Una herencia de cenizas

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Por: Maximiliano Gianotti

Son las siete de la tarde, el sol empieza a perder fuerza y altura, la ruta se camufla entre algunas sombras de las montañas que continúan embelleciendo el paisaje cordillerano de Chubut, una vegetación robusta que como manto acuna la vida que allí yace.

Todo es verde, todo es vida, hasta que de repente, sin transición, ese todo se vuelve gris y pierde su luz, aquellos que por cientos de años fueron árboles fuertes y vigorosos se ven apagados, desechos, convertidos en troncos de carbón.

Esta escena se repite en toda la montaña, pero cuando uno se anima a ver hacia el horizonte, puede dimensionar el desastre, la tragedia, y surge la certeza de que esto va a tener un costo indudablemente alto, y se pregunta: ¿quiénes deberán lidiar con esta herencia de cenizas?

El 25 de enero de 2024 se inició un fuego intencional en la zona aledaña al arroyo Centinela en el Parque Nacional Los Alerces en Chubut, patrimonio mundial de la Unesco

Las noticias se centran en encontrar a los culpables y en contabilizar las hectáreas consumidas por el fuego mientras cientos de personas de todo el país hacen esfuerzos sobrehumanos para combatirlo poniendo sus vidas en peligro.

A 200 años del sueño de “Juanito”, vemos representada esta constante tarea de batallar contra el fuego en ese niño que impulsivamente se lanzaba con puños sobre los chicos que se insultaban, intentando detener esa escena con los recursos más primitivos con los que él contaba, para luego, con los años comprender que el camino era la prevención. ¿Cuántos años necesitaremos nosotros para poner el ojo y las manos en acción hacia una prevención real de estos siniestros?

Es necesario legislar teniendo presentes los posibles motivos que existen para generar estos incendios y anularlos, es importante valorar, proteger y aplicar las leyes que ya existen. Es vital educar a los jóvenes para que adquieran la conciencia ambiental suficiente para no sucumbir frente a la ambición y el poder, razones que seguramente hoy son las responsables de estos comportamientos destructivos.

“Los jóvenes se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro mejor sin pensar en la crisis del ambiente”, expresa el papa Francisco en la encíclica Laudato Si’. Es desde estas cenizas de los bosques cordilleranos, en esta porción del planeta, donde debe surgir indefectiblemente la esperanza como motor que impulsa a un cambio verdadero, que nos hace saber que somos muchos los que perseguimos un mundo en el que valga más una hectárea de bosque que la pretenciosa e insaciable ambición del hombre. Una esperanza que, como a Don Bosco, nos permita atravesar todo tipo de dificultades sosteniendo la mirada en el horizonte, para regalarnos todos los días un mañana mejor que hoy.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MARZO 2024

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