Una puerta abierta al dolor del pueblo

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Fue una intensa y triste jornada la del 5 de abril para quienes acompañaron desde siempre el reclamo de justicia de Gualberto Solano y su profundo deseo de encontrar el cuerpo de su hijo Daniel Solano, desaparecido y asesinado en noviembre del 2011 en el valle medio de Río Negro.

“Setenta y siete meses sin Daniel y sin justicia. Y tres días sin vos. Gracias Gualberto, perdón Gualberto. Seguimos trabajando, seguimos buscando”: así se expresó el padre Cristian Bonin, cura párroco de Choele Choel, Río Negro. Este sacerdote fue la persona que dio casa segura para sostener la decisión de Gualberto de instalarse en un acampe exigiendo justicia frente al juzgado de Choele Choel. La parroquia pasó a ser un resguardo y el lugar de alojamiento y de trabajo de los abogados durante todos estos años.  Luego de conocida la noticia muchas personas se fueron encontrando en la “taperita”, como la llamaban, para “vivir” la muerte de Gualberto.

Gualberto estaba convencido de que la desaparición y posterior muerte de su hijo estaban vinculadas con un reclamo hecho por Daniel a la empresa agropecuaria donde era empleado, tras haber descubierto una estafa hacia cientos de trabajadores. En la ciudad de General Roca se estaba llevando a cabo el juicio contra siete policías por privación ilegítima de la libertad y homicidio calificado.

Frente al dolor y el grito del pobre por la justicia, allí en el valle donde llegan tantos trabajadores “golondrinas”, este sacerdote y su comunidad supieron abrir la puerta y el corazón. Se pusieron al lado, se involucraron y acompañaron la búsqueda de este papá que muere sin respuesta de la justicia. Caminemos sin quedar indiferentes al atropello que sufren tantos hermanos. Que el miedo no deje la puerta abierta a la injusticia y la impunidad.

Pedro Narambuena, sdb

BOLETIN SALESIANO – JUNIO 2018

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