El 21 de septiembre es el comienzo de la primavera, pero también se festeja en nuestro país el día del estudiante. Miles de chicos y chicas salen a la calle, a las plazas, parques y demás paseos públicos para celebrar su día, reuniéndose y compartiendo con sus pares. Entre esa multitud que desfruta del encuentro, de la música y del aire libre, se destaca la historia de algunos estudiantes que eligieron volver a la escuela una y otra vez a pesar de las dificultades.
Uno de elos es Joaquín Ibañez (19), que a los 14 años tuvo que empezar a trabajar “por problemas familiares” y se le hizo cada vez más difícil seguir en la escuela, hasta que abandonó. “Pero a los 17 me di cuenta de que estaba perdiendo el tiempo; quería retomar para poder ir a la universidad”, cuenta. Mientras trabaja como cerrajero, ahora Joaquín cursa 3° año en la Escuela Media N° 2 de Belgrano, una “escuela de reingreso” cuya propuesta pedagógica está orientada a los jóvenes que se fueron de la escuela y deciden regresar.
Después de trabajar todo el día, a las siete de la tarde Damián Rincón (22) llega al colegio con su hijo Bautista, de dos años y medio. Su pareja trabaja y no puede recurrir a otros familiares, así que Damián no tiene más remedio que ir a cursar con el nene. “Repetí tres veces, y en 2011 dejé la escuela después de las vacaciones de invierno. Ser padre me convenció de volver a la secundaria y terminar. Si no, ¿con qué cara le voy a decir a mi hijo que estudie?”, explica Damián.
Si todo sale según lo esperado, Neri Lastra (20), de Barrio Mitre, también será el primero de su familia en terminar la secundaria. La primera vez que dejó el colegio fue en 3° grado: “Mi familia no podía pagar el transporte hasta la escuela”, recuerda Neri. Entonces vivía en Santiago del Estero; luego se mudó a Capital. Abandonó en varias oportunidades; cada vez que lo hacía, la directora, Fernanda Ruzo lo llamaba y lo convencía de volver. “Gracias a las oportunidades que me dieron, ya no soy el mismo que era antes. En la escuela me dieron el empujón que necesitaba. Acá te muestran que vale la pena seguir adelante, no bajar los brazos”, afirma.
Quimey Paz Sosa (17), de Floresta dejó la secundaria por “motivos familiares”: intentó volver, repitió dos veces, le ganó el desánimo. “Mis viejos empezaron a amenazarme con que me iban a mandar a un liceo militar”, recuerda Quimey, que ahora cursa 2° año. “Estoy feliz de haber retomado; el colegio te da muchas posibilidades para aprender, te acompaña. No sos un número ni un apellido”, cuenta.
Para Santiago Cánepa (28), acabar el colegio fue una batalla consigo mismo: una batalla que ganó hace unos días, cuando le dieron el título. Tres veces abandonó el colegio; su trayectoria escolar tuvo desvíos laborales, familiares, personales. “Necesitaba recibirme para cerrar un ciclo y poder seguir avanzando”, reconoce. Y subraya, como sus compañeros, el esfuerzo de docentes y directivos para acompañar a los alumnos: “A veces la sociedad señala al pibe que abandona la escuela, sin entender su situación.
Yo me arrepiento de haber dejado, pienso que si hubiera sido más vivo, hoy habría alcanzado otras cosas. Pero valoro que la escuela siempre te da una nueva oportunidad, facilitando las cosas pero sin regalar nada”.