La ofrenda de la viuda

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Sin duda la mayoría de nosotros recordamos que en un pasaje del Evangelio Jesús habla del gran valor que tenía la pequeña donación de aquella viuda que dejaba en el Templo de Jerusalén su “pobre” donativo, pero que por ser todo cuanto tenía, era algo grandioso ante Dios.

He vivido esto muchas veces y la última ha sido ayer mismo. Llegaba a Roma después de haber celebrado unas intensas y hermosas Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana en Valdocco. Al llegar me encontré con un sobre sobre mi mesa. Provenía de una pequeña población de Francia. Confío en que nuestra amiga donante me permita hablar de esto, puesto que el bien y las cosas hermosas también se tienen que dar a conocer.

Quien me escribía era una persona de muy avanzada edad, 92 años, emigrante italiana, esposa y madre de familia, hoy viuda. Se preguntarán qué tuvo de especial recibir esta carta de entre las decenas que cada día llegan. Sencillamente, la hizo especial la remitente, por su sencillo mensaje escrito de su puño y letra, y con el envío de una ayuda para los más pobres en cualquier lugar de las misiones salesianas en el mundo.

Pero ni siquiera eso era lo más especial, dado que son muchas las personas que envían sus humildes donativos para los más pobres. Nuestra amiga ofrecía algo muy suyo y de profundo valor sentimental:sus alianzas de matrimonio, la de ella y la de su esposo ya fallecido, y una teca de plata con la que se lleva la Eucaristía a los enfermos en sus casas.

Les confieso que me conmoví profundamente. Varias veces he leído la carta y he contemplado las alianzas, signo de su amor.Y me prometí a mí mismo que sería yo quien personalmente entregase su colaboración transformada en dinero en alguno de los lugares más pobres del mundo. Con ello se podrá ayudara paliar las necesidades más básicas de varias familias, o quizás colaborar con la educación de alguna niña menos favorecida. No me cabe duda que ese arroz que también se compre para comer con esa donación tendrá un valor añadido muy especial.

Vivimos en un mundo global y en sociedades en las que solo son noticia, justamente, las malas noticias: tragedias, desastres naturales, muertes por violencia. Pensé: ¿por qué algo tan profundamente humano y lleno de verdadero sentimiento en favor de los otros no puede ser noticia? Cuando escribo esta página me encuentro en Timor Oriental, en medio de personas muy sencillas pero con mucha bondad, mucha fe, muy curtidos en el sufrimiento y en el sacrificio. Hemos celebrado ayer la fiesta de Don Bosco. Y veo cómo el carisma salesiano sigue echando profundas raíces en este pueblo bueno, religioso y acogedor.

Esto también es nuestro mundo. Estas también son noticias. A todos ustedes mi deseo de todo bien y de bendición para este nuevo año.

Por Don Ángel Fernandez Artime, sdb
Boletín Salesiano, marzo 2018

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