El desafío de la dependencia de las drogas y el alcohol, en palabras del papa Francisco
Por Juan Carlos Romanín, sdb
jcromanin@yahoo.com.ar
En el centro de las reflexiones y de las preocupaciones del Papa están los dramas que hoy obstaculizan el camino de las nuevas generaciones en su desarrollo humano integral. En especial, el enorme problema de la dependencia de las drogas y el alcohol. La lectura de tres de sus discursos muestran a Francisco denunciando, anunciando y proponiendo acciones urgentes para enfrentarlo.
“Detrás de todo hay una gran industria”
Para Francisco, la droga “es una herida en nuestra sociedad, que atrapa a mucha gente (…) la mundanidad nos ofrece un amplio abanico de posibilidades para alcanzar una felicidad efímera, que al final se convierte en veneno, que corroe, corrompe y mata”. (1)
Es importante conocer cuál es el alcance del problema de la droga, “que es destructor, es esencialmente destructor —afirma Francisco— y, sobre todo, la vastedad de sus centros de producción y de su sistema de distribución. Las redes, que posibilitan la muerte de una persona. La muerte no física, la muerte psíquica, la muerte social. El descarte de una persona… Cuando se quiere buscar y ascender por las redes de la distribución, uno se encuentra con esa palabra de cinco letras: mafia” (1). “Piensen que detrás de cada dosis de cocaína hay una gran industria mundial que hace esto posible, y probablemente, no estoy seguro, el mayor movimiento de dinero en el mundo”. (2)
“Detrás de cada dosis de cocaína hay una gran industria mundial que hace esto posible, y probablemente, no estoy seguro, el mayor movimiento de dinero en el mundo”.
Pero, a pesar de todo, para el Papa siempre existe una mirada optimista de solución para salir al rescate de estas víctimas: “Cada persona dependiente trae consigo una historia personal distinta, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en cuanto sea posible, sanada y purificada” (1)
“Una nueva forma de esclavitud”
Los jóvenes, sobre todo, son las víctimas que han perdido su libertad para caer en esta esclavitud. Muchos de ellos “buscan una alienación intermedia y la encuentran en las adicciones, una forma de escapar de una falta de dignidad” (2). “Una dignidad en cuanto personas, ya que son hijos de Dios. (…) El más necesitado de nuestros hermanos —nos dice Francisco— lleva un tesoro para nosotros: el rostro de Dios, que nos habla y nos interpela”. (1)
Y los jóvenes son los más expuestos, ya que el espacio virtual se torna cada vez más peligroso. El Papa advierte que “en algunos sitios de Internet, los jóvenes son seducidos y arrastrados a una esclavitud de la que es difícil liberarse y que conduce a la pérdida del significado de la vida y, a veces, de la vida misma.” (3)
“La prevención, camino prioritario”
Es cierto que para frenar la demanda del consumo de drogas se necesita realizar grandes esfuerzos e implementar amplios programas sociales orientados a la salud, al apoyo familiar y a la educación. Francisco la considera fundamental: “La formación humana integral es la prioridad” (1)
“Cada persona dependiente trae consigo una historia personal distinta, que debe ser escuchada, comprendida, amada y, en cuanto sea posible, sanada y purificada”
Si bien para el Papa la prevención es un camino prioritario, también subraya que “es fundamental también trabajar por la plena y segura rehabilitación de sus víctimas en la sociedad, para devolverles la alegría y para que recobren la dignidad que un día perdieron. Mientras esto no esté asegurado, también desde el Estado y su legislación, la recuperación será difícil y las víctimas podrán ser re-victimizadas”. (1)
“Ensuciarnos las manos”
Francisco interpela a la Iglesia y la desafía a “comprender el problema de los jóvenes” y “hacer que los jóvenes sientan que se los entiende”. Tiene que “avanzar para resolver este problema”, porque “tiene una solución, pero debemos encontrar el camino, necesitamos la palabra profética, necesitamos inventiva humana, tenemos que hacer muchas cosas. Ensuciarnos las manos…”. (2)
La Iglesia, para el Papa, siente como urgencia instaurar en el mundo contemporáneo una nueva forma de humanismo que vuelva a situar a la persona humana en el centro de la vida social económica y cultural. “Un humanismo cuyo fundamento es el ‘Evangelio de la Misericordia’. Partiendo de él, los discípulos de Jesús encuentran inspiración para llevar a cabo una acción pastoral realmente eficaz con el fin de aliviar, cuidar y curar los muchos sufrimientos relacionados con las adicciones multiformes presentes en la escena humana”. (3)
Francisco está convencido que este problema necesita un esfuerzo sinérgico que involucre a todos. Las políticas aisladas no sirven: es un problema humano, un problema social. “La Iglesia, junto con las instituciones civiles, nacionales e internacionales, y los diversos organismos educativos, está comprometida activamente en todos los lugares del mundo para contrarrestar la difusión de las adicciones movilizando sus energías en la prevención, la cura, la rehabilitación y los proyectos de reintegración que devuelven la dignidad a quienes han sido privados de ella”. (3)
No es fácil el abordaje de esta dolorosa realidad. El papa Francisco es una voz profética que ilumina y anima a trabajar y a poner todos los esfuerzos para dar una respuesta positiva e integradora.
Don Bosco nos anima a dar todo de nuestra parte por los jóvenes, especialmente por los más pobres y vulnerables. Hagamos nuestras sus palabras y dejemos que se transformen en una generosa realidad en nuestras vidas: “Por mi parte puedo decirles con sinceridad: los amo a todos por igual. Todos son mis hijos y por salvarlos estoy dispuesto a dar mi vida por ustedes!” (Memorias Biográficas VI, 592)
(1) Discurso de Francisco en la clausura del encuentro Narcóticos: problemas y soluciones de esta lacra mundial (24 de noviembre de 2016).
(2) Encuentro con los jesuitas que participan del European Jesuits in formation. Roma, Italia (2 de agosto de 2018).
(3) Audiencia en la Conferencia Internacional Drogas y adicciones: un obstáculo para el desarrollo humano integral. Vaticano (1 de diciembre de 2018).
BOLETIN SALESIANO – OCTUBRE 2020