¿Te acordás Don Bosco cuando nos soñaste…?
¿Cuando en tus visiones misioneras recorriste nuestra gran nación como contemplándola desde un tren a alta velocidad?
¿Te acordás cómo te impresionaron nuestras enormes distancias y nuestra fértil y rica geografía? ¿Te acordás que reconociste los rostros de tus primeros salesianos y después muchísimos más que no sabías quiénes eran?
Éramos nosotros, tus hijos e hijas de Argentina, que te gritábamos: “¡Don Bosco, te estamos esperando!”.
Hoy nos sentimos emocionados porque te conocemos muy bien, y deseamos celebrar juntos tu cumpleaños. Queremos formar parte de esta formidable fiesta oratoriana que se despliega a lo largo y a lo ancho de nuestra patria, porque casi en cada rincón de ella hay un niño, adolescente o joven; exalumno, oratoriano, explorador, padre de familia… que te conoce y te ama.
Tu llegada ha sido para nosotros un regalo extraordinario. A través tuyo, de tus primeros misioneros, de tu vida, de tu pedagogía y de tu espiritualidad, descubrimos una manera nueva de ser felices integrando lo sencillo, lo popular y lo cotidiano con lo más genuino de la vida del Evangelio.
La sonrisa de tu rostro nos conquistó y se nos metió adentro, en el alma, tan profundo que la alegría se hizo esencia de nuestra espiritualidad. Y con tu modo de amar hecho cariño y cercanía, nos hiciste descubrir lo hermoso que es vivir en familia; y nos sacaste de nuestros abandonos y soledades, de nuestro “vivir aislados”, para constituirnos en tu familia, la familia del oratorio.
Nos hiciste descubrir que teníamos una mamá que siempre piensa en nosotros y nos cuida con ternura y poder, porque es la misma Madre de Dios; y nos enseñaste a amarla, a imitarla y a confiar en ella todas nuestras preocupaciones.
Tu ejemplo de trabajador incansable nos provocó y nos invitó a sumarnos a tu causa y hacernos también nosotros servidores de otros jóvenes, sufriendo con sus sufrimientos, luchando por su dignidad, educándonos juntos para la vida.
¡Feliz cumple, papá! Hoy queremos regalarte nuestro corazón abierto, que sabemos es lo que más te gusta. Queremos decirte con las palabras de un huerfanito que vos mismo recogiste en tu oratorio de Valdocco: “Sabiendo que estaba justo en la casa de Don Bosco, sentí que mi corazón no podía más de la alegría» .
Queremos también celebrarte con las palabras de inmenso cariño que te tenían tus primeros salesianos, haciendo nuestro lo que te escribió el padre Juan Bautista Baccino, primer salesiano “mártir del trabajo”, antes de morir en Buenos Aires al año y medio de haber llegado como misionero: “¡Vos sabés que en el mundo todos te quieren, pero te apostamos que no hay nadie que te quiera como nosotros!”.
¡Felices doscientos años, Don Bosco!
Tus hijos e hijas de Argentina