“Queridos amigos: vengo como penitente que pide perdón al Cielo y a los hermanos por tantas destrucciones y crueldad. Vengo como peregrino de paz, en nombre de Cristo”: las palabras pertenecen al papa Francisco y las pronunció en Irak, la tierra que eligió para su primer viaje apostólico luego de quince meses. Se trata del primer Papa en visitar ese país, que en los últimos años estuvo asediado por conflictos armados y grupos fundamentalistas.
La elección no parece casual. Se trata de la primera visita luego de publicar la encíclica Fratelli Tutti, dedicada a exaltar la fraternidad como elemento ordenador de las sociedades, las naciones y la convivencia mundial; una idea, una actitud y una palabra que estuvo presente durante los tres días que duró el viaje. Por ejemplo, cuando se reunió con la comunidad de cristianos que viven en Irak, a quienes escuchó y acompañó en su sufrimiento por ser perseguidos. A ellos les recordó que los creyentes no tenemos enemigos, solo hermanos: “¿Dónde puede comenzar el camino de la paz? En la renuncia a tener enemigos. Quien tiene la valentía de mirar las estrellas, las mismas estrellas que vio aquí nuestro padre Abraham, quien cree en Dios, no tiene enemigos que combatir”.
La visita del Papa también estuvo destinada a tender puentes con los líderes religiosos de otros credos. Por ello dedicó parte de su agenda a encontrarse con la máxima autoridad iraquí del Islam chiita, Al Sistani, en un gesto contundente en favor del diálogo interreligioso y promesa concreta de convivencia pacífica entre la rama islámica, mayoritaria en el país, y la minoría cristiana.
Además, Francisco hizo referencia explícita a la fraternidad en Bagdad: “Es cruel que este país, cuna de la civilización, haya sido golpeado por una tempestad tan deshumana, con antiguos lugares de culto destruidos y miles y miles de personas —musulmanes, cristianos, yazidíes— que han sido aniquilados cruelmente por el terrorismo, y otros desalojados por la fuerza o asesinas. Hoy, a pesar de todo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más fuerte que el fraticidio, la esperanza es más fuerte que la muerte, que la paz es más fuerte que la guerra”.
Y en la ciudad de Mosul, la segunda en importancia de Irak y donde el 29 de junio de 2014 se proclamó el califato del Estado Islámico, Francisco pronunció una oración impensada hace algunos años: “Si Dios es el Dios de la vida —y lo es— a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre. Si Dios es el Dios de la paz —y lo es— a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor —y lo es— a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos”.
Juan Carlos Romanín
BOLETÍN SALESIANO – ABRIL 2021