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La misión salesiana en San Pedro Carchá, Guatemala: evangelización y promoción humana para miles de jóvenes.

Los salesianos están presentes en esta zona, a doscientos kilómetros de la capital, desde hace 85 años.

Con la colaboración del Boletín Salesiano de Centroamérica

Por su clima benigno, Guatemala es conocido como el país “de la eterna primavera”. Los salesianos están presentes en la capital con una universidad, un colegio y cuatro parroquias. Además, es sede de formación de salesianos jóvenes para varios países de América Latina. Y junto con las presencias salesianas en Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá conforman la inspectoría de Centroamérica, cuya sede está en la capital guatemalteca. 

La población de Guatemala ronda los diecisiete millones de habitantes. Después de Bolivia, es el país de América Latina con mayor población originaria: 60%. De los 25 pueblos, 22 son de descendencia maya. Y al igual que en los demás países de América, se encuentran en los sectores más pobres de la sociedad.

Jóvenes con boleto de salida

Doscientos kilómetros al norte de la capital, los salesianos atienden pastoralmente desde hace 85 años un importante territorio indígena. San Pedro Carchá es uno de los mayores municipios del país. Su clima templado y húmedo ha favorecido cultivos de exportación como el café y el cardamomo mediante latifundios, que conviven con la agricultura de subsistencia: maíz y frijoles.

Actualmente trabajan allí nueve salesianos provenientes de países como India, Australia, Italia, Honduras, Costa Rica y El Salvador. Y también dos comunidades religiosas femeninas de la Familia Salesiana: Hijas de María Auxiliadora y Esclavas del Sagrado Corazón.

Los problemas sociales son numerosos: en primer lugar, el alto nivel de pobreza económica que provoca una masiva emigración laboral tanto hacia la capital como hacia los Estados Unidos. Además, la educación pública es escasa y de baja calidad, y el racismo hace que la minoría no indígena tenga una posición de privilegio sobre la población autóctona.

“En la capital ganan salarios muy bajos y además tienen que pagar la vivienda y la comida. Son trabajos de riesgo, como policías o vigilantes. El viaje a Estados Unidos es muy riesgoso y clandestino, pero encuentran trabajo. Mandan sus remesas, se mantienen comunicados con sus familias y siempre piensan en regresar”, relata el salesiano Heriberto Herrera, director de la comunidad. Nacido en Costa Rica, desde hace 25 años que trabaja en Carchá. Además es director del Boletín Salesiano de Centroamérica.

Evangelizar y promover a las personas

Los salesianos presentes en Carchá optaron por prestar servicio en dos frentes: evangelización y educación. En el ámbito educativo, las “joyas” son dos extraordinarios centros con régimen de internado: Centro Don Bosco para los varones y Talita Kumi para las mujeres. Juntos atienden a más de mil niños, niñas y adolescentes. “Tenemos también una sede de la Universidad Salesiana de Guatemala, que tiene más alumnos que la central. Las carreras más fuertes son Pedagogía y Agronomía. En general, los jóvenes que estudian, se quedan en el campo. Los otros se van”, agrega Heriberto.

Los catequistas indígenas son líderes de peso en la comunidad. Sirven a los suyos en forma colegiada y democrática.

La población indígena es altamente religiosa. Gracias al profundo impulso del Concilio Vaticano II, hace varias décadas se cambió la pastoral en la diócesis, con la adopción de la lengua qeqchí como la propia de la evangelización y la liturgia, y la asunción de los nativos como protagonistas de la animación pastoral de las numerosas comunidades rurales. Se multiplicaron los catequistas y la constitución de comunidades fuertemente católicas a lo largo y ancho de las más de trescientas aldeas rurales. 

Evangelización y promoción humana son dos caras de la misma moneda, donde jugaron y juegan un rol de primera importancia los jóvenes y la música. También se fortaleció el liderazgo local comunitario. Cada vez más indígenas ocupan puestos clave en la educación y administración civil local.

La animación pastoral es múltiple: catequesis de los sacramentos, ministros extraordinarios de la eucaristía, pastoral juvenil y de la niñez, grupos musicales religiosos. Los catequistas indígenas son líderes de peso en la comunidad. Sirven a los suyos en forma colegiada y democrática. Gozan de gran prestigio y, más que ayudantes del misionero, ejercen su oficio religioso y social con marcada autonomía.

En Carchá, evangelización y promoción humana son dos caras de la misma moneda.

Además, han surgido dos congregaciones religiosas autóctonas: las Hermanas del Resucitado y los Misioneros de Cristo Buen Pastor. Liberados de esquemas religiosos occidentales, ensayan con acierto un modelo de vida religiosa en sintonía con la cultura indígena.

“Celebramos en el idioma de ellos. La Biblia está en su lengua. Cada aldea tiene su organización social, que maneja la vida de la comunidad y también la vida religiosa”, comenta el padre Heriberto, quien vino por primera vez aquí siendo un joven sacerdote: “Los caminos eran muy precarios, entonces dormíamos en las comunidades, en cualquier condición. Convivíamos por días. Para mí fue muy fuerte. Me sentí afortunado, porque pude desarrollarme como ‘pastor’: un pastor salesiano. Los muchachos fueron nuestros primeros catequistas. Y hoy son miles los muchachos y  muchachas que se han formado con nosotros en la misión salesiana”.

