Esperanza
Se terminó
Caen las hojas sin compasión
Esa mañana que diluvió
Llevaste tus cosas
Y entre ellas, mi corazón
Otro naufragio
Otro fracaso irónico
Cuando creía que la pasión
No moriría
Ni un solo día
Solo quiero saber (Saber, saber)
Si todavía queda un poco de amor (Un poco de amor)
Si todavía existe alguna ilusión
Si me estás olvidando o extrañando
(…) Esperanza
Tengo un poco de esperanza
Solo un poco, no hace nada
Vivo por esta esperanza
Un poco de esperanza
(Continúa…)
Artista: Silvina Moreno
Álbum: Herminia (2019)
Por Diego Coronel
diegocoronel@hotmail.com
Otro naufragio… otro fracaso… a pesar de… y de todo, y de tanto… sigo, seguimos. “Mi esperanza” está y reaparece, se hace presente y contra todo pronóstico se empecina en que mire distinto, que descubra ese “algo” que puede ser diferente, que me abra a la posibilidad de los intentos, a la oportunidad de lo inesperado. Y es que “… tengo un poco de esperanza, vivo por esta esperanza, sólo un poco de esperanza…” que muchas veces parece ser lo único que nos queda.
En medio de tanta incertidumbre, de tanto cambio constante, nos preguntamos: ¿Qué podemos esperar? y ¿Por qué esperar? La esperanza parece conectar nuestros anhelos, nuestros deseos, con aquello que le da sentido a nuestro presente y nuestro futuro. Pero no con la forma de la “expectativa”, que nos lleva a veces a la desilusión, sino como opción personal, como ejercicio que transforma, como profundo acto de Fe.
Silvina Moreno junto a Agarrate Catalina rescatan de la situación de esta canción aquello que parece siempre impulsarnos y alentarnos a seguir: “La esperanza”. Pero… ¿qué esperanza? ¿Cómo? Y… ¿dónde?
Yo, creo en ella, mi esperanza de manos abiertas, que no promete nada, que no responde con fórmulas ni recetas al resultado de lo que quiero, pero que está ahí, acompañando en las miradas, en mis luchas.
Creo en ella, mi esperanza viva, que me sale al encuentro en la situación inesperada, improvisando, invitándome a recrear, y a veces a empezar de nuevo.
Creo en ella, mi esperanza buscadora de preguntas, muchas veces sin respuestas; con dudas y temores, auténtica y hermosa, que me saca a bailar sin música.
Creo en ella, mi esperanza sin disfraces, que aparece y que se esconde, o quizás no veo, o no reconozco, y al instante me encuentra ella a mí, así, sin más.
“Vivo por esta esperanza, un poco de esperanza”, que impulsa, que alienta la vida y la potencia. Convocarla es la tarea, ir hacia ella, a su encuentro, ahí donde nace, en las miradas, en las luchas, en los caminos, en los gestos, en las caricias, los abrazos, las utopías, en la memoria.
Como dice Eduardo Galeano: “La mía, es una esperanza viva y, por lo tanto, no sólo está a salvo de la duda, sino que se alimenta de ella».
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – AGOSTO 2021