¿Educación familiar + instrucción escolar?

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Las experiencias de Francisco Besucco, Miguel Magone y Domingo Savio

  1. La vida familiar como contexto educativo

“La familia es la primera escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen uso de la libertad. Hay inclinaciones desarrolladas en la niñez que impregnan la intimidad de una persona y permanecen toda la vida como una emotividad favorable hacia un valor o como un rechazo espontáneo de determinados comportamientos. Muchas personas actúan toda la vida de una determinada manera porque consideran valioso ese modo de actuar que se incorporó en ellos desde la infancia” (Amoris Laetitia, 274). Sin embargo, esta afirmación tan positiva contrasta con “la situación de las familias sumergidas en la miseria, castigadas de tantas maneras, donde los límites de la vida se viven de forma lacerante”, como reconoce el mismo papa Francisco al comienzo del documento mencionado (49).
Cuando los hijos no encuentran en el propio hogar el ambiente familiar adecuado, la escuela tiene que asumir una función de suplencia. Eso sucede con bastante frecuencia, y no sólo en las familias con dificultades para cubrir sus necesidades básicas: el mismo problema se instala también en condiciones de clase media o alta cuando no existe compromiso duradero. El panorama se completa con el deseo de emancipación y consumo que promociona los medios masivos de comunicación y la ideología vigente.

  1. Volver a proponer un estilo auténtico de familia

Las contingencias de la sociedad actual no son del todo inéditas, aunque se demuestran más complejas que en el siglo XIX. Entonces resonaban todavía los ecos del Iluminismo y de la Revolución Francesa, mientras comenzaban a oírse los preludios de la innovación industrial y tecnológica. Y en nuestros días experimentamos la embriaguez de los efectos tanto benéficos como perversos de ambos fenómenos
Durante los años del febril Risorgimento italiano —desde 1854 hasta 1863— tres adolescentes vivieron con Don Bosco una breve pero fecunda experiencia educativa: Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco Besucco, procedentes de situaciones familiares modestas pero diferentes: Domingo, hijo de un herrero y afable; Miguel, huérfano de padre y callejero; Francisco, montañés y retraído. Los tres murieron al poco tiempo y de ellos Don Bosco redactó sendas biografías.
A continuación se transcribe aunque más no sea un fragmento de una de ellas, donde se percibe el tono del espíritu de familia y el protagonismo juvenil que Don Bosco comenzaba a inculcar y reproducir justamente durante esos años: “Entre jóvenes suele ocurrir que algunos quedan marginados por sus compañeros, ya por brutos o vagos, ya por tímidos o por estar apesadumbrados a causa de algún disgusto. Chicos así suelen sufrir el peso del abandono cuando más necesidad tienen del consuelo de un amigo. Esos eran los amigos de Domingo. Se acercaba a ellos, los alegraba con interesantes conversaciones, les daba buenos consejos y más de una vez sucedió que algunos que estaban decididos a entregarse al desorden mejoraron animados por las caritativas palabras del amigo” (páginas 84-85, en la biografía indicada). 

  1. Crecer en el ejercicio de la libertad

Aprender a relacionarse con los demás es una capacidad que se adquiere con gradualidad desde el reducido círculo familiar durante la infancia, se amplía mediante el juego y el compañerismo en la niñez, madura a través del desarrollo de la adolescencia y alcanza su airosa pujanza en la juventud.
“La familia es el ámbito de la socialización primaria, porque es el primer lugar donde se aprende a colocarse frente a otro, a escuchar, a compartir, a soportar, a respetar, a ayudar, a convivir. La tarea educativa tiene que despertar el sentimiento del mundo y de la sociedad como lugar, es una educación para saber ‘habitar’, más allá de los límites de la propia casa (Amoris Laetitia, 276).
Es de esperar que se den auténticos pasos de calidad educativa sostenidos tanto por la integridad familiar como mediante la instrucción escolar, de tal manera que de veras impulsen la corresponsabilidad, habilitando al protagonismo desinteresado, al altruísmo solidario y a la colaboración sincera.

  1. Para ampliar la información y continuar la reflexión
  • PAPA FRANCISCO, Amoris Laetitia. La alegría del amor, 274-279. San Pablo. Buenos Aires, 2016. Páginas 229-234.
  • BOSCO, J. Vida de Domingo Savio, alumno del Oratorio de San Francisco de Sales. Ediciones Didascalia. Rosario, 2010. Páginas 79-87.

 Preguntas para profundizar la lectura

  • ¿Cuáles son las condiciones que favorecen la continuidad educativa entre la familia y la escuela?
  • ¿Qué dificultades se pueden encontrar en la relación entre los padres y los docentes?

Por Juan Picca, sdb • jpicca@donbosco.org.ar
Boletín Salesiano, septiembre 2017

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