Salir de nuestros marcos teóricos hacia la intemperie donde están los jóvenes
“La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio del ‘siempre se ha hecho así’. Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades” (EvangeliiGaudium, 33).
Retomando esta cita de Francisco, No siempre se hizo asíes el título de una nueva publicación del salesiano Ariel Fresia con Ediciones Don Bosco Argentina. Y es la invitación que realiza el autor a pensar una pastoral juvenil diferente: “Estamos desfasados de época”.
¿Por qué afirmás en tu libro que la pastoral juvenil actual “no convence”?
La pastoral, como dice Francisco,ha sufrido los embates del tiempo. Hay cosas que antes hacíamos y nos salían muy bien pero que no las podemos seguir sosteniendo solamente“porque siempre se hizo así”. La pastoral ha quedado desfasada con el cambio de los chicos y las chicas. Por poner un ejemplo: a veces proponemos una adoración eucarística, y quizás para los chicos la forma de encuentro con Dios no es a través de la contemplación de un objeto religioso. A lo mejor la manera de encontrarse con lo religioso es la indignación ética ante los pobres y la injusticia; o el asombro ante la belleza de una canción o de un paisaje.Si insistimos en estancarnos en actividades que se hacen hace 10, 20 o treinta años como únicas propuestas, no vamos a atraer a los chicos, no vamos a convencer, porque no están en relación con su forma de vivir la experiencia religiosa.
Por un lado, tenemos una forma religiosa institucionalizada que responde a lo que “hay que hacer”. Y por otro lado están los chicos, con lo que les gusta, lo que los hace sentir bien, lo que los ata con los otros y con las necesidades de los más pobres. Tiene que ver con la informalidad, con el movimiento, y no tanto con lo “rígido”. Las estructuras de la pastoral actual no convencen porque están pensadas para jóvenes que ya no existen, o que son un grupo muy reducido.
¿Y qué consecuencias trae ese formato, si hasta ahora “funcionó”?
Cuando antes no participaba nadie, esa era la forma de la participación. Pero en la época de las democracias, de la universalización del acceso a Internet y de las redes no se puede pensar en una participación como lo era en los años cincuenta o sesenta.
Decimos muchas veces que los jóvenes no se comprometen, no quieren o no saben:porque no lo hacen al modo de la responsabilidad delegada que nosotros los adultos les damos. Los chicos son creativos, sensibles e incluso creyentes, pero de otra forma, diferente a la que esperamos o les ofrecemos los adultos. Entonces, si los jóvenes son importantes en la pastoral juvenil, son ellos los que tienen que liderar los procesos, y no los adultos.
Y frente a esta realidad, ¿qué podemos hacer?
Hay que ponerse a pensar en grande, de manera creativa.Debemos estar abiertos a la época y a las demandas de los chicos. Tenemos que arriesgarnos a que nuestras propuestas pastorales sean contraculturales,incluso al interior de la institución eclesial. Por eso planteo la necesidad de pensar una pastoral samaritana, no una pastoral del sacerdote o del levita. Éstos están fuertemente afincados en las instituciones, en el culto, en la liturgia; en cambio,el samaritano no tiene nada que perder porque no tiene templo, no tiene estructura. Lo importante no es la pureza de la doctrina o de las prácticas.
El fundamento de la pastoral son los jóvenes. En la situación en la que se encuentran. Y no el futuro de la institución. Es un cambio de perspectiva: el foco no está puesto en conservar la institución incluso a costa de los jóvenes, sino que son el centro, y hay que plantear instituciones que les sirvan a ellos.El dolor de los jóvenes tiene que ser también nuestro dolor. No podemos seguir adelante con nuestras pastorales actuales mientras los jóvenes no nos afectan y se quedan en el camino.
Por Ezequiel Herrero• redaccion@boletinsalesiano.com.ar
Boletín Salesiano, abril 2018