El pesebre, Don Bosco y vos

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Una propuesta para vivir la Navidad a la luz del carisma salesiano.

Por Roberto Monarca

redaccion@boletinsalesiano.com.ar

Navidad es ante todo la celebración de que Dios es cercano, una invitación a creer, agradecer y disfrutar de la cercanía de Dios. Nosotros, continuadores de las huellas de Don Bosco, reconocemos que esta cercanía de Dios, él la fue experimentado desde pequeño, con la ayuda de mamá Margarita, y a lo largo de su vida. 

«Dios no me abandonó hasta el presente y espero que no me faltará en adelante», le dirá a la Marquesa Barolo en 1848, cuando ésta le pregunta “¿Y a dónde irá usted a vivir? ¿Y cómo vivirá usted sin paga?”, después de intimarlo a elegir entre seguir atendiendo sus instituciones o dedicarse al naciente Oratorio. Don Bosco eligió el Oratorio y todas sus inseguridades.

Renovar la esperanza

Navidad es también momento donde renovar la esperanza. No desde un optimismo simplón, sino basada en que Dios no nos abandona, y busca la manera de hacerse presente para proponernos un modo auténtico de ser feliz y sostenernos en el camino. En tiempos difíciles, son fechas donde estamos invitados a renovar la esperanza de que la vida siempre triunfa.

Experiencia similar a la vivida por Don Bosco en muchos momentos de su vida, al punto que lo llevan a exclamar: “En medio de las pruebas más duras se requiere una gran fe» (MB VII 319). Es una expresión datada en 1862, cuando tenía serias dificultades y amenazas para cerrar las escuelas del Oratorio, se había declarado a Roma como capital del recientemente creado Reino de Italia con la consiguiente desaparición forzada de los Estados Pontificios, está en los inicios de la fundación de la Congregación Salesiana, que no son bien vistos por todos, y comienza un largo pleito judicial con monseñor Moreno por la propiedad de las Lecturas Católicas, entre otras dificultades… Son los “tiempos difíciles”, que harán cambiar su relación con la Virgen, llamándola a partir de allí “Auxiliadora”.

Navidad también es un tiempo donde cada quien se muestra como es. En las cosas grandes, uno puede aparentar. En las cosas sencillas, como es la de colocarse frente a un niño indefenso, uno se muestra como es.

¿Y cómo se mostraron ante el Niño indefenso quienes estuvieron con él durante su nacimiento? ¿Cómo vivió Don Bosco estas características que encontramos en los personajes de la Navidad?

María

Ella se compromete en el cuidado de Jesús, y lo enseña a quienes lo buscan: Reyes y pastores. Don Bosco quiere mostrar a sus jóvenes que la auténtica felicidad es tener a Jesús en el corazón. Quiere mostrarles a Jesús. “Vive feliz, y el Señor esté contigo”, escribirá en el último párrafo de la introducción de “Il Giovane Provveduto”“El joven instruido”–, un libro donde intenta condensar su propuesta de vida auténticamente feliz para los jóvenes.

En nuestra vida, ¿cómo mostramos a Jesús? ¿Lo mostramos, o lo guardamos sin dárselo a conocer a nadie? ¿O en realidad no tenemos nada para mostrar? 

José

También cuida la vida de Jesús. Es capaz de asumir riesgos por ello. “En las cosas que pueden ser para bien de la juventud en peligro o sirven para ganar corazones para Dios, yo me lanzo adelante y llego a la temeridad (MB XIV, 662). Carta escrita por Don Bosco a Carlos Vespignani, hermano de José Vespignani, en 1880, cuando éste le insistía de abrir una obra salesiana en Lugo, Italia, en su momento considerada una zona muy anticlerical, y ante lo que algunos le mencionaban algunas objeciones. Don Bosco ya ha fundado las Congregaciones de los Salesianos y junto con María Mazzarelo las Hijas de María Auxiliadora; ha comenzado el Boletín Salesiano, en 1875 se iniciaron las misiones a Argentina, todo esto en un período de fuerte cuestionamiento político y social a la Iglesia y de fuertes tensiones con el arzobispo de Turín.

¿Cuáles son los riesgos que implica cuidar a los pobres hoy, en mi familia, en mi grupo, en mi comunidad? ¿Estoy dispuesto a asumirlos?

