodologías básicas con distintas variantes adecuadas al territorio a evangelizar: misiones itinerantes o volantes y reducciones. En cuanto a las modalidades de evangelización, el primer proyecto de Don Bosco buscaba establecerse en zonas consideradas de frontera para ingresarcautelosamente, observando el mejor modo de hacerlo y permitiendo que los indígenas se habituar a la presencia misionera y al ingreso de los misioneros a sus comunidades: “introducirse poco a poco en los desiertos de la Patagonia y ganar a aquellas tribus abriendo escuelas para sus niños y recogerlos en hospicios y orfanatos”.2

Don Bosco partió de un diseño de misiones fronterizas, acorde a la información que manejaba y que los misioneros proporcionaban desde el territorio. Su idea de evangelizar niños indígenas para multiplicar la fe entre sus padres y propiciar vocaciones autóctonas respondió a este concepto de misión de frontera: una misión exploratoria, de acercamiento y de penetración lenta y sistemática entre infieles y herejes —extranjeros protestantes que formaban colonias en pleno territorio nacional—. 

Don Bosco partió de un diseño de misiones fronterizas: una misión exploratoria, de acercamiento y de penetración lenta y sistemática entre infieles y herejes.

Don Rúa puso el acento en reforzar las misiones abiertas en el período anterior pero también en consolidar y expandir la obra en territorios que habían comenzado a ser explorados3. Durante el período de Don Bosco se produjo el afianzamiento de las misiones sobre los ríos con proyección hacia la cordillera. Durante la etapa de Don Rúa los centros misioneros más poblados se consolidaron especialmente como núcleos educativos y las misiones se proyectaron hacia otros espacios misioneros.

Otros caminos, el mismo objetivo

Don Cagliero, vicario apostólico de la Patagonia, proponía con urgencia: “multiplicar las residencias fijas hacia todos los lugares donde se han reagrupado un cierto número de familias (…) con misioneros residentes”. Este modelo, más cercano a las reducciones, buscaba que los indígenas abandonaran la vida nómade y mejorar su sistema económico de alta movilidad. Además pretendía que el sacerdote pudiera establecerse el tiempo suficiente para que ellos recibiesen el catecismo y los sacramentos necesarios para lograr la conversión completa, ya que “las causas de tanto mal se encuentran en la ignorancia religiosa, en la lejanía de los centros de civilización cristiana en el contacto con los indígenas”.4

Don Ricaldone, como visitador salesiano, coincidió con esta idea, proponiendo el modelo de las misiones bilingües capuchinas de la Araucanía, subrayando la necesidad de misioneros que hablaran la lengua aborigen. Además de ajustar las jurisdicciones de cada centro, Don Ricaldone, puso el acento en la organización interna de las misiones, insistiendo en aquellas debilidades que había identificado: observancia de la regla, de los ejercicios espirituales y de piedad y falta de uniformidad en las prácticas misioneras que requerían una sistematización urgente.5

Mientras que el Vicariato privilegiaba las “misiones ambulantes”, volantes o itinerantes, en la Prefectura sostenían la acción misionera desde la “reducción” donde se atraía a la población originaria hacia un sitio estable convirtiéndose en sede desde donde se irradiaba la acción misionera. Las características del territorio, la diversidad de la población local, las necesidades particulares y la disponibilidad del personal misionero determinaron la elección de una técnica u otra, o su combinación.

Donde otros no llegan

La presencia avasallante de los misioneros y misioneras de ambas Congregaciones, a pesar del escaso número, integrando los ámbitos rurales y urbanos, se abrió a la atención de grupos sociales, que el Estado no tenía interés en sostener, especialmente a los indígenas sobrevivientes, mediante la fundación de centros misioneros en sectores rurales con parroquias, templos y capillas en las poblaciones ya establecidas, desde donde partían las misiones volantes o itinerantes al interior de los territorios.6 La atención de la población urbana se concentró, en cambio, en sus parroquias y escuelas que dependiendo de cada territorio entraron en conflicto o bien se complementaron con los establecimientos del Estado nacional. Distintos actores sociales como el Estado y la Iglesia, observaban desde diferentes ángulos esta extensión inmediata y vertiginosa de su labor misionera a lo largo y a lo ancho del territorio patagónico, construyendo su propia red de misiones y colegios.7

