«Habría que ver si la educación está en crisis»

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Entrevista con Flavia Terigi, especialista en trayectorias educativas.

Por Valentina Costantino y Ezequiel Herrero
redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Cada tanto aparecen en la agenda pública y mediática situaciones o realidades que reabren el debate sobre algún aspecto de la educación, o más precisamente sobre la escuela. Sin embargo, más allá de la coyuntura, de los análisis apresurados y muchas veces superficiales, es enriquecedor plantear un debate responsable y criterioso. “Pasa lo mismo que con la economía. Todos tenemos alguna experiencia con la inflación o con el poder adquisitivo, entonces es tentador hablar. La educación también es un tema del discurso público que convoca a todos porque todos alguna vez fueron a la escuela”, señala Flavia Terigi, licenciada en Ciencias de la Educación, doctora en Psicología y actualmente rectora de la Universidad Nacional de General Sarmiento, quien recibió al Boletín Salesiano para ayudarnos a pensar sobre algunos aspectos que hacen a la agenda pública escolar.

Hace varios años en nuestro país se viene hablando de “emergencia educativa”, ¿qué es exactamente la emergencia educativa?

Es una manera de describir una preocupación por el estado de la educación que tiene dos puntos de apoyo: uno en los problemas reales en el mundo educativo, y el otro en la fantasía de que alguna vez la educación
argentina fue estupenda
.
En la década del ‘90, los autores franceses Baudelot y Establet publicaron un libro en cuyo primer capítulo recopilan notas de prensa desde aproximadamente 1860 hasta ese momento. En cada década se habla de la crisis de la educación, de que la gente sabe menos de lo que sabía, de que los bachilleres son cada vez peores y los maestros cada vez más ignorantes.

Hay una creencia de que “alguna vez fue fantástico el nivel educativo”, y es una mirada relativa a un momento en el que la educación alcanzaba a muy pocos. A medida que se fue universalizando la educación, se fueron
modificando también las habilidades y conocimientos que tienen las personas que llegan a la escuela, su experiencia con los libros, los lápices, las computadoras, los teléfonos, todo muy relativo a su capital económico.
Lo que ocurre es que está ingresando al sistema educativo gente que históricamente estaba excluida

En cada década se habla de la crisis de la educación, de que la gente sabe menos de lo que sabía, y en realidad es un proceso más complejo.

Después podemos hablar de los problemas que tiene la educación argentina, que son muy solidarios con los problemas que tiene el país. No diría que no hay problemas en la educación, sí diría que la emergencia educativa parece sugerir que alguna vez anduvimos súper bien y que ahora por algún motivo estamos peor que nunca, y es un proceso más complejo.

Otra idea muy debatida en los últimos meses fue “repitencia sí o no”, ¿qué nos perdemos por quedarnos solo en ese debate?

La escolaridad tiene para cada nivel educativo un régimen académico particular y algunas cosas que son comunes a todos los niveles. La repitencia es una parte muy destacada del régimen académico.
Y la gradualidad es una característica de ese régimen académico. Para organizar a grandes volúmenes de población en algún momento se pensó una clasificación por edades y después, según lo que hayas podido acreditar de los aprendizajes esperados, avanzás o no a otro grado.

Lo que tiene el régimen académico de las escuelas es que, a diferencia del universitario, tenés que cursar y aprobar un montón de materias juntas que pueden no tener nada que ver una con otra.
La repitencia es una forma que ha tenido el régimen académico de reorganizar a la población escolar cuando el avance en los aprendizajes no iba de acuerdo con el ritmo esperado.

El problema se instala cuando el régimen académico fuerza a que tengas que repetir inclusive cosas que habías aprendido. Cuando se habla de eliminar la repitencia, se suele pensar que se aprobarán años escolares aunque no hayan aprendido nada. La repitencia es un modo de resolver o de dar respuesta a lo que la gente no aprendió, pero tiene un montón de problemas y no está funcionando. Entonces busquemos otro, discutamos cuál.

En algunos artículos mencionás la posibilidad de nuevos agrupamientos como una estrategia diferente frente a la repitencia. ¿Cuáles son los factores que habría que tener en cuenta a la hora de conformar estos nuevos agrupamientos?

Lo primero que tiene que haber es un fuerte acuerdo institucional. En segundo lugar, se necesitan desarrollos didácticos que acepten que las personas no aprenden las mismas cosas, al mismo tiempo y al mismo ritmo, y que aborden el conocimiento desde distintas aproximaciones. Se requiere una planilla de seguimiento, para saber en qué punto se encuentra cada estudiante y poder reubicarlo en el momento en el que esté produciendo un avance importante.
No estoy proponiendo que la gente esté cambiando todos los días de grupo, pero sí una mayor flexibilidad en su conformación, tal vez por materias, proyectos o por alguna lógica que no tenga que ser la del grado completo.

