Espejo y brújula

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Los jóvenes necesitan adultos de referencia.

Por Christian Saint Germain

tasadu66@gmail.com

“¿Profe queres ser uno de mis adultos?” 

Seguramente nunca recibiste un pedido exactamente así de un alumno o alumna tuyo. Sea niño, adolescente o jóven. Nunca de este modo, pero ¡tantas veces lo manifiestan con otras palabras, gestos, acciones o actitudes!

Sí, los pibes necesitan un adulto de referencia. Especialmente cuando sus padres están funcionando como pares desorientados, ausentes, prescindentes o meros pagadores. Aún con padres significativos y presentes, también buscan otro adulto que sea complementario de ellos, otro sostén de su red de contención, cuidado y sentido. 

Algunos docentes o agentes de pastoral más grandes me dirán que siempre fue así –y tienen razón–, pero hoy hay mucho más abandono, soledad y perplejidad de parte de estos adolescentes y niños. Por eso hablamos de redes de cuidado, nadie cuida solo o sola ni es o debe convertirse en el salvador de un pibe. Estamos llamados a ofertar puntos de anclaje –como en la escalada–, proponer nuestras propias búsquedas y hallazgos de sentido, para que ella o él se miren, cotejen, reflejen, cuestionen… Pero siempre en red, en cordada como suben la montaña los escaladores.

Un equilibrio difícil y necesario

Quizás en estas líneas no vale la pena ir a las “caricaturas” de adultos que hoy somos o tenemos: proveedores de pseudo entretenimiento cuando pretendemos funcionar a golpe de scroll o a mano de un click de lo que creemos –muchas veces con nulo discernimiento– son las necesidades o búsquedas de los chicos y chicas. No estamos para satisfacer pedidos o demandas, no deberíamos ser padres o adultos proveedores, muchos menos queremos reemplazarlos en lo que ellos deberían encarar, con la intención eventual de que no se equivoque, cuidarlo o que no sufra

Los pibes van a sufrir, van a fracasar, se van a sacar malas notas en el cole y van a tener conflictos con otros jóvenes y adultos. En el cole y en la vida, por supuesto. Sino no crecen ni maduran. 

Pues no se trata ni de ser paredes acolchonadas para que golpee sin lastimarse, ni administradores con contrato perpetuo de las decisiones de sus propios proyectos de vida.

Equilibrio difícil: acompañar sin abandonar, impulsar sin arrojar, animar sin mentir, ayudar sin suplantar. Escuchar sin juzgar –que no quiere decir sin intervenir con palabra honesta de un discernimiento prestado pero no hecho en lugar del otro– . “Estar es amar”, dice Eduardo Meana. Y el Cardenal de los jóvenes, Beato Eduardo Pironio, nos mostraba que la auténtica presencia es el modo claro y concreto de acompañar que hemos aprendido los discípulos del Maestro: Jesús.

Hoy los pibes necesitan adultos: educadores que se atrevan a proponer sentido, aceptar sus dudas, sus angustias, sus fragilidades y estar dispuestos a incomodarse con sus modos, sus ritmos, incluso su ghosteo

Los jóvenes quieren honestidad, aunque a veces les incomode cuando le marcamos algo que les hace daño.

Acompañar es caminar a su lado, si quiere, porque como canta Eduardo Meana, nunca se impone el acompañamiento, se respeta delicadamente la libertad del otro, sin invadir y sin miedo a sus miedos. El joven no quiere careteo. Está harto de una imagen-mandato de felicidad que jamás puede lograr y sólo queda más y más vacío y desconcertado. Quiere honestidad, aunque a veces le enoje la realidad y le incomode cuando le señalamos claramente aquello que le hace daño

Hoy estamos invitamos a reflexionar: ¿qué es ser un adulto? ¿Y qué significa ser un adulto en la fe?

No se trata de un pedido nuevo, ya en la preparación del Sínodo de los jóvenes del 2018, los propios pibes expresaban la necesidad de

  • Figuras de referencia cercanas, creíbles, coherentes  y honestas.
  • Figuras capaces de expresar sintonía y ofrecer apoyo, estímulo y ayuda para reconocer los límites sin hacer pesar el juicio.
  • Lugares y ocasiones en los que poner a prueba la capacidad de relación con los demás y afrontar las dinámicas afectivas.
  • Adultos dignos de confianza con quienes entrar en alianza positiva.
  • Creyentes con autoridad, con una clara identidad humana, una sólida pertenencia eclesial, una visible cualidad espiritual, una vigorosa pasión educativa y una profunda capacidad de discernimiento.

¡Che, profe! ¿Querés ser “mi adulto”? Es un grito sordo, de todos esos jóvenes que como Bartimeo el ciego del camino que llamaba a Jesús con insistencia, reclaman ver, ser vistos y mirados aunque estén al costado del camino.

Seguramente hay alguna o alguno que te esté necesitando, así. ¿Te animás?

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – NOVIEMBRE 2025

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