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AUTOR
Ismael Serrano
DISCO
La llamada (2014)
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La llamada Comiendo pipas de girasol, sentado en un banco del parque, la tarde alumbra tu aburrimiento. No era esto lo prometido: niño perdido, desde el andamio, todo tu barrio te veneraba. Y ahora sueñas en la cola del paro, con un verano con playas de oro que no verás. Princesa, acuda a caja tres, de pie y sin pausa más de ocho horas, diosa precaria a tiempo parcial. Y no habrá sombra de Grey que ayude a que el querube que espera en casa tenga su nana de la cebolla. Bella mariposa, aún se consuela con no ser ella la que rebusca en el basural. Escucha la llamada, únete al grito de los cansados, la vida fue un ensayo hasta ahora, sal a la calle, salta las olas, brilla en la tarde tú luz de aurora. Que el miedo cambie de bando, que el precariado se haga visible, que no se olviden de tu alegría Que la tristeza, si es compartida, se vuelve rabia que cambia vidas. Limpiando la mugre de otros, respira el polvo de ropa ajena, bebe la pena en el fregadero. Equilibrista de fin de mes, a descoser para los muchachos todos los bajos del pantalón. (Continúa...)
Esa sensación en tu bolsillo acaba de volver. La primera vez, te agarra la duda: “¿lo imaginé o realmente vibró el celular?”. Con el segundo movimiento, se vuelve casi imposible desatender a ese aparatito simpático que nos hemos acostumbrado a llevar a todos lados, más que cualquier estampita o foto familiar. ¡A veces nos olvidamos el celular, y aun así sentimos que nos llaman!
No hay nada malo en eso. Pero no lo neguemos: hasta el más insulso whatsapp es suficientemente importante como para detener el 95% de las cosas que estamos haciendo y chequear ese trascendental mensaje que alguien seguro nos destinó. Muchas veces no son más que “jajajas”, pero de todas maneras sabemos que es imprescindible mirar, porque el próximo sí puede ser impostergable.
Hubo alguna vez un tiempo donde un celular era cosa de otro planeta, y recibir una llamada era algo único y hasta emocionante. Pero puede pasarnos hoy, en una época en donde la dificultad de comunicarnos con alguien que está a kilómetros de distancia se reduce a la posibilidad de mover de izquierda a derecha el dedo pulgar sobre una pantalla sensible, que de a poco vayamos perdiendo la sensibilidad para escuchar otras llamadas.
Este parece ser el corazón de la canción de Ismael Serrano, que se encargó de grabar llamando a participar a personas de todo el mundo que quisieran sumar sus voces a los versos.
Cada uno de ellos nos hablan de distintas situaciones que les duelen en carne y hueso a muchas personas. Algunas nos pueden sonar lejanas, porque tienen que ver con la realidad europea de hoy, allá donde han aparecido “los indignados”.
De todas formas acá, en nuestra patria grande de Latinoamérica, hace rato nos sobran los motivos para indignarnos con el dolor de tantos, herederos de sistemas de injusticias que han dejado heridas y aún estamos sanando.
Nosotros, con corazón salesiano, no podemos dejar de decirnos los unos a los otros “Escuchá la llamada”: la de los pibes que más solos están, la de Dios en sus vidas.
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Para reflexionar: • Y vos ¿a qué llamada atendés? ¿Qué te provocan esos llamados? • ¿Cuáles son los mensajes que no dejás pasar? ¿Qué cosas te distraen a la hora de escuchar? • ¿Quiénes quieren olvidarse de tu alegría? |
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