Meterse en el medio

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¿Es posible evitar la judicialización de la educación?

Por: Ezequiel Herrero y Valentina Costantino

boletin@donbosco.org.ar

Dolores Suárez Larrabure es profesora, abogada y mediadora del Poder Judicial de Tucumán. Desde el año 2006 trabaja y capacita a los establecimientos educativos de la provincia –entre ellos los colegios salesianos Instituto Técnico Lorenzo Massa y Tulio García Fernández–, en la resolución adecuada de conflictos. En un contexto de creciente judicialización de la educación, su tarea consiste en “brindar estrategias para que las escuelas enfrenten de manera constructiva los cada vez más altos niveles de conflictividad y su tendencia creciente a resolverlos a través de la agresión, la violencia o la judicialización”.

A partir de eso, la mediación se presenta como una herramienta institucional para “educar en la construcción de una sociedad justa, tolerante, solidaria, igualitaria, respetuosa de la diversidad y menos violenta”.

Dolores Suárez Larrabure es profesora, abogada y mediadora del Poder Judicial de Tucumán. Desde el año 2006 trabaja y capacita a los establecimientos educativos de la provincia en la resolución adecuada de conflictos.

En el último tiempo pareciera que existe una creciente judicialización de la educación, ¿por qué ocurre esto?

La judicialización se produce cuando el ciudadano no puede gestionar sus conflictos por los mejores métodos. Que exista un código de convivencia no es suficiente para que sepamos convivir, porque la norma no es suficiente. Si el código de convivencia lo hace la autoridad del establecimiento –el rector, el director, la vicedirectora–, no es internalizado por los otros adultos de la comunidad educativa, mucho menos por los niños y adolescentes de la comunidad y tampoco por las familias. Por eso el código de convivencia debe ser redactado por todos los actores de la comunidad educativa para que puedan internalizarlo, cuidarlo y sostenerlo. Como dijo Juan Pablo II el proceso de enseñanza es un proceso de transformación del niño, la niña y el adolescente para reconocer al otro. Reconocerlo y respetarlo. Esto requiere de un trabajo profundo, porque se trata de enseñarles a convivir. 

Antes, se hablaba de mediación, como un “método alternativo” para la resolución de conflictos, hoy se habla de “método apropiado”. Lo alternativo en todo caso es la judicialización, la pena o el castigo.

Antes, se hablaba de mediación, negociación, conciliación y arbitraje como “métodos alternativos”. Hace ocho años no hablamos de métodos alternativos, sino de “métodos apropiados” de resolución de conflictos. En todo caso, lo alternativo es la justicia, la pena o el castigo.

¿Este proceso de judicialización es propio de la escuela o también se extiende a otros ámbitos? ¿La escuela termina siendo una consecuencia de un entorno social? ¿Qué posibilidades tiene de ofrecer algo diferente?

La escuela es una caja de resonancia de lo que pasa en la sociedad. Por ejemplo, todos hemos presenciado en un accidente de tránsito reacciones violentas de parte de los conductores, y  eso pasa a la justicia. Entonces la escuela no está aislada, es algo que los chicos ven y escuchan por los medios. 

El niño está delante del docente mínimo cuatro horas al día, un tiempo que ni siquiera pasa frente a sus padres, por eso los grandes modelos son los adultos de la comunidad educativa. Se trata de enseñar que existe otra manera de ejercer la vida democrática, que cada uno tiene derecho a expresar su opinión con respeto, que podamos entender que le causé daño a un amigo, a un compañero, a mis profesores. y que podía no haberlo realizado. 

“El alumno, el papá, la maestra, no son violentos, tuvieron un acto de violencia. Y de eso se puede arrepentir, pedir disculpas e incluso repararlo”. 

Si yo hago un daño, puedo arrepentirme del hecho, porque es el hecho lo que está mal, y yo tengo que separar el hecho de la persona. El alumno, el papá, la maestra, no son violentos, tuvieron un acto de violencia. Y de eso se puede arrepentir, pedir disculpas e incluso repararlo. 

¿Cuáles son las bases necesarias para entablar una mediación?

Una cuestión trascendental es el respeto por el otro, atender que el otro es un diferente y que puede pensar distinto. También la confidencialidad y la neutralidad, el conflicto se trabaja de manera confidencial y el mediador no está ni de un lado ni del otro, no importa si el conflicto es entre dos alumnos, entre un director y un padre, entre docentes… 

Otro punto es la escucha activa, que no es la escucha mirando el celular, sino escucharlo desde su dolor, que quizás yo no lo entendí o nunca me di cuenta que le hacía tanto daño con esta actitud.

Por último, como algo trascendental, es necesaria la decisión política del establecimiento educativo de cumplir con la Ley Nacional de Educación que establece que hay que “desarrollar prácticas de mediación que contribuyan a la resolución pacífica de conflictos”. . Y esto es una decisión política porque a veces es más fácil sancionar, porque para todo esto se necesita tiempo, y la sanción es más rápida. Por ejemplo: “vos quédate afuera del curso” o “vos no podés participar de la semana del colegio”. Eso es más rápido, pero no es más educativo, no modifica el hábito. 

A veces pareciera que para quienes lo ven desde afuera, una sanción así es más ejemplificadora…

Lo que se busca es pasar de la justicia o del sistema represivo a lo que nos enseñó Don Bosco. Seamos preventivos. Hoy las redes sociales producen una gran cantidad de conflictos, y hay cosas que a veces nos incomodan hablar, pero hay que hacerlo.

Podemos evitar en gran parte la judicialización cuando nos preparamos para la prevención y gestión de los conflictos a través de los métodos apropiados: mediación, negociación, conciliación, círculos de diálogos, prácticas restaurativas.

La correcta gestión de los conflictos promoverá espacios donde los involucrados podrán redescubrirse, conociendo sus habilidades y encontrando nuevas maneras de expresarse, aumentando así su crecimiento personal con la asunción de responsabilidades de sus actos y de sus acuerdos.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – JULIO 2025

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