Pistas para trabajar la imagen que acompaña al lema de este año
Quizás pensemos que hablar de la santidad es hablar de hombres y mujeres con vidas perfectas, pero alejadas de nuestra realidad. Sin embargo, la santidad es una propuesta para todos, no sólo para unos pocos. Es el proyecto de Dios para que seamos felices.
Ser santos es vivir una vida intensa y con decisión. Dios mismo “nos quiere santos y no espera que nos contentemos con una existencia mediocre, aguada, inconsistente”, dice el papa Francisco. Es acercarnos más a Jesús, y eso siempre es alegría y comunión con los demás.
La historia de la Iglesia está marcada por innumerables hombres y mujeres que, con su fe, su caridad y su vida, son faros que nos iluminan. Pero existe también la santidad “anónima”, esa que no llega a los “altares”: personas que incluso con caídas y dificultades, agradan a Dios.
Algunas de esas “escenas” de santidad cotidiana están plasmadas en la imagen que acompaña al lema de la Familia Salesiana de Argentina, como un recorrido por esos lugares cotidianos donde jóvenes y adultos hacen de su vida algo maravilloso:
- Los espacios de fe de las comunidades, donde está presente la pregunta por Dios, la oración y el seguimiento de Jesús, al que celebramos compartiendo el pan.
- El trabajo como regalo de Dios para la realización social y personal. La reflexión sobre el presente y el futuro laboral y las tensiones entre trabajo, vocación e intereses. La preocupación y las propuestas para ayudar a quienes se encuentren sin trabajo.
- La familia, y en especial la entrega de madres y padres. La oportunidad de conversar con chicos y chicas y aprender sobre sus realidades familiares. ¿Pensaste en formar una familia? Acompañar a entender, perdonar y sanar los errores, las distancias y las ausencias.
- El deporte, la música y todo aquello que apasiona y hace bien a los jóvenes. Multiplicar las oportunidades para que chicos y chicas puedan desarrollar y mostrar a otros eso bueno que tienen y saben.
- El amor de pareja, la maravilla de encontrar a alguien con quien compartir la vida, ser uno mismo, disfrutar la intimidad y acompañar en las alegrías y en las tristezas.
- El servicio, la manera cristiana de cambiar el mundo. Valorar y reconocer a todos los que dedican desinteresadamente su tiempo y esfuerzo para ayudar a otros.
- La participación ciudadana como una de las formas más nobles de transformar la sociedad. Mirar la realidad desde el Evangelio. Superar simpatías y enojos con las personas y hacer foco en las ideas.
Seguro falten muchos otros ejemplos. Lo que sí está claro es que el camino de la santidad no se recorre solo. Si estamos atentos, descubriremos que donde hay un santo, siempre se encuentran otros. En el mismo oratorio de Don Bosco estuvieron Mamá Margarita, Domingo Savio, Miguel Rúa. Y en la misma tierra argentina que recibió a los misioneros salesianos, creció el amor sin medida de Laura Vicuña, el servicio humilde de Artémides Zatti, y la entrega a su pueblo de Ceferino.
En definitiva, nos hacemos santos los unos con los otros. Esa es nuestra alegría, nuestra convicción. Juntos, todos, estamos llamados a ser santos y santas. Y así ayudar a otros a serlo.
Este llamado es el mensaje que sigue ofreciendo Don Bosco, el eje de su vida y su propuesta para los jóvenes: nos hacemos santos haciendo de lo ordinario, algo extraordinario. •
Ilustración: Carlos Julio Sánchez
BOLETÍN SALESIANO – MARZO 2019