Lo urgente versus lo importante. Lo importante versus lo interesante. La verdad versus la subjetividad. Entre todas las batallas del siglo XXI, ¿saldrá ilesa la realidad? Lo que miramos, leemos, escuchamos, todo está teñido con el interés del emisor del mensaje. Incluidas estas líneas, que también tienen un propósito: mirar por fuera del huracán informativo.
Hablando de huracán, el paso de Matthew por Centroamérica, el Caribe y el sureste de Estados Unidos fue una muestra del recorte en las noticias. Nos enteramos que —todos textuales— hubo “rehenes argentinos en un hotel cuatro estrellas”, supimos de “Matthew, el cocktail para esperar el huracán en Miami” y nos avisaron que “Disney cierra sus puertas ante la llegada de Matthew”.
Mientras todo esto ocurría, muy cerca de las maravillas de Orlando pasaban otras cosas. Haití, más de 900 muertos. Cultivos arruinados en un 80% de la superficie agrícola. Casas destruidas en cifra incontable —no poder contar es, también, contar—. Regresamos al contraste y leemos que hubo “600 mil casas sin luz en la Florida”. Idéntico “centimetraje” en diarios y minutos en noticieros para ambos escenarios. Una escala mediática diría —sin equivocarse— que un evacuado norteamericano equivale a un centenar de cadáveres cerca de Puerto Príncipe. La misma relación para sus muertes aplicaría a esas vidas. Unas, privilegiadas; otras, condenadas. Por una vez, pasa lo mismo en la tele que en la vida real.
Por Diego Pietrafesa
Boletín Salesiano, noviembre 2016