La reorganización de los circuitos misioneros establecidos entre 1903 y 1908, volvieron al proyecto original de Don Bosco en cuanto a su idea de evangelización del infiel –término utilizado en la evangelización del siglo XIX– , pero buscaron superar la idea de frontera pensando en misiones permanentes que agruparan a la población indígena con misioneros que comprendieran su lengua y su cultura. Los problemas que imposibilitaron concretar este ideal fueron la relación entre el inmenso territorio, el personal escaso y las problemáticas que presentaban los pueblos originarios tras la conquista militar y sus consecuencias. 

Las distancias enormes y la incomunicación del territorio siempre presentaban desequilibrios y afectaban en el seguimiento de la actividad misionera, la formación de los misioneros y misioneras, la sistematización y la organización de las misiones.

La Patagonia para los misioneros y misioneras era un “desierto” pero no en el sentido político que le dio el Estado8, o sea un territorio “vacío de indígenas”; sino contrariamente poblado de indígenas, pero de indígenas salvajes y bárbaros, o sea infieles, que había que “civilizar y evangelizar”, según los cánones de la época. Las distancias enormes y la incomunicación del territorio siempre presentaban desequilibrios y afectaban el seguimiento de la actividad misionera así como la formación de los misioneros y misioneras, la sistematización y la organización de las misiones. La dispersión y sometimiento de los indígenas tras la conquista violenta, dificultaron enormemente el acercamiento posterior de los misioneros y las misioneras no sólo por la resistencia silenciosa en la conservación de su lengua y su cultura, por los cambios culturales, sociales y económicos que afectaron su supervivencia.


  1. María Andrea Nicoletti es doctora en Historia (Universidad Complutense de Madrid), docente e investigadora superior del CONICET y miembro de ACSSA-A. Iván A. Fresia es doctor en Historia (UNCuyo) y postdoctorado en Ciencias Humana y Sociales (UBA), miembro de ACSSA-A y miembro asociado del Istituto Storico Salesiano (ISS).
  2. Archivo Propaganda Fide, Vol 14, 38-42, Lettera di don Bosco al Santo Padre, Torino, 5 aprile 1878.
  3. M.A Nicoletti, “La acción salesiana en el marco de la consolidación de la Nación en la Patagonia (1880-1920): el proyecto de evangelización en la realidad misionera”, en: M. A. Nicoletti – I. A Fresia – J. picca, Iglesia y Estado en la Patagonia. Repensando las misiones salesianas, 1880-1916, Rosario: Prohistoria, 2016.
  4.  Archivo Propaganda Fide, NS, Vol 73, Vicariato apostolico della Patagonia Settentrionale e Centrale. Relazione per quinquenio, 1903-1908.
  5.  M. A. Nicoletti, “Misiones “ad gentes”: Manuales misioneros salesianos para la evangelización de la Patagonia (1910-1924)”, en:  Ricerche Storiche Salesiane, 40 (2002), 1-40.
  6.  CF. M. A. Nicoletti – I. A Fresia – J. Picca, Iglesia y Estado en la Patagonia. Repensando las misiones salesianas, 1880-1916, Rosario: Prohistoria, 2016.
  7.  M. A. Nicoletti, Indígenas y misioneros en la Patagonia. Huellas de los salesianos en la cultura y religiosidad de los pueblos originarios, Buenos Aires: Continente, 2008.
  8. P. Navarro Floria, “El desierto y la cuestión del territorio en el discurso político argentino sobre la frontera sur”, en: Revista Complutense de Historia de América (Universidad Complutense de Madrid), 28 (2002), 139-168.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2023

Noticias Relacionadas

Me llamo Ángela Vallese

En primera persona. Un relato en primera persona de Ángela Vallese.

Un amigo siempre está

Historia salesiana. Don Pietro Merla y su camino con Don Bosco.

Me llamo Carlos Cavalli

En primera persona. Un relato en primera persona de Carlos Cavalli.

“Sueño con morir por ellos”

Iglesia. Carlos Mugica: el “cheto” de Barrio Norte que quiso ser el cura de los villeros de Retiro.