“Te hemos estado esperando”

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La Virgen se le presenta a Don Bosco en el ocaso de su vida y lo conecta con el sueño de los nueve años.

Por Luis Timossi, sdb

boletin@donbosco.org.ar

Don Bosco está en Barcelona. Es la noche del 9 al 10 de abril de 1886. Se halla ya en el ocaso de su vida, pero con este sueño parece querer “volver al inicio”, donde todo comenzó: se conecta con el sueño de los 9 años –que ya casi ha olvidado– pero que la Virgen Pastorcita le ayuda a recordar.

“¡Te hemos esperado!”

Con voz entrecortada y entre sollozos, le cuenta este sueño a don Rúa, a don Durando y a Carlos Viglietti, su joven secretario.

“Me encontraba en las cercanías de Castelnuovo sobre una colina denominada Bricco del Pino (…) Desde allí dirigí mi mirada alrededor, proyectándola hasta el horizonte, pero, antes que la retina, quedó impresionado mi oído por el alboroto que hacía una multitud incontable de niños (…) corriendo a mi alrededor, me decían: ‘¡Te hemos esperado, te hemos esperado mucho tiempo, pero finalmente estás aquí; ahora estás entre nosotros y no te dejaremos escapar!’”.

Don Bosco no comprendía nada y pensaba qué querrían de él aquellos niños; pero mientras permanecía como atónito en medio de ellos, vio un inmenso rebaño de corderos conducidos por una pastorcita, que una vez que hubo separado los jóvenes y las ovejas y colocado a los unos en una parte y a las ovejas en otra, se detuvo junto a él y le dijo:  

-“¿Ves todo lo que tienes delante?”. 

-“Sí que lo veo”. 

-“Pues bien, ¿te acuerdas del sueño que tuviste a la edad de diez años?”.

-“¡Oh, me es muy difícil recordarlo! Tengo la mente cansada, no lo recuerdo bien ahora”. 

-“Bien, bien; reflexiona y lo recordarás”. 

La Virgen le refresca la memoria, lo vuelve a conectar con su experiencia originaria. Esto que está viendo ahora, no es otra cosa que el despliegue misionero de aquel aprendizaje en el que Ella misma lo inició con el sueño de los 9 años. Nunca como en este sueño la Virgen dialoga tanto y orienta a Don Bosco.

Cuánto deben hacer los salesianos

Después, haciendo que los muchachos se acercasen a Don Bosco, le dijo: 

-“Mira ahora hacia esa parte, dirige allá tu mirada; hagan ustedes lo mismo y lean lo que ven escrito… Y bien, ¿qué ven?

– “Veo montañas, colinas, y más allá más montañas y mares”, dijo Don Bosco.

– “Yo leo: Valparaíso”, dijo un niño.

– “Yo, Santiago”, dijo otro. 

– “Yo, leo las dos cosas”, añadió un tercero.

– “Pues bien”, continuó la pastorcita, “parte ahora desde aquel punto y sabrás la norma que han de seguir los Salesianos en el porvenir”.

Don Bosco tiene los ojos cansados, está casi ciego, ya no divisa con claridad. Ahora, son los niños los que le ayudan a ver: ellos son las pupilas de sus ojos.

Don Bosco tiene los ojos cansados, está casi ciego, ya no divisa con claridad. Ahora, son los niños los que le ayudan a ver: ellos son las pupilas de sus ojos.

Vuélvete ahora hacia esta parte, tira una línea visual y mira”. 

– “Veo montañas, colinas, mares…”. 

Y los jóvenes afinaban la vista exclamando a coro: “Leemos Pekín”. 

Don Bosco vio entonces una gran ciudad. Estaba atravesada por un río muy ancho sobre el cual había construidos algunos puentes muy grandes.  

– “Bien”, dijo la pastorcita con acento de maestra, “ahora tira una línea desde una extremidad a la otra, desde Pekín a Santiago, haz centro en corazón de África y tendrás una idea exacta de cuánto deben hacer los Salesianos”. 

Cultivar la virtud de María

Don Bosco contempla la geografía del globo terráqueo en las zonas indicadas por María: una superficie de más de 20.000 kilómetros de extensión, para proyectar el trabajo misioneros de sus salesianos. Pero él siente que es tan enorme la distancia, tan irrealizable el plan y se ve tan impotente….

-“Pero, ¿cómo hacer todo esto? Las distancias son inmensas, los lugares difíciles y los Salesianos pocos”. 

-“No te preocupes. ¿No ves allá cincuenta misioneros preparados? ¿Y más allá no ves más y muchos más aún? Traza una línea desde Santiago al África Central. ¿Qué ves?”.

 – “Diez centros de misión”. 

– “Bien; estos centros que ves serán casas de estudio y de noviciado que se dedicarán a la formación de los misioneros que han de trabajar en estas regiones. Y ahora vuélvete hacia esta parte. Aquí verás otros diez centros desde el corazón de África a Pekín. También estas casas proporcionarán misioneros a todas estas otras regiones. Allá está Hong-Kong, allí Calcuta, más allá Madagascar. En todas estas ciudades y otras más habrá numerosas casas, colegios y noviciados”.

Escuchaba mientras observaba detenidamente todo aquello, después dijo:  

– “¿Y dónde encontrar tanta gente y cómo enviar misioneros a esos lugares? En esos países existen salvajes que se alimentan de carne humana; hay herejes y perseguidores de la Iglesia: ¿cómo hacer?. 

-“Mira”, replicó la pastorcita, “es necesario que emplees toda tu buena voluntad. Sólo tienes que hacer una cosa: recomendar que mis hijos cultiven constantemente la virtud de María”. 

“Sólo tienes que hacer una cosa: recomendar que mis hijos cultiven constantemente la virtud de María”, replicó la pastorcita.

– “Bien, sí; me parece haber entendido. Repetiré a todos tus palabras”.

Don Bosco quería continuar hablando, pero la visión desapareció; el sueño había terminado.

Nos queda una sensación de profunda conmoción y ternura. Don Bosco de niño y de anciano, es siempre guiado por María. Ella es la Maestra. Y la misión que le confía fue, es, y será, la salvación de los jóvenes más pobres y necesitados de todos los pueblos de la tierra. ¡María lo hace misionero! ¡María, hoy, nos quiere hacer misioneros!

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – OCTUBRE 2025

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