Cada uno debe entrar en la sociedad guiado sólo
por el deseo de servir a Dios con mayor perfección,
y de hacerse bien a sí mismo;
se entiende hacerse el verdadero bien, bien espiritual y eterno (…)”
Así escribió Don Bosco en una carta circular del 9 de junio de 1867, dos años antes de que se apruebe la Congregación Salesiana.
La motivación más profunda
Tal vez hubiésemos esperado que Don Bosco, al presentar el sentido de la Sociedad Salesiana, se hubiese referido al bien de los jóvenes. Y quizás nos sorprenda que, ante todo, marque la “santificación de las personas que la integran” como primer objetivo. Es que, en el fondo, ambas situaciones no son opuestas, sino dimensiones esenciales de una misma realidad: la propia santificación, la propia felicidad, se juega —en Don Bosco y en quienes quieren continuar sus huellas— en tratar de hacer el bien.
Al ver ambos aspectos como una unidad, marca también el sentido de la acción: el servir a Dios con mayor perfección. Es así que la acción que se realiza, la acción cotidiana, no es un obstáculo para encontrarse con Dios sino que, al contrario, es el espacio y el tiempo propicio para estar unidos a Él.
A medida que crecemos en esta unión con Dios, la incorporamos como vivencia propia, casi como que no nos significa un esfuerzo realizarla, sino que nos parece natural.
Maneras de Don Bosco
Para ir adquiriendo esta unión con Dios, podemos identificar en Don Bosco algunos caminos.
Un primer camino es el de la unión del corazón. Esto es la capacidad de entablar un diálogo en palabras con Dios en los diferentes lugares donde me encuentro, no necesariamente en la capilla. Las palabras son la expresión del corazón que quiere estar unido a Dios, que piensa en Dios, que lo tiene presente, que desea encontrarse con su Señor, ante todo porque vive esta presencia en la familia, en el trabajo, en los viajes, en los encuentros… en todo momento. Dirá María Mazzarello: “que cada puntada sea un acto de amor a Dios”.
Otro camino es el de la unión de voluntad, que es la intención y decisión de querer hacer todo por amor de Dios. El “yo quiero hacerlo por Dios” quiere decir hacerlo para el crecimiento del Reino de Dios, para el bien de las personas, y no tanto porque se quiera figurar, o para demostrar que soy capaz, o porque quiero ser simpático.
Finalmente, otro camino de unión con Dios es la unión de la mente, que implica estar atento a la presencia del Espíritu en las personas y las situaciones que me toca vivir. Es adquirir la capacidad —por el estudio y la oración personal— de descubrir en la vida de los jóvenes, en la historia, en las situaciones sociales, una presencia que es acción, y su interpelación: ¿qué me pide Dios en esta situación? Una unión que en Don Bosco encontramos, por ejemplo, en lo que él mismo nos narra en su visita a las cárceles: la conmoción que le provocó esa situación no se detuvo en las consideraciones sociales, sino que identificó lo que Dios le pedía a través de esos muchachos que estaban presos. Poco comentario de la situación, y sí mucha acción.
Un Dios que está
Esta voluntad de querer encontrarse con Dios parte de la certeza de que Él está presente y actuante en la vida y en la historia. Entonces, el trabajo será oración, siempre que esté impregnado de esta presencia de Dios, en el corazón, en la voluntad y en la mente.
Don Bosco lo aprendió, ante todo, junto a mamá Margarita, quien le iba ayudando a leer los acontecimientos desde una perspectiva de fe, tratando de escudriñar las huellas de Dios en lo que le tocaba vivir. Es así que a Don Bosco no le costaba encontrar palabras de aliento animadas desde la fe, descubrir lo bueno que hay en cada muchacho, animarse a avanzar cuando todo parecía que estaba en contra… porque son todas expresiones de una persona cuyo corazón vive cotidianamente unido en Dios.
Y es por ello que Don Bosco repetía siempre: “antes de emprender las cosas nos aseguramos de que es voluntad de Dios que se hagan… Nosotros comenzamos siempre nuestras obras con la certeza de que es Dios quien las quiere…. Parecerá que mil dificultades se encuentran en el camino; no importa, Dios lo quiere y nosotros nos mantenemos intrépidos ante cualquier dificultad”. Es una actitud que orienta las grandes decisiones, y los pasos cotidianos.
La propia santificación,
la propia felicidad, se juega en Don Bosco
y en quienes quieren continuar sus huellas
en tratar de hacer el bien.
Cuidar lo de todos los días
El colegio San José Obrero se fundó en 1969 con el propósito de recibir a los jóvenes con más necesidades de la ciudad de Neuquén y de las localidades vecinas, para promocionarlos integralmente a través del aprendizaje de oficios y la formación en valores.
Hoy, esta gran familia está formada por los educadores y por 268 chicos y chicas que aprenden una nueva forma de salir adelante. Allí se les enseña electricidad, electrónica, tornería, mecánica y carpintería. Así, aprenden a ganarse el pan por sí mismos y desarrollar las muchas potencialidades que cada uno tiene.
Es una familia que trata de mejorar los espacios que recorre todos los días. Como el piso del taller de carpintería que, a pesar del gran cuidado de los alumnos y profesores, está muy deteriorado. Y un piso adecuado es muy importante para aprender bien y por razones de seguridad.
Se necesita colocar una carpeta de micropolímeros sobre esa superficie de 315 metros cuadrados. El costo de este trabajo es de 99.804 pesos. Todo aporte es muy valioso para esta obra. Por eso necesitamos contar con los miembros de la Familia Salesiana para que les sigan dando su apoyo a estos jóvenes, y que tengan buenos lugares y espacios para crecer, con la ayuda de los educadores y la presencia de Dios a través del trabajo hecho con amor.
Es que el piso, como las demás cosas y ambientes cotidianos, son los espacios y tiempos donde Dios nos espera y se encuentra con nosotros, ocasiones y lugares propicios para hacer crecer el Reino entre nosotros.
Colaborá con los jóvenes del colegio San José Obrero de Neuquén a través del “Débito en cuenta”:
Para ello tenés que enviarnos un correo electrónico a info@obradedonbosco.org.ar o un fax al (011) 4958-6424, e indicar:
1 – Nombre y apellido
2 – Número de CBU
3 – Número de documento
4 – Importe mensual que querés donar