A diez años del comienzo de la guerra en Siria, los salesianos sostienen “oasis de paz”.
Por Misiones Salesianas
Cuando todo empezó pensaron que era cuestión de días, o como mucho semanas, y que pronto todo volvería a la normalidad. Pero en marzo se cumplieron diez años del inicio de las hostilidades en Siria y la paz no llega. Si bien ahora ya no hay bombardeos en las grandes ciudades, como hace algunos años, el reguero de destrucción, muerte, heridos y desplazados es interminable. En este contexto, los misioneros salesianos se reinventan continuamente con un objetivo: no dejar solos a los jóvenes. Con este horizonte han logrado formar una gran familia de niños, niñas, jóvenes y adultos en torno a la figura de Don Bosco, y los espacios que proponen son considerados “oasis de paz”.
Las cifras hablan por sí solas del desastre humanitario que la guerra en Siria ha causado: más de medio millón de muertos, un millón y medio de heridos, casi seis millones de refugiados y cerca de siete millones de desplazados internos. Si bien los enfrentamientos se han reducido, la crisis económica y la pandemia son en estos momentos las problemáticas más dramáticas que sufre la población. Después del confinamiento del año pasado, el ochenta por ciento de los sirios vive por debajo del umbral de pobreza.
Después del confinamiento del año pasado, el ochenta por ciento de los sirios vive por debajo del umbral de pobreza.
Los misioneros salesianos decidieron quedarse en Siria y mantener abiertas las casas de Damasco, Alepo y Kafroun. “Los chicos que atendemos no entendían que teniendo pasaporte extranjero y pudiendo salir del país nos quedáramos con ellos, pero cuando les dijimos que ‘a la familia no se la abandona nunca’, comprendieron que se pueden hacer cosas extraordinarias desde lo ordinario”, asegura el padre Alejandro León Mendoza, inspector de los salesianos en Medio Oriente.
Por supuesto que en estos diez años han atravesado momentos muy dolorosos, sobre todo cuando se trata de la muerte de algunos niños del oratorio: “En Siria todos lloramos a algún familiar o amigo asesinado por las bombas”, asegura el salesiano misionero Pier Jabloyan. Sin embargo, la esperanza ha sido siempre más fuerte que la guerra, y la cultura de paz en los espacios salesianos los han convertido en un “oasis”.
Hay muchos menores de diez años que no conocen otra vida que la guerra, y por eso los misioneros salesianos siguen estando a su lado.
Este ambiente de familia ha ayudado a unir a toda la comunidad cristiana de Alepo y de Damasco, incluso en las peores situaciones, y también ha multiplicado la fe de los jóvenes y de sus familias. En la actualidad, en Damasco se reciben a mil doscientos chicos y chicas, adolescentes, jóvenes y también adultos. En Alepo ha llegado a haber hasta mil jóvenes de diferentes confesiones cristianas. El resultado ha sido una gran familia que se ayuda, que está siempre en contacto y que afianza su fe en medio de las dificultades. Pero hay muchos menores de diez años que no conocen otra vida que la guerra, y por eso los misioneros salesianos siguen estando a su lado ofreciéndoles acompañamiento, comida y ayuda económica para ellos y sus familias. La paz definitiva y duradera es un clamor para que los sirios puedan empezar a reconstruir su país y sus vidas. Pero mientras se hace realidad, los misioneros salesianos ofrecen una educación en la cultura de la paz y en los valores cristianos a todo aquel que se acerque a las presencias de Don Bosco en esas ciudades.
Misiones Salesianas, como otras organizaciones salesianas, sigue dando respuesta a las necesidades de la población de Siria a través de clases de apoyo escolar, talleres de teatro, actividades deportivas y recreativas. Para conocer más sobre ellas se puede ingresar en misionessalesianas.org.
BOLETÍN SALESIANO – ABRIL 2021