La casita de las muñecas

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Es de madera, más o menos de un metro de alto, pintada de blanco, lila y rosa con mucho amor por la tía Iani. Fue el regalo del cumple número cuatro de la Pity.

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Pero además de esa, hay otra casa de muñecas, que tiene lugar en los estantes de abajo del “rack” blanco, que fue el primer mueble que sacamos con Fran cuando nos casamos, y que albergó nuestro primer tele y dvd, pasó por aparador en el living del segundo departamento y hoy es el flamante mueble juguetero en la pieza de la Pity. 

Si uno se agacha o se sienta en el piso y mete parte de su cabeza en los estantes de abajo, se encuentra con increíbles habitaciones acondicionadas, con salas de juego, patio, living y cocina. Allí viven y conviven en armonía y sin prejuicios Barbies, imitaciones de Barbies, muñequitas, playmóbiles y un Batman del Juani que hace de papá. 

Hay miles de mascotas sacadas de los huevitos Kinder y de cajitas felices de McDonald’s. Se acomodan en el espacio perfectamente las camitas de madera heredadas de la abuela Pety, la cocinita con todo en miniatura que le regaló la tía Eli, los sillones y lámparas sacados de un blister que compramos en el super para un día del niño y miles de elementos como fichas, cajitas, telitas, maderitas, tapitas y un par de celulares viejos, que hacen de mesitas de luz, alfombras, tazas, platos, mantas, televisores gigantes y todo lo necesario para vivir en un hogar.

 

Me considero una madre presente, pero debo reconocer que jamás en estos años me había agachado metiendo la cabeza en esos estantes de abajo para ver el mundo maravilloso que habían creado allí….

 

Como tampoco sabía la ventaja que me sacaban mis hijos en el memotest y en el dominó, aunque era consciente de que me ganaban siempre en el Uno.

Me considero una madre presente y sé que les gusta el arte, entonces en casa hay pinceles, pinturas y una piecita donde el piso se puede ensuciar, pero reconozco que no sabía con qué dedicación la Pity hacía los ojos de los animalitos que dibuja, y tampoco me había detenido a ver que el Juani todas las veces usa sus 12 colores para pintar lo que sea.

El privilegio de quedarme en casa, se ha convertido en un regalo que no sé si volveré a tener. ¿Cuándo más podría estar viéndolos todas las horas, todos los días? ¿Cuándo más tendría la oportunidad de verlos reír, llorar, cansarse, abrazar, comer, rezar, pelear, jugar…, minuto a minuto, segundo a segundo? ¿Cuándo más tendría la oportunidad de detenerme a observar los mundos mágicos que son capaces de crear, los increíbles artistas en que se han convertido, lo astutos que son para ganarme todas las partidas? 

Yo no sé si podré volver a ver esta película sobre mis hijos con tanto detalle, a repetir los capítulos que no entiendo del todo, a poner pausa y detenerme, preguntar e indagar, ver los extras, rever el tráiler, maravillarme y volverla a ver una y otra vez. 

Después volverá la rutina, claro, llevarlos a la escuela, buscarlos, que coman, hacer las tareas, llevarlos al club, que salgan al barrio a jugar. Esa será otra película que vengo viendo y que extraño mucho, es verdad. Pero esta, que vino con la cuarentena, la verdad es que no la había visto.

Y estos días, viendo la fragilidad humana, viendo que todo puede cambiar de un día para el otro, no puedo evitar dar gracias por esta oportunidad de ver esta peli que creo que no hubiese elegido por miedo al agobio, pero que me ha conmovido. 

Solo espero poder armar mi hogar con tanto amor como ellos arman su casita en esos estantes, poder inventar, recrear y dedicar horas a contemplar, mover las piezas y jugar sin prisa. Solo espero que cuando vuelva la rutina no se me vaya la atención que, a la fuerza, he aprendido a poner en estos días. Que sea una madre realmente presente, no solamente en cuerpo y logística, sino presente en alma, vida y mente. Y entonces, mientras escribo me voy dando cuenta, de que lo grandioso no es quedarse en casa, lo grandioso es que quedarse implique que nuestra casa sea un mejor lugar para los que allí habitan. Y caigo en la cuenta una vez más, de que hay que quedarse porque, con o sin cuarentena, la única forma que tenemos de cambiar la realidad es desde adentro, empezando por casa.

Adriana Zeitune
@blogladri
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BOLETIN SALESIANO – ABRIL 2020

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