Herodes

Por miedo a ser relegado, quiere matar a Jesús. Por mantener su ambición, no tiembla en liquidar a todos, “por las dudas”. Don Bosco le reprocha “una muerte” a los educadores de Valdocco en la carta de Roma de 1884: “El Oratorio ya no es lo que era. Antes había familiaridad, afecto, confianza. Ahora, los maestros son sólo eso, y no padres, hermanos, amigos. Son más temidos que amados. ¿Por qué? Porque no hay de parte de ellos amor. Si existiese amor, éste hace soportar a los educadores las fatigas, los tedios, las ingratitudes, las molestias, las faltas, las negligencias de los jóvenes”, para procurarles su bien, y superar los propios miedos de los educadores a fracasar.

¿En qué momento pongo mis ambiciones, “proyectos”, intereses, por delante de las personas? ¿Qué situaciones van matando la vida de Jesús en nosotros, en mí, en los hermanos? 

Los Magos

Buscan a Jesús, dejan sus seguridades y se ponen en camino al ver el signo. Ofrecen lo mejor que tienen. En noviembre de 1875 parten los primeros misioneros salesianos hacia Argentina. En la celebración de despedida, Don Bosco les dice: “Así damos principio a una obra, sin pretensiones, ni pensando convertir al mundo entero en pocos días, no; pero ¿quién sabe si esta partida, si este poco, no será como la semilla que se convertirá en una gran planta? ¿Quién sabe si no será como un grano de mijo o de mostaza que, poco a poco, se irá extendiendo y producirá un gran bien?”. 

Esta acción de Don Bosco nace en un contexto extremadamente adverso. Ya cercano a los sesenta años, con varios problemas de salud que tres años antes lo llevaron casi a la muerte, en momentos en que comienzan una serie de graves conflictos con el arzobispo de Turín, Lorenzo Gastaldi, que durarán por más de diez años con graves dificultades económicas para sostener las obras salesianas ya existentes. Don Bosco deja seguridades, y se lanza hacia adelante. También lo hicieron aquellos primeros salesianos que vinieron a Argentina, en tiempos de difíciles comunicaciones, al punto que varios de ellos no regresaron a Italia y vivieron el resto de sus días en nuestro país.

¿En qué situaciones mi comodidad tiene más fuerza que la vida que manifiesto querer atender? ¿De qué seguridades debería desligarme? ¿Busco encontrar los signos de la presencia de Jesús en el mundo? ¿Busco los signos de Jesús con amplitud de corazón, o intento que coincidan con lo que yo pienso o espero? 

Los Pastores (Lc. 2,8-20) 

Creen en el anuncio del Ángel; se dejan llevar para ir al encuentro de Jesús. Lo reconocen, lo alaban. “Todo joven, por muy desgraciado que sea, tiene un lado accesible para el bien y el primer deber del educador es hallar ese punto, esta cuerda sensible del corazón, para ayudarlo a crecer” (MB V, 367). Don Bosco menciona esta frase alrededor del año 1855, cuando estaba muy presente en la vida cotidiana del internado de Valdocco, y recibía él mismo a quienes querían ingresar. 

¿Salimos al encuentro de Jesús, en las distintas formas en que Él se nos presenta? ¿Somos sencillos para reconocer su presencia, o buscamos que encaje en las formas socialmente aceptables? ¿Creemos en su Palabra que nos viene de las maneras más distintas? ¿Estamos atentos para descubrirla? 

Los Vecinos (Lc. 2,17)

Sus casas están llenas. No hay lugar para él. Está excluido. De última, le ofrecen un establo. Como le pasó a un tal Francisco Piccollo, alojado y estudiante en el Oratorio en 1873, a quien el ecónomo le avisó que debía dejar el Oratorio porque su madre, viuda, no podía pagar la cuota. Va a despedirse de Don Bosco, y al comentarle el motivo de su alejamiento, Don Bosco le responde: “Mirá, si el ecónomo te envía a casa, salí por la portería, entrá por la Iglesia y vení a verme. Ya le encontraremos solución”. (MB 12, 330)

¿A quiénes excluimos y a quiénes incluimos?

BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – DICIEMBRE 2024

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