Una pareja de jóvenes rosarinos enfrenta el Ébola por una misión solidaria

0
622

Se trata de los rosarios Leandro Barreto y Romina Miño quienes conviven con al cercanía del virus que ya se llevo miles de vidas a pocos kilómetros de su casa. Los dos son jóvenes voluntarios, que están haciendo tareas de alfabetización desde hace cuatro meses en Guinea Bissau, a unos pasos de Guinea Conakry, uno de los países más afectados por la epidemia más mortífera de Ébola de la historia.

Cuando llegaron el virus ya era noticia. Sin embargo Leandro explica que en ese momento “sabíamos que el problema existía, pero no había tanta información ni a nivel global ni en el propio país. Al mes de estar acá explotó, y Guinea Bissau no estaba preparado. Hace apenas un mes que cerraron la frontera con Guinea Conakry, país que está al sur con graves problemas por el virus”.

Tanto Leandro como Romina se encuentran trabajando voluntariamente cerca del Sahara, donde el clima, el idioma, las costumbres, la comida, el modo de relacionarse es distinto. Y encima el Ébola. “Es increíble pero acá no hay ningún caso registrado, todavía. Sabemos que si llega puede ser terrible. Unos médicos amigos nos decían que Guinea Bissau no está preparado ni en lo más elemental desde el punto de vista del equipamiento ni de los recursos humanos”, comentaron. “Tenemos mucha preocupación y nos hemos preguntado qué hacemos si la epidemia avanza hacia este lado. Por ahora lo tomamos con cierta calma, entendiendo que es algo más que se suma a este desafío, a la tarea de alfabetización de adultos que vinimos a hacer y a la que ahora le sumamos acciones de prevención del Ébola”.

Los jóvenes argentinos explican que la situación se agrava por cuestiones climatológicas, “con el calor que hace acá el sudor es constante y el roce entre unos y otros puede provocar el contagio”, dice Leandro. “El Ébola no sólo los afecta desde el punto de vista de la salud sino que apunta a sus costumbres, a lo más íntimo de sus vidas. Acá cuando alguien muere, el cuerpo debe ser lavado, y eso es contacto directo que en este momento no está permitido. Es muy fuerte para ellos”.

La gente está pendiente de las novedades. Muchos tienen parientes en Guinea Conakry con quienes no pueden juntarse. Pero a pesar de los temores la vida intenta ser normal. Es que el impacto emocional que ocasiona la expansión del virus se atenúa frente a los constantes dolores a los que este pueblo del oeste de Africa está acostumbrado.

“Es un país muy pobre con necesidades de todo tipo. La tasa de analfabetismo aquí es de más del 50%, y en su mayoría, las que no acceden a la educación son mujeres, que de hecho soportan de todo. Sumado a este problema, relativamente nuevo, aparece el VIH, que es una enfermedad que afecta a hombres y mujeres y que alcanza al 40% de la población. Frente a este cuadro, la cuestión de una epidemia, que se supone tiene un comienzo y un final, se convierte por desgracia en un mal menor”, reflexionó Romina.

Leandro tiene 28 años, es de Nuevo Alberdi y se recibió de técnico en prevención comunitaria. Romina es licenciada en trabajo social, carrera que cursó en la Universidad Nacional de Rosario y es del barrio 7 de Septiembre. Se declaran orgullosos hijos de la educación pública y con la misma pasión cuentan que son católicos. La fe y el compromiso por el otro son sus banderas más altas. Una forma de vivir que se alimenta del amor entre ellos, y hacia el prójimo.

Se conocieron y enamoraron mientras hacían tareas solidarias en La Cerámica, el barrio que adoptaron. La posibilidad de viajar a África surgió casi de casualidad por invitación de un grupo de misioneros conocidos que estaban allá, y esa oportunidad se unió a una necesidad personal de vivir una experiencia intensa y reveladora cerca del sufrimiento más extremo, una manera “de aprender mucho más en esto de dar servicios a otros, algo para lo que nos hemos formado”.

“Extrañamos, desde ya, y sabemos que nuestras familias están preocupados con todo esto que está pasando, más que nosotros”, aseguran. Pero enseguida agregan “estamos muy agradecidos. Dar es una forma de andar, cantó Fito. Creemos que Jesús lo vivió y desde allí nosotros intentamos seguir ese ejemplo. Sin dudas desde lo humano, desde lo más profundo, esto nos va a cambiar la vida”.

 

Fuente: www.lacapital.com.ar

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí