Don Bosco y los comienzos del Boletín Salesiano
La primera vez que se publica un folleto informativo con el nombre de “Boletín Salesiano” corresponde al mes de agosto de 1877. Quien tiene un suficiente conocimiento de la vida de Don Bosco sabe que para esa época él llevaba más de treinta años de actividad educativa y apostólica en la ciudad de Turín. En Valdocco no existía solamente el oratorio festivo: allí su obra había adquirido un sorprendente desarrollo, con internado de artesanos y una sección de estudiantes. A eso se había sumado en los años más recientes la grandiosa iglesia de María Auxiliadora de los Cristianos, consagrada en 1868.
Es sabido que unos cuantos de los obispos que habían viajado a Roma para participar delConcilio Vaticano I(1869-1870) aprovecharon para ir a Turín y encontrarse con Don Bosco, conocer mejor su obra e informarse sobre la posibilidad de conseguir el envío de salesianos a trabajar en sus propias diócesis de proveniencia.
En efecto, no podían dejar de llamar la atención los oratorios, colegios e iglesias que Don Bosco había multiplicado rápidamente en Italia hasta alcanzar en 1877, año en que comienza a difundirse el Boletín Salesiano, el increíble número de diecisiete obras, no solamente en Piamonte, sino también en otras regiones de Italia. Fuera de la península, en 1875 se abría la primera casa en Francia y en diciembre de ese mismo año los Salesianos llegaban a Argentina y, meses después, a Uruguay.
¿Por qué se demoró tanto?
Alguno, tal vez, se pregunte: ¿Cómo es que Don Bosco dejó trascurrir tanto tiempo antes de hacer conocer el desarrollo de sus obras mediante el Boletín Salesiano?
Las apariencias pueden engañarnos. Desde los comienzos de su actividad, Don Bosco dedicó mucha de su atención a la repercusión social de sus iniciativas. Baste considerar el empeño que puso en la publicación de sus numerosos escritos desde los albores del apostolado sacerdotal. Exceptuando alguna de las primeras publicaciones, en la mayor parte de ellas no se abstuvo de atribuirse la autoría, aunque se tratara de libritos de divulgación, intencionalmente destinados a la lectura popular y juvenil. Naturalmente, la finalidad principal era formativa, pero eso no excluía otros objetivos.
Al mismo tiempo, Don Bosco procuró también que la opinión pública fuera advirtiendo de manera positiva lo que él hacía en favor de los jóvenes desprotegidos de Turín. Actualmente resultan poco accesibles los textos de los periódicos católicos de entonces, pero en ellos se publicaron numerosas noticias que muestran cómo Don Bosco hacía llegar a los mismos información sobre las iniciativas que emprendía con calculada regularidad.
Sin embargo, para explicar las razones de este silencio, conviene recordar también que durante la primera parte de la década de 1870, Don Bosco prefirió mantener la reserva que requería el difícil conflicto con monseñor Lorenzo Gastaldi, arzobispo de Turín, y esperar pacientemente que llegaran a buen término los trámites con la Santa Sede para la aprobación de las constituciones de la Congregación Salesiana y, luego, de la Obra de María Auxiliadora para las vocaciones al estado eclesiástico y la Pía Unión de los Cooperadores Salesianos.
Desde los comienzos de su actividad, Don Bosco dedicó mucha de su atención a la repercusión social de sus iniciativas.
Un instrumento de unidad
A primera vista, sorprenden en los comienzos del Boletín Salesiano algunos detalles que dan la impresión de algo no tan bien programado. No fue esta la primera vez que Don Bosco prefirió avanzar gradualmente, aprovechando las ocasiones que se le presentaban y sondeando las reacciones que sus iniciativas suscitaban al ponerlas en marcha. No todo estaba pensado de antemano.
Esta vez, Don Bosco adaptó un folleto que ya se publicaba con informaciones sobre los libros de la imprenta del Oratorio de Valdocco. Así se explica también su nombre, tal como aparece en las primeras entregas: Bibliofilocattolico o Bollettino Salesiano Mensuale, que será reducida a la segunda parte del título original a partir del año siguiente, aunque manteniendo numeración y contenidos del folleto anterior.
Sería erróneo pensar, sin embargo, que ese modo de proceder significaba que Don Bosco no tuviera ideas bien claras o estuviera dispuesto a abandonarlas frente a las dificultades. Es lo que se constata precisamente en esta circunstancia a propósito de la finalidad del Boletín Salesiano y su conexión con la Obra de María Auxiliadora y, especialmente, con los Cooperadores.