Las personas no aprenden las mismas cosas, al mismo tiempo y al mismo ritmo.

Hay algunos supuestos en los que descansaba la escuela que están en discusión, como la clasificación de los chicos por edades o por niveles de aprendizaje. En ningún lugar se puede sostener que se aprende mejor si las personas que están aprendiendo están todas al mismo nivel, porque en el mundo no es así.
Hay que pensar en ambientes de aprendizaje que se parezcan más a la vida fuera de la escuela, a los ámbitos de las prácticas reales. Una manera es trabajar con una perspectiva de ciclo. Por ejemplo, tomar el primer ciclo de la escuela primaria o el ciclo básico de la secundaria, para una estrategia de reagrupamiento, porque son muy homogéneos internamente respecto de las materias que los chicos tienen que aprender. Puede haber un núcleo de materias en las cuales se agrupe por niveles, y en otras no. Hay materias en las que no se justifica para nada la gradualidad.
Yo creo que vale la pena probar, sobre todo porque el régimen que tenemos no funciona. En Argentina hay escuelas que tienen mucha repitencia, y cuando es reiterada, se convierte en la antesala del abandono.

“Los chicos hoy aprenden de otras maneras, el desafío es cómo se interpreta la información para saber si es fidedigna, confiable y actualizada”. Crédito imagen: Pablo Cittadini.

Desde tu perspectiva, ¿los chicos aprenden?

Los chicos aprenden de otras maneras. Ahora el conocimiento está dando vuelta por todos lados, y hay muchas dificultades para distinguir qué es conocimiento y qué no, muy ligadas a las fuentes de información. El problema es cómo se interpreta la información para saber si es fidedigna, confiable y actualizada.
Hay algo de cómo la escuela necesita que aprendamos para poder regular las
poblaciones que hace que no aprendamos ni todo, ni a la velocidad a la que podríamos aprender si fuéramos los únicos seres que tienen que aprender algo. Hay que elegir, si preferís ir al mayor ritmo posible, o si vas a la escuela para que también te pasen otras cosas. Hay aprendizajes que se dan solo si estás con otros. Si no tenés interacciones, y no solamente las sociales, de juego y recreo, sino interacciones cognoscitivas con otros, hay aprendizajes, formas de argumentar, maneras de ponerse en el lugar del otro, habilidades de persuasión y expresivas, que no se desarrollan.

¿Cuál es el sentido de la escuela hoy?

Hay varios, toda escuela tiene un objetivo de ingreso en distintos campos de la cultura. También tiene un objetivo de aprendizaje con otros, de encuentro con otros, y un sentido de proyecto, que ha sido algo sobre lo que se exageró mucho. Se dice mucho “tenés que estudiar porque en el futuro…”, y esa apuesta al futuro para la generación de quienes ahora son adolescentes está difícil. Ayudarlos a pensar en el mundo en el que vivimos y discutir alguno de los problemas graves que acucian, sería un muy buen sentido para la escuela.

Antes se creía que lo que aprendías en la escuela te iba a durar toda la vida. A la velocidad a la que se reestructuran los marcos conceptuales, los conocimientos de una disciplina, y cuando surgen instrumentos culturales nuevos que trastocan todos los modos históricos de hacer las cosas, es muy difícil pensar que lo que se está aprendiendo ahora, es seguro que va a
servir. Por eso hay que pensar el sentido de que los chicos ingresen a campos de la cultura que quizás dentro de cincuenta años ya no van a existir.

La escuela permite cosas que, por ahora, no está demostrado que se puedan proporcionar a gran escala, a todos, por otros medios.

Es claro que hay un impacto cognitivo de la escolarización. Ir a la escuela te permite unos niveles de abstracción gracias al manejo de instrumentos culturales muy sofisticados, como la escritura, la enumeración. Si la
escuela funciona razonablemente bien, aprendés cosas que después podés utilizar en otros contextos. La escuela permite cosas que, por ahora, no está demostrado que se puedan proporcionar a gran escala a todos por otros medios.

¿Qué sugerencias podemos proponerles a nuestras escuelas, docentes y directivos para ir hacia un camino donde uno sueña que vaya a la educación?

Es importante saber que los chicos tienen una gran capacidad de reflexión, organización y agencia, tienen mucho para decir y aportar. Están creciendo, siempre están empezando e ingresando nuevos. Nunca se puede parar,
pero tampoco se puede temer a los cambios.

La posición del directivo, como la posición del docente, es muy exigida. Es un trabajo sumamente complejo y las condiciones en las que se ejerce, a veces son muy duras. Hay una frase famosa que usamos mucho en el campo educativo, que es “no me prepararon para esto”. Creo que hay razón cuando la gente lo dice y tendríamos que ponerle más atención al humanismo en la formación de los docentes.

BOLETÍN SALESIANO DE ARGNTINA – JULIO 2023

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