Falleció Alberto Morlachetti

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En el día de la fecha falleció el coordinador del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo y el creador de la Fundación Pelota de Trapo. Morlachetti fue un reconocido sociólogo con un amplio y profundo compromiso social, que trabajó para combatir la pobreza en especial la que afecta directamente a los jóvenes y niños. El Boletín Salesiano de Argentina lo entrevistó en el 2010 y como homenaje a su trabajo durante tantos años, hoy nos parece apropiado compartir dicha nota, para recuperar su palabra, que es quien mejor lo define:

“Lo que importa en una sociedad es la felicidad de su gente”

Desde hace más de 20 años la Fundación Pelota de Trapo viene trabajando por los chicos. Esta institución, sostenida por tantas manos voluntariosas de educadores, es referente en muchos lugares del país y hasta del mundo. Su fundador, el sociólogo Alberto Morlachetti, quien también es el coordinador del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, explica que “Pelota de Trapo demostró que a los chicos los recuperás si los volvés a seducir para la vida. Cuando perdieron los vínculos primarios más profundos, si sos capaz de brindarles un nuevo vínculo en el cual puedan inscribir su vida, un vínculo de ternura, de amor, les estás devolviendo lo que se necesita para crecer con dignidad, y se vuelven hermosos. Eso es lo que hizo Pelota de Trapo, crió buenos hombres y buenos trabajadores”.

Se me viene a la cabeza las «Memorias del Oratorio», en donde el mismo Don Bosco cuenta que en sus primeras visitas a la cárcel se horrorizó al ver a tantos muchachos “de doce a dieciocho años, sanos y robustos, de ingenio despierto, que estaban allí ociosos, atormentados por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material”. Esa experiencia despertó en él la necesidad de hacer algo por esos chicos: “¡Quién sabe si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se preocupase de ello…!” dice Don Bosco.

La mirada de Morlachetti brinda otra dimensión acerca de la pobreza, un elemento de la sociedad, que está en manos de la sociedad poder revertirla para que todas las personas tengan las mismas oportunidades.

¿Por qué crece la pobreza?
–  ¿A quién le interesa distribuir dinero en la pobreza? Por ejemplo, la Asignación Universal por Hijo, algo por lo que luchamos mucho, ha sido parcializada y tratada con espíritu clientelar. Esta asignación no elimina la indigencia, la modera. La asignación, que se llama “Renta Básica Universal”, que se debería dar por el solo hecho de que esa persona existe, acá se dio por una presión del conjunto de organizaciones sociales.

¿Qué relación hay entre pobreza y centralización de la población?
– Un signo del subdesarrollo es la macrocefalia: grandes ciudades, como el caso de Buenos Aires, y ciudades muy pequeñas en el interior del país. Hay que pensar honestamente que en Buenos Aires, desde el punto de vista urbano, humano y de cómo se vive, ya no cabe un habitante más. Pero para eso, se debería pensar en una sociedad más planificada, una sociedad que radique industrias en el interior, donde haga casas alrededor de las fábricas, centros de salud, escuelas primaria y secundaria, y una red ferroviaria que conecte a las ciudades. En los países europeos, hay una tendencia a subsidiar mucho el campo para no desequilibrar las poblaciones, porque sino ¿cómo logramos convivir en la ciudad? Pero acá, la gente corrida por la miseria, recala en Rosario, en Córdoba, en Bahía Blanca, en Mar del Plata y luego llega a Retiro o a Constitución donde va a parar a las grandes villas de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, y ahí pasan su vida buscando desesperadamente un plan social.

Aclara que no está alineado a ningún partido político, pero como todo actor social tiene su concepción acerca de la política, especialmente en estos tiempos preelectorales: “Todos los candidatos que se presentarán en las próximas elecciones hablan de colectoras, de consenso, de diálogo, de que el oficialismo es confrontativo, ríspido, agresivo… Pero podemos notar una simetría entre oficialismo y oposición: los dos hablan de algo que importa muy poco a una sociedad”.

