Llenar la vida de sentido, el camino para frenar el avance de la droga
Hay una problemática urgente: se instala cada vez más en las comunidades la idea de que “la droga no es mala”. Se desdramatiza y se forja una cultura del consumo cada vez más fuerte en la vida de nuestros jóvenes por medio de políticas internacionales, modelos y ofertas que se instauran como moda, apologías en la música y en los medios de comunicación social.
Debemos desnaturalizar esta situación. No se trata de un problema sólo de personas o familias que tomaron malas decisiones, sino que concierne a toda la sociedad. No es una cuestión sólo de jóvenes: está también profundamente arraigado en los adultos. Tampoco es un problema sólo de “chicos y chicas pobres”. Nos afecta a todos. Y cada vez más.
Cada vez más, cada vez antes
En nuestro país el consumo de drogas ha ido aumentando sin distinguir clases sociales, mientras disminuye la edad de inicio. Según el Observatorio de Prevención del Narcotráfico (Oprenar), la edad de inicio en el consumo de marihuana bajó a los 15 años, y el 30% de quienes se iniciaron antes de los 17 años presentan un consumo abusivo. Por otra parte, el consumo de cocaína también ha crecido desmedidamente: “Las personas de menores recursos consumen cocaína fumable, como el ‘paco’ y la pasta base, mientras que las de mayor poder adquisitivo la ingieren por aspiración”, indican desde Oprenar.
Un sondeo realizado por Sedronar en más de mil centros de tratamiento determinó que durante 2017 casi doscientas mil personas solicitaron tratamiento tanto ambulatorio como residencial por su consumo problemático de drogas.
¿Cómo hacer prevención de consumo de drogas en una sociedad que promueve todo tipo de consumo?
Cada año van mutando y apareciendo nuevas drogas “sintéticas” que crean una mayor dependencia con menor tiempo de consumo. Como “flakka”, una sustancia sintética que en pequeñas dosis puede causar desde delirio extremo, agresividad y psicosis, hasta llevar a la muerte. Y también otros productos como el crack, el “krokodil”, la “ketamina”, la “cascarilla” y las llamadas “pepas”.
Esta realidad que grita en nuestros patios y calles nos interpela y moviliza a involucrarnos con creatividad para no responder sólo a las emergencias, sino que como educadores y evangelizadores, estamos llamados a cuidar a todos desde el trabajo preventivo. Pero surge —y urge— la pregunta: ¿cómo hacer prevención de consumo de drogas en una sociedad que promueve todo tipo de consumo?
No nos ocupemos de la droga
Construimos nuestra identidad con los otros, y cuando los vínculos son inmaduros, tóxicos o directamente no existen aflora la sensación de “vacío”, se pierde el sentido de la vida.
En esta sociedad que construimos a partir del consumo y que tiende cada vez más a privilegiar lo “inmediato” y el individualismo, a nuestros chicos —y también a los adultos— les cuesta el lento trabajo de entrar en contacto con lo que sucede a nivel emocional. Los consumos son proporcionales y se apoyan en la sensación de vacío. El problema de fondo es que ese vacío existencial se llena de múltiples formas.
Llegar antes es la clave. Es más difícil hacer recuperación que prevención, y la mejor forma de ocuparse de la droga es, justamente no ocuparse de la droga, sino de todo lo demás que rodea a la persona, como el fortalecimiento de los vínculos, la ocupación del tiempo libre, la pertenencia a grupos sea cuales fuesen: asociativos, de deporte, artísticos.
Al momento de la prevención también resultan muy significativas las experiencias que brindan la posibilidad de sentirse útil para alguien a través de servicios solidarios, ocuparnos de fortalecer la dimensión espiritual, y por supuesto ocuparnos de que las necesidades básicas estén cubiertas para todos.
Nuestro carisma tiene mucho para aportar a la prevención y al acompañamiento de esta realidad. Podemos y debemos involucrarnos más, poniendo en diálogo el tesoro del sistema preventivo con el tesoro de la realidad y las culturas juveniles de hoy.
Ser especialistas en vínculos
Las drogas llegan a los ambientes donde los lazos son frágiles, donde no hay vínculos que sostengan y acompañen la vida. En un mundo que tiende al extremo individualismo, tenemos que ser especialistas en vínculos.
La prevención salesiana está centrada en el vínculo educativo como estrategia clave. El punto de partida es la experiencia de Don Bosco, que al visitar las cárceles se preguntaba cómo evitar que los jóvenes estén encerrados, tristes: paradójicamente, “llenos de vacío”.
