El monumento a Don Bosco delante de la Basílica de María Auxiliadora en Valdocco, símbolo de la misión de los salesianos en el mundo.
“ Queridos amigos lectores del Boletín Salesiano,
Les saludo desde Dimapur, Nagaland, en la frontera noreste de la India, donde la presencia salesiana ha echado sólidas raíces de gran fidelidad a Don Bosco.
Viendo las extraordinarias escenas de bienvenida que recibo en todo el mundo me viene a la mente un símbolo del amor que los amigos de Don Bosco quisieron erigir justo delante de la Basílica de María Auxiliadora en Turín. Dentro de pocos meses cumplirá cien años. Y como un fiel guardián da la bienvenida a todos aquellos que entran en la Casa Madre.
La idea de un monumento a Don Bosco con motivo del primer centenario de su nacimiento surgió en el Congreso Internacional de Exalumnos. Se llevó a cabo un concurso internacional, donde se eligió el proyecto presentado por el escultor Gaetano Cellini, de Ravenna.
Moldeada en bronce y sobre robusto granito se halla la epopeya de la obra salesiana. En alto, la suave y sonriente figura de Don Bosco está rodeada por muchachos. Él hace un gesto muy expresivo: pareciera querer levantar a uno de los niños. Es un magnífico símbolo de su misión y de la Congregación: la palabra “educar” significa precisamente “levantar”, hacer crecer. Los muchachos miran a Don Bosco llenos de confianza, pues están seguros de ser amados.
Abajo, un grupo representa la humanidad que se inclina a besar la Cruz. “Esta sociedad en su origen era un simple catecismo”, atestiguó Don Bosco. De él hemos aprendido la pasión evangelizadora para llevar a cada muchacho, a cada persona, al encuentro con Jesús.
En los dos altorrelieves del frente están una madre con un bebé en brazos que manda besos a Don Bosco y un pobre leproso que mira con reconocimiento a su benefactor. A los lados, dos de los “amores” promovidos por Don Bosco: la Eucaristía y la Auxiliadora.
En la parte posterior, tres bajorrelieves recuerdan lo que los salesianos han realizado para la asistencia a los migrantes. Pienso en cuántas casas salesianas, en todo el mundo, tienen las puertas abiertas para migrantes de toda edad. Pienso en los campos de refugiados. A los costados están representadas las escuelas salesianas. Cada día, miles de jóvenes entran en nuestras obras para volverse “buenos cristianos y honrados ciudadanos”.
Justo a la espalda de la figura de Don Bosco se alza la estatua de Jesús con los niños. “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos” (Mc 10,14): en todo el mundo he visto a los hijos de Don Bosco realizar las palabras de Jesús con inmutable pasión. Por ello parten de aquí los nuevos misioneros y misioneras.
He visto sobre todo el infinito reconocimiento de hombres y mujeres por todo aquello que han recibido en el nombre de Don Bosco. Y cuando llego a una casa salesiana me parece volver a ver entorno a mí esa ronda de niños del monumento. •
Don Ángel Fernández Artime
BOLETÍN SALESIANO – OCTUBRE 2019