Un corazón agradecido

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Tenemos el deber de dar a conocer el bien que se hace.

El Rector Mayor junto a un grupo de jóvenes en su última visita a San Pablo, donde recibió la carta que comparte con los amigos y amigas del Boletín Salesiano.

Queridos lectores del Boletín Salesiano, amigos y amigas de Don Bosco, los saludo con cordialidad y afecto. Les hago llegar mi sencillo aporte de cada mes como saludo que nos anime a estar juntos.

El mismo Don Bosco daba cuenta a través del Boletín de lo que se iba haciendo en Valdocco y en otras casas salesianas, y también entusiasmaba a sus lectores con las noticias que llegaban de América. También hoy tenemos el deber de entusiasmar, de dar a conocer el bien que se hace, de acompañar incluso el dolor tan fuerte que se vive en estos momentos. Esta realidad nos tiene que hacer siempre cercanos a la mirada e incluso el dolor de los otros.

Quienes me vienen leyendo a lo largo de estos siete años habrán podido constatar que en este saludo intento sobre todo transmitir los “milagros” que el Señor me ha permitido descubrir y ver a lo largo y ancho del mundo; comunicar sencillos testimonios que llegan al corazón.

Hoy les traigo uno de ellos: resulta que ordenando papeles y escritos me encontré con una carta que me entregó una joven cuando hice mi visita a la casa llamada “Americana” en Brasil, en la inspectoría de San Pablo. En aquella visita viví uno de los encuentros y diálogos más ricos y profundos con jóvenes; durante dos horas hablamos de lo humano y lo divino. Cuando volví a encontrarme con esta carta, me dije a mí mismo que, con el permiso de Elian, tenía que compartir el sencillo mensaje que transmite el corazón de una joven que encontró en una casa salesiana un lugar y personas que le cambiaron la vida.

Pensé: Don Bosco estaría feliz también de dar a conocer lo que hoy dicen muchos jóvenes. Ellos han encontrado en sus casas amigos y patio con los que compartir, una escuela que les prepara para la vida, un espacio que les hace conocer en libertad a Dios, y una casa que recibe a todos incondicionalmente, como le ha ocurrido a Elian.

Su carta dice así:

Americana, 12 de octubre de 2017,

Querido P. Ángel: Mi nombre es Elian y tengo 17 años. Bueno, estoy bien nerviosa, ya que después de todo no siempre somos honrados con la presencia y atención de alguien que representa a quienes llevan a cabo un trabajo tan hermoso y grandioso, y que hace tanta diferencia en mi vida.

Puedo decir que el que conoce o simplemente se acerca a la obra salesiana, nunca más es el mismo, independientemente de su religión, etnia o color. Las enseñanzas, valores y afecto que se nos transmiten a nosotros, los jóvenes, tienen el poder de impactarnos de tal forma que sus marcas permanecen para toda la vida.

A Don Bosco le entusiasmaba dar a conocer el bien que se hace y cómo su sistema educativo y evangelizador transformaba la vida de sus muchachos.

Recuerdo haber llegado a Americana en 2005 y a pesar de ser de otra vertiente religiosa, con mis 7 años de edad comencé a involucrarme en el mundo salesiano. A partir de ese contacto con la historia y obra de Don Bosco pude conocer más de la vida, esa que tantos jóvenes buscan en el mundo y no encuentran. Pude ver que las cosas difíciles pueden ser superadas con ayuda, cercanía y una sonrisa al final de una tarde. Experimenté que los sacerdotes de la casa en la que me encuentro muchas veces pueden ser buenos amigos y consejeros, y que nada es más hermoso que la acción de Dios en nuestra vida.

No puedo decir que siempre fue fácil. Muchas veces aparecía el cansancio y la frustración y quise abandonar toda la obra, pero a partir de Don Bosco pude conocer a otras personas que me ampararon y no me dejaron caer. Esas personas me abrieron sus corazones y me mostraron y enseñaron a amar al estilo de Jesús, como el Padre y Maestro de la Juventud amó a sus muchachos. Así pude vincularme al Equipo Misionero, al Grupo Corazón de Jesús y al Oratorio Santo Domingo Savio, al que me dedico actualmente y que significa tantísimo para mí, pues a través de las sonrisas de los niños con los que estoy experimento y siento que todo vale la pena.

Ninguna de estas palabras que aquí están escritas sería suficiente para demostrar mi gratitud y cariño por este hombre de fe que se ha donado por nosotros los jóvenes y a quienes hoy siguen haciendo lo mismo, salesianos y hombres y mujeres de estas casas de Don Bosco. Me gusta que sea así.

Gracias por todo y por ser nuestro Rector Mayor

Con mucho cariño, 

Elian T.S.”

Hasta aquí la carta de esta joven, que no sé dónde estará ahora. Quizá en la Universidad o iniciando otra etapa de su vida, quizá con un trabajo, quizá pensando en su futuro y en su proyecto de vida… De lo que no me cabe duda es que lo que lleva en su corazón —y esta carta es una muestra pequeñita pero preciosa—, le dará la fuerza para ser una gran mujer en la vida y dar lo mejor de sí a otros. De eso se trata: de preparar para la vida.

Que el Señor de la Vida les bendiga a todos. 

Don Ángel Fernández Artime

BOLETIN SALESIANO – JUNIO 2021

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