Amar sin poseer, acompañar sin invadir, vivir sin depender

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Permiso, prometo

Permiso para mostrarte las opciones en el juego,
prometo yo revelarte lo hermoso del cielo y el pasto.
Permiso para apoyarte si veo que estás cayendo,
prometo yo acompañarte en cada paso y atajo.
Permiso para guiarte por el rumbo del esfuerzo,
y yo prometo entrenarme para enseñarte jugando.
Permiso pa’ regañarte, debo ser duro y sincero,
y yo prometo escucharte sin pedirte nada a cambio.

Permiso para prometerte un mundo inabarcable
y comprometerme a un juego interminable.
Permiso para comprometerte a vos
a ir en busca de tus sueños.
Prometo permitirte volar rumbos inciertos
y permitirte amarrar en otros puertos.
¡Prometo permitirnos el milagro de la libertad!

Permiso para sufrir si veo que estás sufriendo,
prometo hacer lo posible para no estorbarte el paso.
Permiso pa’ equivocarme en este eterno comienzo,
prometo aprender de vos, a iluminar el ocaso.
Permiso para juntar las puntas que están distantes,
yo prometo no asfixiarte si vos no las ves tan juntas.
Permiso para llamarte al silencio algún instante,
yo prometo valorar la intención de tus preguntas.

Artista: Las pastillas del abuelo
Álbum: Paradojas (2015)

La vida suele regalar experiencias de paternidad en la que se andan y desandan huellas, pidiendo permiso para entrar en el corazón del otro,ofreciendo promesasposibles: las de estar, las de ayudar, las de trascender.Desde esta canción de Las Pastillas del Abuelo me animo a releer esosvínculosdonde se dan “alianzas”, a veces entre pares, otras entre dos distintos—como entre el Dios bíblico y su pueblo—. Me imagino esta letra cantada y vivida entre un padre y su hijo, entre una docente y su alumna, o también en una pareja de novios.

Caminar al lado de aquellas vidas que Dios nos confíaimplica estar compartiendono tanto “con” sino “en” alguien. “Estar en” hasta que el dolor o las arrugas aparezcan,¡y también más allá! Es serfiel a la promesa hecha cuando se fueron construyendo los cimientos de la relación.

En esa relación, pedir permiso es un acto sencillo y respetuoso de quien no quiere invadir, pisotear ni violentar. Dar un prometo es poner en juego la palabra pero también la confianza. Cuando tomamos en serio eso, nos sentimos en la hermosa responsabilidad de dar a conocer, enseñar, guiar cuando se nos deja y se nos pide. Sostener, soportar cuando el otro se quiebra. Ser luz cuando las neblinas aparezcan.Saber decir un “no” a tiempo, o un “no gracias” para educar.Poder ‘compadecer con’ y no mirar a la distancia. Aprender y reaprender como hacen los niños. Conectar nuestros hilos con ese “hilo de oro’ que Dios nos regala desde la fe en su presencia cercana.

Ayer, hoy y mañana necesitamos de ese otro con quien regalarnos el permiso y el prometo. Porque toda vida viene así de entrada, pidiendo permiso, buscando entrar, queriendo un lugarcito. Y así seguirá creciendo, buscando ser plena, regalando promesas de esperanza, alegrías eternas, bocados de felicidad.

Por Jorge Silva, sdb • jsilva@donbosco.org.ar

Boletín Salesiano, junio 2017

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