Cuando la palabra vale

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«La persona honesta no se centra en su propio interés, sino en el de todos»

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Animadores de distintas obras salesianas de Argentina Norte se encontraron en Fontana, Chaco, para llevar a cabo la Semana Oratoriana Salesiana. En medio del encuentro compartieron unos tereres y conversaron sobre la honestidad.

Desde hace 21 años, durante los calurosos eneros chaqueños, se lleva a cabo en la localidad de Fontana la Semana Oratoriana Salesiana. Se trata de una propuesta que reúne a cerca de doscientos animadores de diferentes localidades del norte de nuestro país y al que asisten seiscientos chicos y chicas de distintos barrios.

Por aquellos días donde se mezclan la alegría, la euforia y el compromiso Jesica, Damián, Néstor, Lucero, Antonela, Andrea, Lurdes y Esteban compartieron unos tererés bien frescos y se dispusieron a conversar sobre la honestidad. Un fragmento de la película Reto de valientes fue la excusa para comenzar la charla.

 

¿Qué quiere decir para ustedes ser una persona honesta?

Toma la iniciativa Luli, la más chica del grupo: “Es ser fiel a lo que uno cree”. Andrea coincide con ella: “Es ser fiel a los valores que nos inculcaron durante nuestra vida en la escuela y en la casa”.  Para Néstor, la honestidad tiene que ver con no romper la integralidad que se gana u obtiene a lo largo de la vida. Una persona honesta es alguien que vive de acuerdo a las normas de la sociedad o de la cultura”, expresa Esteban. Para Jesi, la más grande del grupo, “una persona honesta es aquella que no se centra en su interés propio, sino en el de todos”.

 

¿Quiénes son para ustedes algunos ejemplos de personas honestas?

“Estoy más que seguro que los políticos no”, opina alguno rápidamente y las risas de todos se multiplican. Néstor retoma la conversación para contar que, desde su perspectiva, las personas mayores son quienes le parecen más honestas: “Se criaron de otro modo, les inculcaron otros valores diferentes a los de las generaciones más chicas”. Sin embargo, exceptúa a sus amigos, los más íntimos y cercanos, ya que ellos sí le generan confianza.

“Es muy difícil ser honesto porque constantemente nos proponen la búsqueda de bienestar propio, incluso a costa de los demás.”

Lucero, de diecinueve años, explica que para ella “una persona honesta es quien te da su mirada, te corrige y te enseña de manera constructiva”. Luli está de acuerdo:Son las que van de frente, con la verdad, aunque duela”.

“El ejemplo más claro que yo tengo son mi asesora y mi compañera del grupo juvenil. Muchas veces nos propusieron recibir plata por lo que hacemos y si bien al decir ‘no’ perdimos la posibilidad de recibir ayuda, siempre nos mantuvimos firmes en no utilizar a los chicos para nuestro beneficio”, comparte Jesi.

 

¿Existen las “mentiras buenas”?

En ciertas ocasiones es necesario una mentira pequeña, porque hay verdades que pueden lastimar mucho, que pueden destruir. Lo hacés para proteger a la otra persona, preferís ocultar algo esperando que esa persona no sufra”, es la respuesta de Néstor.

Lucero y Antonela opinan diferente: “Creo que no hay mentiras honestas, aunque sean para proteger al otro. Esa persona confía en vos y si decidís mentirle, seguro que tarde o temprano la verdad va a salir a la luz y probablemente ya no vuelvas a contar con esa confianza que te tenía”. Esteban coincide con ellas: “Para mí no hay mentiras blancas, ‘mentiritas’. Mentir es mentir, o sos una persona honesta o deshonesta, aunque la verdad duela”.

Damián piensa que un riesgo es confundir la honestidad con la bondad: una persona bondadosa tal vez por no querer hacer sentir mal a otro le miente para tratar de quedar como una persona buena, pero el individuo honesto siempre habla con la verdad y se tiene que esforzar por encontrar la forma de decirla lo mejor posible”.

En ese momento el debate se vuelve inevitable y extenso. Casi en el final, Esteban expone su opinión con euforia: “la bondad y la mentira no van juntas jamás, si pensamos así, entonces las personas más bondadosas van a ser las más deshonestas”.

 

¿Cómo se puede ser honesto en las acciones de todos los días?

Jesi con mucha sinceridad expresa: “Es muy difícil ser honesto cada día. Constantemente estamos atravesados por circunstancias que nos hacen flaquear, nos quieren hacer cambiar nuestras convicciones y nos proponen la búsqueda de bienestar propio, incluso a costa de los demás. Y es ahí donde está la lucha interna en la que tiene que ganar el bien, la honestidad…”. Andrea coincide: “Hay acciones y actitudes que actualmente en la sociedad están vistas como normales y sabemos que están mal, pero algunas veces las elegimos porque es lo que la mayoría hace. Esos acontecimientos nos corrompen y nos terminan haciendo personas deshonestas”.

Para Néstor la clave frente a esas situaciones es buscar a Dios: “Creo que al buscar a Dios también pensamos en los demás y nos alejamos de lo que nos pueda llevar a mentir, de los actos de corrupción que dañan a los demás o incluso a nosotros mismos”.

Para concluir la conversación Damián aporta una luz de esperanza: “A lo mejor podemos seguir el consejo de Don Bosco: hacer bien las cosas que tenemos que hacer como Jesús lo quiere”.

 

¡Animáte a repetir la experiencia en tu grupo, escuela o capilla y dale también la voz a los jóvenes!

 

Por Maira Castillo mai08castillo@gmail.com

BOLETIN SALESIANO – MARZO 2020

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