Dichas preguntas lo llevaron a pensar y proponer el ambiente educativo como el espacio preventivo por excelencia. Una casa en la que se puedan generar vínculos de familia y de amistad, donde lo cotidiano se llene de propuestas y de sentido para la vida. Ésta, nuestra forma de vincularnos, es lo que se llama prevención inespecífica.
En los patios salesianos se generan vínculos que transforman a nuestros chicos y chicas. Ser casa, escuela, patio y parroquia sigue siendo la más válida propuesta comunitaria de prevención, generadora de ambiente por excelencia para vincularnos con el joven, en y desde su integralidad como persona. Así, el joven se siente “envuelto” en un ambiente de cuidado, de amistad, donde experimenta el amor y es tenido en cuenta.
Una invitación para todos
La invitación es a actualizar lo más originario del carisma: se trata de poner al otro como centro, abrazándolo tal y como viene, con sus vivencias, desarrollando un amor humano auténtico y marcando límites claros.
Una salida posible y real al desafío de las drogas está en la experiencia de espiritualidad y cariño —la amorevolezza—, vivencia preventiva y asistencial que despierte a la dimensión trascendental de la vida y ayude a descubrir a un Jesucristo que sana el corazón y llena de sentido la existencia. •
Algunas claves para pensar la prevención del consumo de drogas en nuestras comunidades:
- Animarnos a decir “esto nos pasa”. Hacernos cargo de la vida misma que se manifiesta con luces y sombras. No nos desentendemos de nadie, sino que en conjunto queremos acompañar en cada espacio y de forma comunitaria estos “gritos” de los jóvenes para dar respuestas creativas.
- Tomarnos el tiempo para releer juntos el sistema preventivo. A veces ponemos demasiado el centro en la figura del “especialista”. Es necesario generar también propuestas colectivas, y corrernos de la preocupación sobre qué tenemos que decir y hacer, para en todo caso enfocarnos en qué y cómo tenemos que escuchar.
- La pedagogía de la presencia implica estar de manera significativa entre los chicos y chicas, romper con estereotipos y miedos al acompañar situaciones complejas y ser activos en la asistencia salesiana desde una comunidad que acompaña, y no de manera solitaria.
… y algunos caminos más concretos de prevención
- Fortalecer en nuestras propuestas una mirada creyente de la vida, donde se desarrollen itinerarios de crecimiento en la fe que deriven en opciones concretas de protagonismo juvenil en servicio de los demás.
- Generar espacios de confianza, donde se facilite la palabra y la escucha. Donde cada uno pueda encontrarse consigo mismo.
- Acompañar a los jóvenes con paciencia en un camino de recuperación de sus valores y la confianza en sí mismos. Fortalecer la autoestima y el conocimiento personal para asumir proyectos de vida.
- Educar en hábitos saludables. Cuidar y acrecentar los lugares para afianzar vínculos positivos. Disfrutar y ocupar el tiempo libre en la forma de grupos juveniles, talleres, deportes, arte.
- Generar y trabajar en red con otras organizaciones que estén ocupadas en cuidar la vida.
- Salir de los mitos que invisibilizan el consumo. Y sobre todo: problematizar el consumo de alcohol, la droga más usada en nuestro país.
Ni un pibe menos por la droga
El 26 de junio es el día internacional para reflexionar sobre la prevención de la drogadependencia y la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas.
Si bien la problemática está presente en nuestro país desde hace muchas décadas, y son numerosas las respuestas que se han brindado a nivel local y regional, los inspectores e inspectoras de Argentina han propuesto el año pasado conformar un equipo de laicos, hermanas y salesianos para pensar y armar proyectos de prevención y asistencia. Se busca analizar, pensar y repensar propuestas de prevención que sean enriquecidas por el regalo del sistema preventivo.
El Equipo Nacional Salesiano de Adicciones se ha conformado entonces sumándose a la reflexión que viene realizando desde la Iglesia en Argentina el Equipo de Pastoral Nacional de Drogadependencia. Allí se viene recuperando las buenas prácticas de prevención en distintos ámbitos: en la escuela (2017), con adolescentes (2018) y en el tiempo libre (este año).
Tiene mucha fuerza la invitación que hace el papa Francisco que nos convoca a tener la compasión de Jesús y recibir la vida como viene. Nos propone una Iglesia en salida, buscando aquellos hermanos que están más heridos, solos y muchas veces descartados. •
Por Equipo Salesiano Nacional de Adicciones
BOLETÍN SALESIANO – JUNIO 2019