La elocuencia vital de Pablo y Óscar

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La noticia nos llenó de alegría y entusiasmo. El primer pensamiento que se nos vino a la cabeza fue:¡Qué mensaje poderoso se nos da como Iglesia al proponerlos a la vez como testigos y modelos! ¡Qué invitaciones nos despierta al toque la figura de cada uno y de los dos juntos!

Muchas imágenes van apareciendo al recordarlos:

  • Pablo, recorriendo un camino de progresiva apertura y comprensión eclesial con servicios que no le cerraron el corazón, sino que le abrieron la cabeza y las manos.
  • Óscar, aprendiendo de la realidad, cambiando y convirtiéndose, paso a paso, con las lecciones que le daba el pueblo pobre,su principal evangelizador.
  • Pablo, atento a la voz de Dios en los signos de los tiempos, invitándonos a toda la Iglesia a parar el oído, contemplar, ver más allá, no encerrarnos en el “siempre se hizo así”.
  • Óscar, escuchando la voz del Tata en el grito desgarrador de los “nadies”, en los reclamos que ninguno parecía —o quería— escuchar.
  • Pablo, señalando que no hay camino para la paz verdadera sino se atraviesa el puente de la justicia.
  • Óscar, denunciando a los que sistemáticamente obstruían ese camino, a los que derribaban todo tipo de puente.
  • Pablo, invitándonos a volver al anuncio fresco y revelador del Evangelio: raíz de nuestra identidad de discípulos-misioneros.
  • Óscar, abrazando esa invitación, convirtiéndose en testigo apasionado de la buena noticia de los pobres,Evangelio testimoniado hasta la última gota de su sangre.
  • Pablo, el del compromiso por el desarrollo auténtico de los pueblos, donde la persona vale más que la propiedad privada.
  • Óscar, el de la claridad profética que desnuda la inequidad de los que ponen la riqueza y el poder por encima de todo.
  • Pablo, llevando a la Iglesia universal por los caminos de una profunda renovación, fiel a la revolucionaria creatividad del evangelio.
  • Óscar, renovando su Iglesia local desde la fidelidad a ese proyecto de vida que es el Reino inaugurado por Jesús.
  • Pablo, siendo constante y confiando, a pesar de tantos detractores, profetas de mal agüero, nostálgicos de privilegios…
  • Óscar, enfrentándose con claridad a los artífices del despojo, a los traidores del pueblo pobre, a los ninguneadores de la vida.
  • El de la profundidad, el coraje y la novedad: ¡San Pablo VI!
  • El de la radicalidad, el compromiso y la denuncia: ¡San Romero de América!

Tan parecidos y tan diversos. Signos claros y elocuentes del camino que estamos invitados a recorrer abrazando de lleno el Evangelio y desplegándolo en palabras y obras que transforman, intervienen, se juegan y despiertan toda la potencia liberadora del “camino de Jesús”.

  • Como lo dijo Oscar: “Éste es el prestigio de la Iglesia: sentir que los pobres la sienten como suya, sentir que la iglesia vive llamándonos a todos, también a los ricos, a convertirse y salvarse desde el mundo de los pobres, porque ellos son únicamente los bienaventurados”.
  • Como lo dijo Pablo: “Bendito este tiempo, atormentado y paradójico, que nos obliga a la santidad”.

Claras sus palabras… ¡más elocuentes sus vidas!

Por Manuel Cayo, sdb • mcayo@donbosco.org.ar
Boletín Salesiano, abril 2018

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