Don Bosco responde a las invitaciones que le llegan para venir a la Argentina.
Por Néstor Zubeldía //
nzubeldia@donbosco.org.ar
A fines de este mes, exactamente en Navidad, se cumplen ciento cincuenta años del día en que Don Bosco escribió tres importantes cartas para responder las que había recibido desde la Argentina proponiéndole enviar a nuestro país a sus primeros misioneros salesianos. Los destinatarios de esa correspondencia, que un siglo y medio después resulta para nosotros decisiva y trascendental, fueron el secretario del arzobispo porteño, el párroco de San Nicolás de los Arroyos y el presidente de la comisión de laicos de la misma ciudad, encargada de la construcción del colegio ofrecido a los salesianos. A continuación, seleccionamos algunos párrafos de cada una de esas cartas enviadas desde Turín en la Navidad de 1874.
Al padre Mariano Antonio Espinosa, secretario del arzobispo de Buenos Aires Monseñor Aneiros, que había escrito a Don Bosco el 10 de octubre de 1874:
La gracia de N. S. J. C. sea siempre con nosotros.
El señor comendador Juan Bautista Gazzolo, cónsul de la República Argentina en Italia, ha hablado reiteradamente del celo de Ud. y del trabajo constante que Su Excelencia reverendísima el Arzobispo lleva a cabo en pro de esa vastísima arquidiócesis. Al mismo tiempo mencionaba la penuria de obreros evangélicos, especialmente de los que se dedican a la educación e instrucción cristiana de la juventud.
Este benemérito señor, con el fin de secundar el espíritu de la Congregación Salesiana, y hacer el mayor bien posible a la República que representa, pensó de escribirle diciéndole que los salesianos estarían dispuestos a ofrecerle sus débiles fuerzas, por si las necesita.
Usted tuvo la bondad de contestar que el Señor Arzobispo estaba de acuerdo, que recibiría complacido a los nuevos misioneros y los protegería. Ante todo, mi profundo agradecimiento al uno y al otro. Ahora le digo que estoy dispuesto a aceptar el proyecto, y con ese fin entiendo tratar con usted como representante del Arzobispo. Para realizar este proyecto ayudaría lo que escribe el Dr. Ceccarelli, párroco de San Nicolás, el cual está dispuesto a ofrecer casa, parroquia y su apoyo a los salesianos, siempre que fueran para establecerse y efectuar tantas obras.
Yo enviaría a algunos sacerdotes a Buenos Aires, para establecer allá un colegio central. Para esto vendría muy bien tener una iglesia cualquiera para las sagradas funciones, especialmente para dar catecismo a los niños más abandonados de la ciudad. El citado Com. Gazzolo me dice que sería ideal la iglesia Mater Misericordiae, que habría que dejar vacante. A falta de iglesia pública, podríamos también servirnos de algún local apto para reunir y entretener a los niños pobres.
No he escrito ni en latín ni en español, porque observo que usted escribe muy bien el italiano. Me encomiendo a sus oraciones y me profeso agradecido y humilde servidor.
Sac. Juan Bosco.
Al padre Pedro Ceccarelli, párroco de San Nicolás de los Arroyos, que había escrito a Don Bosco el 30 de noviembre de 1874:
Ilustrísimo y reverendísimo Dr. Ceccarelli:
El señor comendador Juan B. Gazzolo, cónsul de la República Argentina en Italia, nuestro amigo y bienhechor, me hizo llegar su amable carta, en la cual usted me manifiesta el beneplácito para una misión de salesianos en su parroquia.
Con caridad y celo verdaderamente desinteresado, como a nosotros nos consta, usted ofrece su casa, la parroquia y el apoyo a estos mis hijos espirituales, que la Divina Providencia quiso confiarme. No falta, por lo tanto, nada, pues nuestro deseo es trabajar en el sagrado ministerio en pro de la juventud pobre y abandonada. Catecismo, clases, predicación, oratorios festivos, colegios, hogares, forman nuestra mies principal.
He escrito por eso a Su Excelencia el Arzobispo que aceptó en principio el proyecto. Poniéndome por lo tanto en sus manos, enviaré el número de sacerdotes, clérigos, laicos, músicos y artesanos al tiempo y en la cantidad que usted crea sean necesarios.
