En la primera reunión del Consejo de Seguridad Interior se aprobó el protocolo de actuación en manifestaciones públicas. El paro de la Asociación de Trabajadores del Estado del 24 de febrero era la primera ocasión para que entrara en vigencia; sin embargo no se aplicó.
La defensa de nuestros derechos es siempre válida, y las normas, pautas de convivencia y leyes son más que necesarias. El reclamo puede convertirse en un telón de fondo que está ahí, sin que nadie lo escuche, lo contemple, lo atienda y sobre todo lo transforme. Esto que sucede en la ciudad y en la sociedad, también acontece en nuestros grupos, casas y familias. Directivos, asesores y animadores; docentes, padres y alumnos; mamá, papá y los chicos… la lista sigue. En cualquier ámbito del tejido social no importa sólo la norma, sino el modo en que ésta se construye, se legitima, se hace válida y se vive. Por eso vale preguntarnos: ¿Cuál es el espacio que le damos a nuestros reclamos? ¿Con qué canales de expresión contamos? ¿Cómo pautamos las normas y las reglas que nos rigen? ¿Desde dónde tomamos las decisiones que provocan cambios? ¿No habrá que “parar todo” para escucharnos desde lo más profundo, discernir, consensuar y optar?
Escuchar y hacerse escuchar será el inicio de un proceso, porque como cristianos estamos llamados a más. Nuestra voz debe hacerse profecía: anuncio y denuncia, para engendrar Vida.
Por Susana Billordo, hma Boletín Salesiano de Argentina
Abril 2016