BOLETIN SALESIANO – AGOSTO 2020

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La misión salesiana en San Pedro Carchá, Guatemala: evangelización y promoción humana para miles de jóvenes.

Los salesianos están presentes en esta zona, a doscientos kilómetros de la capital, desde hace 85 años.

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Por su clima benigno, Guatemala es conocido como el país “de la eterna primavera”. Los salesianos están presentes en la capital con una universidad, un colegio y cuatro parroquias. Además, es sede de formación de salesianos jóvenes para varios países de América Latina. Y junto con las presencias salesianas en Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá conforman la inspectoría de Centroamérica, cuya sede está en la capital guatemalteca. 

La población de Guatemala ronda los diecisiete millones de habitantes. Después de Bolivia, es el país de América Latina con mayor población originaria: 60%. De los 25 pueblos, 22 son de descendencia maya. Y al igual que en los demás países de América, se encuentran en los sectores más pobres de la sociedad.

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Doscientos kilómetros al norte de la capital, los salesianos atienden pastoralmente desde hace 85 años un importante territorio indígena. San Pedro Carchá es uno de los mayores municipios del país. Su clima templado y húmedo ha favorecido cultivos de exportación como el café y el cardamomo mediante latifundios, que conviven con la agricultura de subsistencia: maíz y frijoles.

Actualmente trabajan allí nueve salesianos provenientes de países como India, Australia, Italia, Honduras, Costa Rica y El Salvador. Y también dos comunidades religiosas femeninas de la Familia Salesiana: Hijas de María Auxiliadora y Esclavas del Sagrado Corazón.

Los problemas sociales son numerosos: en primer lugar, el alto nivel de pobreza económica que provoca una masiva emigración laboral tanto hacia la capital como hacia los Estados Unidos. Además, la educación pública es escasa y de baja calidad, y el racismo hace que la minoría no indígena tenga una posición de privilegio sobre la población autóctona.

“En la capital ganan salarios muy bajos y además tienen que pagar la vivienda y la comida. Son trabajos de riesgo, como policías o vigilantes. El viaje a Estados Unidos es muy riesgoso y clandestino, pero encuentran trabajo. Mandan sus remesas, se mantienen comunicados con sus familias y siempre piensan en regresar”, relata el salesiano Heriberto Herrera, director de la comunidad. Nacido en Costa Rica, desde hace 25 años que trabaja en Carchá. Además es director del Boletín Salesiano de Centroamérica.

Evangelizar y promover a las personas

Los salesianos presentes en Carchá optaron por prestar servicio en dos frentes: evangelización y educación. En el ámbito educativo, las “joyas” son dos extraordinarios centros con régimen de internado: Centro Don Bosco para los varones y Talita Kumi para las mujeres. Juntos atienden a más de mil niños, niñas y adolescentes. “Tenemos también una sede de la Universidad Salesiana de Guatemala, que tiene más alumnos que la central. Las carreras más fuertes son Pedagogía y Agronomía. En general, los jóvenes que estudian, se quedan en el campo. Los otros se van”, agrega Heriberto.

Los catequistas indígenas son líderes de peso en la comunidad. Sirven a los suyos en forma colegiada y democrática.

La población indígena es altamente religiosa. Gracias al profundo impulso del Concilio Vaticano II, hace varias décadas se cambió la pastoral en la diócesis, con la adopción de la lengua qeqchí como la propia de la evangelización y la liturgia, y la asunción de los nativos como protagonistas de la animación pastoral de las numerosas comunidades rurales. Se multiplicaron los catequistas y la constitución de comunidades fuertemente católicas a lo largo y ancho de las más de trescientas aldeas rurales. 

Evangelización y promoción humana son dos caras de la misma moneda, donde jugaron y juegan un rol de primera importancia los jóvenes y la música. También se fortaleció el liderazgo local comunitario. Cada vez más indígenas ocupan puestos clave en la educación y administración civil local.

La animación pastoral es múltiple: catequesis de los sacramentos, ministros extraordinarios de la eucaristía, pastoral juvenil y de la niñez, grupos musicales religiosos. Los catequistas indígenas son líderes de peso en la comunidad. Sirven a los suyos en forma colegiada y democrática. Gozan de gran prestigio y, más que ayudantes del misionero, ejercen su oficio religioso y social con marcada autonomía.

En Carchá, evangelización y promoción humana son dos caras de la misma moneda.

Además, han surgido dos congregaciones religiosas autóctonas: las Hermanas del Resucitado y los Misioneros de Cristo Buen Pastor. Liberados de esquemas religiosos occidentales, ensayan con acierto un modelo de vida religiosa en sintonía con la cultura indígena.

“Celebramos en el idioma de ellos. La Biblia está en su lengua. Cada aldea tiene su organización social, que maneja la vida de la comunidad y también la vida religiosa”, comenta el padre Heriberto, quien vino por primera vez aquí siendo un joven sacerdote: “Los caminos eran muy precarios, entonces dormíamos en las comunidades, en cualquier condición. Convivíamos por días. Para mí fue muy fuerte. Me sentí afortunado, porque pude desarrollarme como ‘pastor’: un pastor salesiano. Los muchachos fueron nuestros primeros catequistas. Y hoy son miles los muchachos y  muchachas que se han formado con nosotros en la misión salesiana”.

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