En la Obra Salesiana de Don Bosco en Formosa acompañan a jóvenes que buscan salir de las adicciones.

Por Sofía Romea
sromea@donbosco.org.ar
En el corazón de la ciudad de Formosa, dentro de la cálida parroquia María Auxiliadora, desde noviembre de 2024 se viene gestando una propuesta profundamente humana y pastoral: ‘Hijos de Don Bosco’, un servicio de acompañamiento a jóvenes en proceso de recuperación de las adicciones.
Esta iniciativa nace del deseo de estar cerca de quienes más lo necesitan, especialmente aquellos que buscan reconstruir sus vidas tras haber atravesado o estar atravesando el dolor de las dependencias.
Una respuesta salesiana a una necesidad urgente
La propuesta surge a partir de una inquietud concreta: ¿qué hacemos con quienes están luchando con las adicciones, que no encuentran un lugar de contención, que se sienten solos en su proceso de sanación? Don Bosco soñaba con una casa abierta para todos. Por eso, inspirados en sus enseñanzas –especialmente en las que cuidan a los más frágiles y vulnerables–, un grupo de laicos de la comunidad, junto al padre Jorge López, decidieron dar un paso adelante e iniciar un espacio para responder a estas necesidades.
El camino comenzó con escucha y discernimiento, atentos a los signos del Espíritu y al clamor de los jóvenes que pedían, muchas veces con gestos más que con palabras, una mano tendida. De esta forma nació ‘Hijos de Don Bosco’, como una experiencia comunitaria de acompañamiento y fe.
Actualmente participan en el espacio personas que se encuentran en diferentes etapas de recuperación. El grupo está conformado por hombres de entre 25 y 40 años que han atravesado situaciones complejas relacionadas con el consumo problemático de sustancias y que hoy viven de “changas”. Los encuentros se realizan durante la tarde-noche de los lunes, miércoles y viernes. Allí se realizan momentos de escucha personal, dinámicas grupales, instancias de reflexión y oración, además de actividades recreativas y de formación que buscan fortalecer el vínculo consigo mismos, con los otros y con Dios.
El equipo de acompañamiento está encabezado por Marcelo Mencia, psicólogo social que brinda su tiempo y su servicio junto a otros agentes de pastoral con muchos años de experiencia en acompañamiento a jóvenes y adultos en situaciones de vulnerabilidad. Ocasionalmente también prestan su tiempo otros especialistas en salud mental.

Una realidad que interpela
Los jóvenes que llegan a este espacio lo hacen cargando historias difíciles: rupturas familiares, contextos de pobreza, experiencias de violencia o abandono, trayectorias marcadas por la exclusión. Son vidas heridas que, sin embargo, siguen buscando un horizonte.
Lo que se encuentran en ‘Hijos de Don Bosco’ no es una solución mágica, sino una comunidad que camina con ellos, que no juzga, que apuesta por la esperanza incluso cuando todo parece perdido.
“No te van a decir que consumen porque les gustó. Generalmente hay un lado oculto, un pasado, una realidad que muchas veces no se muestra”, asegura Marcelo.
Según Marcelo, el trabajo principal es ir al origen, a la causa, al trauma que generó la situación de consumo. “No te van a decir que consumen porque les gustó. Generalmente hay un lado oculto, un pasado, una realidad que muchas veces no se muestra”, asegura. Ante estas situaciones, el apoyo de las familias se vuelve fundamental. Parte del proceso que realiza el equipo de acompañamiento es visitar los hogares para conocer en profundidad la realidad en la que viven los jóvenes, aunque no siempre se logra. Marcelo agrega que “a veces la familias no nos quieren recibir, o los mismos chicos no quieren involucrarlas”.
Acompañar, en este contexto, significa estar presente con humildad, sin imponer respuestas. Es aprender a escuchar más allá de las palabras, reconocer el ritmo de cada persona y ofrecer una presencia constante que transmita confianza y cuidado. Es también celebrar los pequeños logros, sostener en las caídas y, sobre todo, recordar al joven que su vida vale, que no está solo, que es profundamente amado.

Dios presente en lo cotidiano
La importancia de contar con un espacio como ‘Hijos de Don Bosco’ radica en su capacidad de ofrecer una red de contención afectiva y espiritual en un momento en que muchos de estos jóvenes experimentan el abandono o la desesperanza. Este tipo de iniciativas aportan algo que no siempre está garantizado: un entorno de familia, de fe, de comunidad viva que cree en la posibilidad del cambio.
En cada encuentro, Dios se hace presente de manera sencilla pero poderosa: en la escucha silenciosa, en el abrazo, en la palabra justa, en el perdón ofrecido y aceptado, en la alegría compartida. En este espacio, la fe no es algo impuesto, sino una experiencia que se va revelando a través del vínculo. Dios no aparece como un juez, sino como un Padre que abraza y espera, como un compañero de camino que nunca abandona.
‘Hijos de Don Bosco’ no es solo un proyecto social: es un signo concreto del Reino de Dios entre nosotros. Es la certeza de que ninguna vida está perdida, de que siempre se puede empezar de nuevo.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MAYO 2025