Dios lo bendiga y lo conserve para proseguir sus desvelos en pro de las almas. Rece también por mí y por todos los salesianos. Y manifestándole vivas acciones de gracias, profunda gratitud y veneración, tengo la satisfacción de poderme declarar de S. S. Ilma. Muy Rev. Afmo. en J. C.
Sac. Juan Bosco.
A la comisión de laicos de San Nicolás, presidida por don José Francisco Benítez, que había escrito a Don Bosco el 30 de noviembre de 1874:
Respetables señores:
Van para cuatro años que estoy en familiares relaciones con el señor comendador Juan B. Gazzolo, cónsul argentino en Savona, y a menudo nuestras conversaciones se dirigían a la poderosa y vasta República, y singularmente a la ciudad de San Nicolás como centro de otros puntos, foco de comercio cuyos ciudadanos se destacan por su buena voluntad y celo por la buena educación de la juventud. Incitado por el deseo de hacer el bien al país que representa entre nosotros tan dignamente, escribió al incansable don Ceccarelli acerca de la probabilidad de abrir allá una casa para nuestra Congregación.
El trámite fue resuelto favorablemente y ahora los señores fundadores de un colegio en San Nicolás me hacen la generosa propuesta de un edificio con terreno e iglesia para colegio; entre otras favorables condiciones descritas en la nota oficial de la mencionada Comisión, hay la siguiente: “El Colegio será confiado a la Congregación Salesiana sin límite de tiempo, reservándonos solamente el patronato, por ser propiedad del pueblo”.
Estas condiciones me invitan a aceptar de buen grado. Me esforzaré para preparar para el próximo mes de octubre las personas necesarias para la enseñanza y la asistencia de los alumnos y para el servicio de la iglesia y del colegio.
El señor Com. Gazzolo, cónsul argentino, conoce muy bien el espíritu de nuestra Congregación, y mucho mejor que nosotros conoce las personas, las costumbres y las leyes de esos países. Por eso, yo encargo a él mismo de tratar y determinar todo lo que será necesario para el buen éxito y feliz acabamiento de estos trámites.
Antes de terminar esta carta, cumplo con un grave deber mío: de presentar vivos sentimientos de gratitud a los señores miembros de la Comisión fundadora, y espero que quedarán satisfechos de la confianza que han depositado en nosotros. Y pidiendo a Dios que colme de bendiciones a ellos y a sus familias, tengo el honor de profesarme con suma gratitud y estima, de ustedes humilde servidor.
Sac. Juan Bosco.
La misión en América será una prueba de fuego y un signo de la temprana madurez de una Congregación nacida de los jóvenes pobres de sus oratorios y escuelas
Don Bosco tiene ya 59 años y está frente a la que será la mayor empresa de su vida. Después de un largo camino y de muchas contrariedades pudo finalmente conseguir en Roma la aprobación definitiva de la Congregación. Por eso puede pensar en el gran salto a lo desconocido. La misión en América será una prueba de fuego y un signo de la temprana madurez de una Congregación nacida de los jóvenes pobres de sus oratorios y escuelas.
En estas cartas de Navidad, que escribe después de haber tratado el tema con su Consejo General en la tarde del 22 de diciembre, el santo se compromete y se juega entero con cada respuesta: pone plazos, asume compromisos, ofrece su “personal especializado”, agradece de antemano… Pero a la vez, prudente y experimentado, aunque no conoce personalmente a ninguno de sus interlocutores, o precisamente por eso, recuerda a uno y a otro lo que ya le han ofrecido en cartas anteriores y el compromiso que cada uno se mostró dispuesto a asumir. Y deja claras la misión principal, las prioridades y el campo de trabajo de su naciente Congregación. Llamativamente no habla todavía ni de sus paisanos italianos, tan numerosos en Buenos Aires, ni de la Patagonia y sus pueblos originarios.
Don Bosco tiene ya 59 años y está frente a la que será la mayor empresa de su vida.
El paso siguiente será entusiasmar, comprometer y convocar a los suyos y buscar la ayuda necesaria para preparar una expedición transatlántica, la primera para sus salesianos, que implicará tanto esfuerzo y tanto gasto. Pero todo eso será tema de nuestro próximo año.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – DICIEMBRE 2024