¿Qué es lo que le importa a la sociedad?
– Lo que importa en una sociedad es la felicidad de su gente, la felicidad de sus hijos, de las familias; de volver, por ejemplo, a recuperar la vereda como un lugar de confraternidad entre los vecinos, para mirarnos a los ojos, para encontrarnos. De eso estamos muy lejos, porque en una ciudad como Buenos Aires, y no me refiero solo a la Capital, sino también al Gran Buenos Aires –donde hay unos 3 millones y medio de personas viviendo en asentamientos, villas, casas tomadas– se está fomentando la pobreza porque no se la evita. Porque a esos lugares no se lleva vida digna, no se lleva calidad de vida, no se lleva pan, no se llevan manteles a la mesa, no se lleva familia. Entonces lo que estás llevando es la dispersión, la fragmentación, la deshumanización. ¿Qué quiero decir con eso? Dentro de los temas fundamentales de los políticos no se discute el hambre.

“El hambre es un crimen” es la consigna del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo…
– Si, y llevar esta consigna a todas las heridas de la República ha costado violencia, secuestro de educadores. Mucha gente dice “hambre”, pero le quitan la palabra “crimen”, porque le quieren quitar el carácter doloso a la palabra “crimen”. Siempre digo que cada chico que en Argentina muere de hambre, o por desnutrición, es un crimen. La desnutrición es un asesinato. Estas palabras parecen fuertes, pero no es que las opine yo solamente, sino que las opina mucha gente.

Hora de dar vuelta la historia

Desde hace varios años, el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo, junto con la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), lleva adelante la Marcha Nacional de los Chicos del Pueblo que en estos momentos se encuentra recorriendo distintas ciudades del país. Bajo el lema “El hambre es un crimen” miles de niños y adultos salen a las calles a defender el valor de la vida, una vida digna. Allá por los años 80, Morlachetti asesoraba en materia de niñez y juventud al Obispado de Quilmes, “en carácter institucional, pero de persona a persona con Novak”. No es raro escuchar hablar de monseñor Jorge Novak cuando de la vida de los chicos y de los más pobres se trata. “Era un hombre muy bueno, y eso no es poca cosa. Estaba muy preocupado por la situación de los niños, y en 1987 me pidió que hiciéramos algo por los pibes”.

En la actualidad –seguramente Novak, si viviera, también estaría muy preocupado trabajando en esto– hay otros temas que también involucran a los chicos con el crimen, por ejemplo, el debate en torno a la baja de la edad de imputabilidad de los menores. “El intento es llevar a los pibes a los interlineados del código penal. La punición no es algo accidental, la sociedad argentina ha descubierto un nuevo enemigo: los pibes”, asegura Morlachetti.

¿Por qué la sociedad argentina de pronto quiere bajar la edad de imputabilidad?
– Nadie discute por qué un pibe tira una piedra, entonces bajo ese pretexto dicen: “Vamos para adelante con la ley de responsabilidad penal juvenil”. Un juicio justo tiene muy poco que ver con bajar la edad de punición. Lo que no saben los que hablan de esto en conferencias en hoteles de cinco estrellas, es que ningún pibe de 14, 15 ó 16 años puede tolerar el llanto de una mamá, ni el “quiero pan” de los hermanitos. Mientras no entendamos esto, no vamos a saber lo que está viviendo la población argentina.

¿Cree que alguna vez se lo preguntarán?
– Y sí, si algún día deciden bajar a una villa y ver qué es. Yo viví toda la vida en un conventillo en Avellaneda, y mis días pasaban en dos villas que quiero mucho. Para los que no saben, la villa es el lugar más acogedor que existe, era el lugar que tenía olor a torta frita y a mate de la tarde. Vos me dirás “la villa debe ser erradicada”, y claro que debe ser erradicada, porque la gente tiene que vivir bien. Pero a mí, el ambiente humano de las villas me decía que ahí estaba la esperanza.

 

Por Nicolás Mirabet

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