AMÉN

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Francisco responder… y escucha.

Por Zamira Montaldi
zmontaldi@yahoo.com.ar

No vale la pena mirar el documental en donde el Papa se encuentra con jóvenes de entre 20 y 25 años para escuchar alguna novedad. Sin dudas, los temas que allí se tratan son polémicos y, sabemos, siempre resulta atractivo descubrir si hay algo nuevo bajo el sol. Por lo tanto, haremos un primer spoiler: no se dice nada distinto a lo dicho hasta ahora.

Entonces: ¿en dónde radica el valor de este documental, recientemente estrenado, producido por la plataforma de streaming Star+? ¿Qué puede aportarnos lo que allí sucede en nuestro trabajo con los jóvenes? ¿Qué nuevas pistas encontramos para nuestra opción evangelizadora?

Vayamos al inicio: el Papa Francisco se encuentra con diez jóvenes hispanohablantes de diferentes lugares del mundo, todos de edades cercanas pero diversas, cada uno transitando experiencias y situaciones vitales muy distintas. A través de una dinámica de preguntas y respuestas se abordan temas candentes y controversiales. Muchos son propios de la Iglesia Católica y otros, en los que se considera importante que la institución eclesial aporte una palabra, que asuma un posicionamiento. Estos son: abuso de menores, aborto, pedofilia, migración, colectivo LGBTIQ+, masturbación, pornografía, feminismo, redes sociales, bullying, formación para la vida religiosa y abuso psicológico.

Dos lógicas de la tarea de educar

Volvamos al punto de partida. Los temas tratados en el documental, no son nuevos. Hace ya varios años la Iglesia se pronuncia sobre ellos y, la palabra de los diferentes Papas, ha sido muy codiciada. Sin embargo, mirando en profundidad, el valor y la astucia de la serie, radica en que supo poner en el centro de la escena dos lógicas esenciales en la tarea de educar –y también, en la de construir una sociedad democrática–: el diálogo genuino y el encuentro intergeneracional.

Con respecto a la dimensión del diálogo encontramos el enorme diferencial que aporta el Papa en el encuentro con estos jóvenes: Francisco escucha, se deja interpelar, se conmueve, consuela y aloja. Desde allí, y luego de estos movimientos internos que sólo pueden emanar de la intención de un diálogo verdadero, pronuncia su propia palabra. No la esconde, no piensa que al pronunciarla podría perder el afecto o la escucha que le estaban brindando. Por el contrario, con su actitud, nos recuerda que educar es animarse a la afectación mutua, a un traspaso de experiencias, a un compartir diferentes miradas.

Educar es animarse a la afectación mutua, a un traspaso de experiencias, a un compartir diferentes miradas.

En definitiva, Francisco nos muestra la necesidad y la relevancia de seguir trabajando por el lazo pedagógico, desencadenando –incluso en la fragilidad del posible no consenso– un proceso de trasmisión recíproco en donde nos animemos, en el encuentro con los jóvenes, a proponer una escucha no verticalista que reconozca y valide la novedad de la otredad.

La otra dimensión que aparece en el documental es la cuestión intergeneracional: una opción de encuentro con los jóvenes que debe gestarse en la apertura y no en el rechazo frente a la novedad. En el diálogo con los jóvenes, Francisco nos muestra que hay que reconocer –y alojar– la posible tensión que puede emerger de las miradas diversas, pero con la intención de caminar hacia una alianza valiosa y, por qué no, ventajosa. En donde, los adultos incluyen a las nuevas generaciones, a los “recién llegados” al mundo para que se apropien de él y trabajen por y para su transformación.

Un encuentro genuino

El Papa, en el encuentro con cada uno de estos jóvenes, se posiciona en el lugar de un adulto educador: escucha con atención, se maravilla de la novedad que les traen, valora la verdad que de ellos emana para, finalmente, aportar y compartir la Buena Nueva de su propia verdad. En el documental se observa a un Francisco asombrado y curioso que no estrecha su planteo
a un esquema dogmático sino que, con serenidad y humor, trata en todo momento de buscar un lenguaje en común. No lo asusta ni huye frente a lo que escucha sino que, su modo de estar entre ellos, se vuelve una presencia significativa.

Para concluir, retomo el título del documental: “Amén, Papa Francisco responde”. En muchas ocasiones la palabra “Amén”, de origen hebreo, es utilizada para concluir una frase litúrgica. Puede significar “Así sea”, “En verdad”, “Ciertamente”. En fin, múltiples acepciones para reforzar lo antes dicho. Es por eso que, en este marco, pensar en el término Amén puede remitir a una convicción: ciertamente es hora de pensar la evangelización, la educación y el encuentro intergeneracional como aquel espacio de diálogo en donde no vamos con respuestas ya sabidas, así como tampoco, nos negamos a hospedar las palabra del otro.

En verdad, el encuentro genuino es posible cuando no nos sentimos amenazados ni temerosos por decir aquello en lo que creemos, pensamos y profesamos. Y simplemente, eso sucede, porque valoramos los nuevos modos de sentir y de expresarse que portan los universos juveniles. El papa Francisco devela en este documental la intuición profunda que emerge de nuestro carisma; somos con los jóvenes, no contra los jóvenes.
Allí radica nuestra riqueza. Amén.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – MAYO 2023

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