El milagro del encuentro

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Un mate, una bici, una plaza, un árbol: signos de vida y amistad. Todos podemos encontrar este momento en donde la situación permite entrar en esa “tierra sagrada” que es el otro. Y como dice la frase de esta hermosa canción, se puede entrar en los ojos y mirar desde esa ventana. Algunos lo llaman empatía… otros, vida; otros, compasión. El padre Thierry de Roucy, fundador de la obra de misión y compasión Puntos Corazón, habla de “encuentro”; precisamente dice en uno de sus escritos que “cada encuentro es un milagro”. Y yo le agrego que cada uno es el que decide si ese milagro se produce o no.

Permitirnos ese milagro es una de las cosas más lindas que nos pueden suceder en la vida. Poder ver y disfrutar el encuentro, darnos permiso para el mismo. Tener la capacidad de quedarnos ahí, de permanecer allí, de no distraernos, de no dejarnos tentar por la tecnología por un momento, se asemeja a la capacidad de sentir.

Hoy muchas veces, en la vorágine de la vida, vivimos anestesiados e imposibilitados de sentir. En algunos casos ni siquiera se tiene el tiempo físico para la vivencia de estos momentos.

Pero está en cada uno abrigarse en el sol de la vida del otro, en la sombra que el otro puede ser en un día de calor, para vivir el encuentro, para percibir que el compartir es una de las riquezas más grandes de la vida.

Que Don Bosco, papá que supo encontrarse con tantos “otros”, nos enseñe a valorar y vivir los encuentros con intensidad y felicidad.

 

Por Soledad Quiroga

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