Entrevista al padre Alejandro Musolino, Obispo Auxiliar de Córdoba.
Por Ezequiel Herrero y Valentina Costantino
redaccion@boletinsalesiano.com.ar
– ¿Usted el padre Alejandro Musolino?
– Sí.
– ¿Usted es el director de la obra de Don Bosco Formosa?
– Sí. ¿Quién habla?
– El Nuncio apostólico. El Papa le pide ser el Obispo Auxiliar de la arquidiócesis de Córdoba.
Alejandro Musolino recuerda con claridad como fue el diálogo donde se enteró que el papa Francisco había pensado en él para ser obispo auxiliar de Córdoba. Ya pasaron varias semanas de ese momento y en el transcurso muchos momentos de oración, celebraciones y también renuncias. Sin embargo este nuevo servicio y como todo comienzo está repleto de expectativas, agradecimientos y sueños.
¿Qué puede aportar a tu vida el nuevo servicio para el que se te convoca?
Cuando me lo pidieron lo primero que sentí fue que me arrancaban a la comunidad, me arrancaban a los jóvenes. Pero después de rezar empecé a sentir un poquito de paz. Don Bosco nos enseñó que un deseo era servir a la iglesia. Entonces, también se trata de amar a la iglesia en toda su plenitud, y en lo que te vaya proponiendo.
En Córdoba hay mucha vida juvenil: jóvenes que vienen del interior del país a estudiar, jóvenes en adicciones, jóvenes sin trabajo, jóvenes en los movimientos, jóvenes que dejan la escuela y hay que regresarlos a la terminalidad escolar, jóvenes que quieren aprender un oficio, jóvenes en los hogares de Cristo. Entonces, también es agrandar el corazón y ver que la frontera no son las que yo me imaginaba. Se abren las posibilidades de encuentro con distintas realidades. El centro está en el cuidado de las personas, el cuidado del pueblo, en llevar a Jesús en cada en cada gesto, en cada palabra.
¿Qué creés que podés aportar a la Iglesia y, especialmente, a la Iglesia de Córdoba?
Yo valoro mucho lo que aprendí en Formosa. Ellos me regalaron un modo distinto de enfrentar la vida, de ponerle alegría cuando a veces hay mucho dolor. El espíritu de siempre intentar buscarle la vuelta y salir adelante.
También me han expresado la alegría de haber aceptado el pedido. Entonces creo que tiene que ver con el amor que tienen a Don Bosco y a la congregación, que va mucho más allá de mi persona.
Y quizás el hecho de ser cordobés ha jugado positivamente. No sé si hubiera venido de otro lado donde culturalmente, me hubiera tenido que acostumbrarme a otras cosas.
Lo que yo soy es a raíz de mi familia y de la congregación, y eso es lo que puedo ofrecer.
¿Cuáles son las prioridades que te gustaría trabajar en la pastoral con jóvenes o en el servicio de la Vicaría de jóvenes?
El trabajo de la Vicaría se desarrolló todo este año. Monseñor Ángel Rossi pensó en un equipo y entre todos establecieron un cierto diagnóstico de cuáles serían las áreas o los ámbitos que tendríamos que trabajar en una red. Esos ámbitos tienen que ver con la pastoral de la escuela, la pastoral vocacional, la pastoral misionera y con la pastoral en relación a la Vicaría de los pobres.
Lo segundo, es importante salir de ciertos procesos que son endogámicos, poder ir hacia el encuentro de otros, de realidades más difíciles, especialmente en las periferias existenciales o geográficas que tengamos dentro de la actividad social.
Es importante salir de ciertos procesos que son endogámicos y poder ir hacia el encuentro de otros.
Desde la Vicaría vamos a intentar desarrollar algunos elementos o eventos que generen una pastoral de conjunto, y sobre todo subrayar las parroquias, escuelas, movimientos o realidades a las cuales todavía no llegamos.
¿Cómo te gustaría que se caracterice tu servicio como obsipo?
Acá hay como seis o siete movimientos juveniles que arman retiros los fines de semana para ochenta o cien pibes. Hablé con los responsables y les pedí la agenda para intentar ir, sentarme a confesar o charlar con el que quiera. Eso es lo que me gusta hacer y lo que me quedaría haciendo estos veinticinco años, en el sentido de la cercanía, de poder venir charlar, estar. No estoy haciendo nada que un salesiano no haría. Eso quizá ha ayudado a no ver al obispo lejano, y creo que un poco la onda de los cuatro obispos que estamos acá.
De hecho reflexionamos que estamos en un tiempo de gestos y no de tanta palabra. Es un tiempo de estar al lado de y no de decir grandes anuncios, porque hay una sobreabundancia de palabras de todos los estilos. Pero sí tener gestos concretos, por ejemplo, estamos organizando el tiempo de navidad y queremos visitar todas las cárceles. Bueno, pensarlo en gestos que sean significativos y que puedan generar interrogantes.
¿Qué significa la noticia de la beatificación de Pironio para la Pastoral Juvenil?
Para mí ha sido una gran alegría teniendo en cuenta que él ha sido el inventor de la Jornada Mundial de la Juventud. Se lo percibe como alguien que se ha jugado por los jóvenes, ha trabajado por los jóvenes, ha predominado en torno a la esperanza que tanto necesitamos en este tiempo.
Históricamente ha sido más significativo en torno a la región platense, por eso estamos trabajando en las otras regiones del país para que todos podamos ir el 16 de diciembre a la beatificación. La intención es que no pase de largo y que realmente lo vivamos.
Hoy son varias las causas que movilizan a los jóvenes, el medio ambiente, la pobreza, la diversidad, ¿por dónde arrancar?
Primero, como dijo el Papa, que vengan todos y después vemos. Segundo, está la incondicionalidad del recibimiento. Y tercero, hay que discernir cómo hacer para llegar a ellos, porque la idea no es el adoctrinamiento ni meterse con alguien que no quiere. Nadie se puede meter en la conciencia de ningún joven, de ninguna persona.
Creo en un diálogo abierto, el juego de libertades, en donde el joven puede abrirse o no y también el sentir que somos una voz más.
Creo en un diálogo abierto, el juego de libertades, en donde el joven puede abrirse o no y también el sentir que somos una voz más. Lo único que nosotros podemos hacer es llevar y anunciar a Jesucristo. Y confiamos en eso.
BOLETÍN SALESIANO DE ARGENTINA – DICIEMBRE 2023