En uno de mis viajes del mes mayo visité las presencias salesianas de Croacia. Quedé fuertemente impactado por aquellas comunidades cristianas y aquellos jóvenes, tan actuales, del mundo digital, pero con una solidez para vivir la fe que me llegó hondamente al corazón…
El Rector Mayor recorre junto a los jóvenes las calles de Brasilia, durante su visita del mes de agosto
A una de las obras llegamos a las diez de la noche. Al entrar en el patio sonaba música típica y un grupo de unos ciento cincuenta niños, adolescentes y padres de familia estaban esperándonos. Mi asombro fue grande al ver a uno de mis hermanos salesianos que, a sus 92 años, con su sotana vieja que más bien parecía de los tiempos de Don Bosco, y con un rostro lleno de paz, bailaba con ellos.
Al día siguiente pude ver que este hermano era aclamado por los jóvenes: lo aplaudían, lo llamaban, y él sonreía y consentía en las cosas que le decían. Y me dije: “He aquí un salesiano que ha tenido una vida plena”. No he dicho una vida fácil —según me contaba, incluso le tocó vivir el hambre y la dureza de la Segunda Guerra Mundial—, pero sí llena de sentido y felicidad.
Días antes, otro salesiano de 94 años estaba con nosotros en Valdocco, festejando a María Auxiliadora. Vivir esa fiesta es para él un regalo, y aunque siempre bromea con que en la próxima ya estará en el paraíso, también este año conseguimos celebrar juntos ese día maravilloso.
A su edad se ofreció a acompañar a un grupo de salesianos y laicos de Argentina a conocer algunos de los lugares más significativos de Turín. A su regreso estaban cansados, especialmente él, pero durante días ha compartido con aquellas personas la alegría de estar en la casa de Don Bosco.
¿Qué es lo de que da esa fuerza, esa motivación…? Quizá ustedes estén dándose cuenta. El papa Francisco, si está en la voluntad de Dios, llegará en diciembre a sus 82 años. Moralmente se le reconoce como el hombre más influyente de nuestro mundo. Toca las conciencias porque su opción es vivir una vida sencilla y plena desde el Evangelio. Sus mensajes van cargados de sencillez y de autenticidad, invitando a quienes lo deseen a conocer a Jesús.
Aquí radica la plenitud de estas vidas y de muchas otras: el servicio, la donación y el amor. Y qué decir de millones de mamás, papás, abuelos y abuelas que se sienten muy plenos en este vivir para donarse. Cuando es el amor quien llena una vida, los esfuerzos, los sacrificios, los bailes entre jóvenes en la noche o los paseos fatigosos por una ciudad no suponen nada.
Esta es la clave para una vida plena: se vive desde el amor y con amor.
Deseemos que sea así la nuestra.
Don Ángel Fernández Artime
BOLETIN SALESIANO – SEPTIEMBRE 2018