Lo confirman, desde 1877 hasta 1886, las declaraciones personales de Don Bosco en las decisiones de los primeros cuatro Capítulos Generales de la Congregación Salesiana: “Hay que notar, sobre todo, su insistencia en la publicación centralizada y el control personal del Boletín y sus contenidos. Solo de esta manera, piensa Don Bosco, se conseguirá el objetivo de unir la cabeza con los miembros y los miembros con la cabeza, para la unidad de acción”(Arthur J. LENTI, Don Bosco: historia y carisma, ed. CCS, Madrid 2012, vol. 3, pág. 260).
Una curiosidad histórica
Generalmente se afirma que las primeras ediciones del Boletín Salesiano en otras lenguas —después del italiano— mientras vivió Don Bosco fueron el francés (1879) y el español (1886), ambos impresos de manera centralizada en Valdocco y enviados luego a su destino.
Sin embargo, está documentada la existencia de una versión anterior en castellano, impresa en el colegio Pío IX de la ciudad de Buenos Aires, desde enero de 1882 hasta finales de 1886. Probablemente por la categórica insistencia de Don Bosco en el cuarto Capítulo General de la Congregación de 1886 sobre la “centralidad de inspiración y unidad de acción”, comenzando en ese mismo año la publicación española en Turín, se suspendió la edición americana de Buenos Aires.
El Boletín se volverá a imprimir en Argentina, y de ahí en más de manera ininterrumpida hasta nuestros días, como “suplemento” a la edición italiana a partir de abril de 1944, en respuesta a las dificultades en el envío de la revista producto de la guerra en Europa.
Dar a conocer el bien que se hace
El Boletín Salesiano es una revista institucional que forma parte de un sistema de comunicación: así nació y así era en la mente de Don Bosco, evangelizador, educador y comunicador. Para una institución que nacía y se desarrollaba en un modo sorprendente, con una gran misión y con tantas necesidades, era muy importante el darse a conocer, crear opinión y atraer colaboradores para hacer el bien a los jóvenes, defender la fe de las clases populares y promover las misiones en otros continentes.
El Boletín Salesiano dio a conocer, más allá de Valdocco, de Turín y de Italia, la identidad y la imagen juvenil, popular y misionera de la obra salesiana. Don Bosco defendió esta revista como una parte importante de su misión.
No fue fácil comprender esta idea editorial innovadora de Don Bosco ni siquiera por sus principales colaboradores, pues no se trataba de editar un folleto de calidad a bajo precio para contrarrestar la prensa anticatólica, sino de distribuir gratuitamente el boletín informativo a todos sus cooperadores y exalumnos para mantener el sentido de pertenencia y de participación. Aquello no sólo parecía difícil, sino imposible. Planteando el tema en algunos de los primeros Capítulos Generales de la Congregación, Don Bosco encontró algunas resistencias, pero siguió adelante convencido del valor comunicativo en favor de su misión y su institución.
En la mente de Don Bosco estaba la idea de mantener informados a sus cooperadores sobre lo que pasaba en las casas y obras de la naciente Congregación. Además, los quería unidos en espíritu entre ellos y dispuestos a colaborar con la obra salesiana siempre para la mayor gloria de Dios y el bien de la sociedad civil. De igual manera, acompaña a sus exalumnos a través del Boletín, con el interés de que mantengan el espíritu aprendido y se conviertan en apóstoles en sus ambientes. Con el paso del tiempo se fueron ampliando las miras y llegó a convertirse en un medio de información y de formación para cuantos pertenecían a la Familia Salesiana.
En la mente de Don Bosco no estaba el esquema de una revista tradicional, sino el conjunto de noticias salesianas que transmitían un espíritu, construían una mentalidad, alimentaban la simpatía hacia las vocaciones y a la misión salesiana. Con el tiempo, se convirtió también en un modelo editorial para otros grupos religiosos.
Algunos números del Boletín Salesiano:
- 56 son las ediciones del Boletín Salesiano repartidas en todo el mundo, en 28 idiomas y lenguas.12 ediciones son en español y 9 en inglés. Más de 7.000.000 de copias del Boletín Salesiano se distribuyen por año en todo el mundo.
- 35000 ejemplares se distribuyen cada mes en más de 160 obras de la Familia Salesiana de Argentina. Más de 6000 suscriptores individuales lo reciben todos los meses en su domicilio. Más de 90.000 calendarios y 15.000 agendas se envían cada añoa todo el país.
- El Boletín Salesiano es la revista de cultura católica con mayor tirada del país. Pocas publicaciones de Argentina superan, además, los 140 años de historia.
Por Juan Picca, sdb • jpicca@donbosco.org.ar
Boletín Salesiano, octubre 2017